Orientación en diabetes infantil
Es natural que el temor sea la primera reacción, pero mientras haya control, se pueden evitar consecuencias a largo plazo.
Sergio había cumplido 2 años y sus padres percibieron que tenía una sed exagerada. Pedía agua a gritos y orinaba mucho. Perdió peso de repente.
La familia descubrió en internet que eran señales de diabetes, recuerda la madre, Roxana Vizcaíno. Los padres consiguieron un glucómetro y lo probaron primero en ellos, luego en Sergio, quien tenía una medida varias veces superior a la de los adultos. Acudieron a la pediatra y confirmaron el diagnóstico de diabetes tipo 1. Desde entonces, el niño empezó a recibir la dosis de insulina.
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Causas y señales
La endocrinóloga pediatra Susana Parra, jefa de Endocrinología del Hospital de Niños Roberto Gilbert, explica que la enfermedad se debe al déficit de la hormona insulina, que normalmente se produce en las células beta del páncreas. La diabetes tipo 1 en los niños hace que el sistema inmunitario ataque a las células beta, destruyendo el 90% de ellas y ocasionando inhabilidad de producir un nivel adecuado de insulina.
Los síntomas son aumento de la sed, la micción y el apetito, más pérdida de peso, fatiga e irritabilidad. Se la diagnostica cuando a esto se añaden niveles anormalmente altos de azúcar en la sangre y de cetonas en la orina. Otra opción es el examen de hemoglobina A1c, para comprobar si el azúcar promedio en la sangre ha estado así por un tiempo mayor a tres meses. Un resultado igual o mayor a 6,5% sugiere un diagnóstico de diabetes.
Un mes después de los síntomas suele presentarse la descompensación o cetoacidosis diabética (CAD), que es como debuta la enfermedad en muchos niños. Una glicemia mayor a 200 mg/dl, extraída en cualquier momento, con síntomas típicos, es diagnóstica. No hay una estrategia para prevenir la diabetes tipo 1 en niños, pero sí exámenes para medir el riesgo en el familiar no afectado de una persona con la enfermedad.
El control consiste en la aplicación de la insulina, dieta y ejercicios, y en acudir a un equipo médico multidisciplinario. Las glicemias se controlan varias veces al día y la hemoglobina glicosilada cada 3 meses. La insulina se aplica por inyección subcutánea, varias veces al día, de manera rotatoria: en la parte superior de los brazos, en el frente de los muslos, en los glúteos y en las partes del abdomen con más grasa bajo la piel. La familia debe asesorarse con un nutricionista para la dieta del niño, que debe contener 55-60% de calorías como hidratos de carbono, 20% de proteínas y menos del 30% de grasa.
El miércoles 12 de julio, a las 16:00, se realizará el taller ‘Manejo integral del niño diabético’, abierto a la comunidad y dirigido por Leticia García, endocrinóloga pediatra del Hospital Infantil de México. El taller es parte del XIV Congreso Internacional de Medicina y Especialidades de la clínica Kennedy (11-14 de julio, hotel Radisson, Guayaquil). (F)