Pasajeros preocupados
Los niños y adolescentes pueden estar muy conscientes de que sus padres usan el teléfono al conducir; pueden sentir angustia al ir de pasajeros y preocuparse cuando saben que los padres andan solos.
Hay tácticas directas para decirle al conductor que a uno le molesta que use el teléfono mientras es parte del tráfico. “Lo siento, pero me pongo nervioso cuando la gente mensajea y maneja al mismo tiempo”. La mayoría de las personas reconocerá que no es una buena idea o al menos dejará de usar el móvil.
Si esto no funciona, se puede intentar algo más sutil. “¿Quieres que escriba yo el mensaje? He visto un agente de tránsito, ten cuidado. ¿Te fijaste en esos niños que están cruzando, en ese perro que va corriendo solo, en ese carro dañado?”.
Si el conductor se niega o se burla del joven o del niño que está nervioso, este tiene derecho a contestar: “Sí, me pone nervioso, porque nunca sabes si el que va delante o detrás estará haciendo lo mismo”.
El copiloto tiene libertad para fijarse en conductores que se salen de su carril, que van muy lentos por la autopista, que se saltan un pare o que están detenidos con el semáforo en verde. Los padres que sinceramente quieren dejar el hábito, pero lo ven difícil, pueden jugar en familia a ver quién detecta más conductores que estén usando el celular (con la ventaja adicional de que obliga al que maneja a concentrarse en la carretera en vez de en el teléfono).
Viajando con amigos
En el caso de grupos de amigos que comparten el auto con un conductor que se niega a dejar esta costumbre, consideren que estudios están demostrando que escribir mensajes mientras se conduce es más peligroso que conducir bebido. Pónganse de acuerdo para no ir con esa persona o, si hay confianza, pídanle las llaves. No discutan. Lo último que se quiere es ir con un conductor agresivo y enojado. Salgan del auto en cuanto puedan. La próxima vez que se ofrezca a llevarlos, digan: “No, gracias”. Seguridad antes que comodidad.
Lo que pueden hacer los hijos
“Le pedí a mi mamá que dejara de mandar mensajes de texto mientras conduce y ya le dejé en claro que nos incomoda a mí y a mis amigos y que me preocupo por ella aunque no vaya en el automóvil, y ella dice que no es importante y lo minimiza”, dice la adolescente Giselle.
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¿Qué lo distrae mientras conduce?Participe
Es hora de sentarse y tener una charla seria, de corazón. Elijan un momento en el que nadie esté apurado por irse y tengan tiempo para hablar; de esa forma nadie podrá escapar de la conversación.
Pidan la atención plena de todos. Los chicos pueden decir: “Mamá, quiero hablarte sobre algo que es importante para mí, y necesito que me escuches sin interrumpirme, ¿sí?”.
Hablen con calma y amabilidad. Por ejemplo, el hijo puede decir: “Es sobre el hecho de que mandas mensajes de texto mientras conduces. Ya te lo mencioné en el automóvil como cinco veces, y siento que me ignoras. Me entristece y me asusta que sigas mandando mensajes de texto mientras conduces, aunque ya te dije cómo me siento. Tengo miedo cuando voy en el automóvil contigo y temo por tu seguridad cuando no estoy contigo en el automóvil. Te amo demasiado para perderte”.
Invoquen a los testigos. “Mis amigos se incomodan cuando viajan contigo. Si sus padres supieran que mandas mensajes mientras conduces, no los dejarían ir contigo. Algunos ya rechazaron viajar conmigo por ese motivo y pienso que tienen razón. Al igual que conducir cuando uno bebe alcohol, a todos nos dicen que no vayamos con amigos que mandan mensajes de texto mientras conducen”.
Usen publicaciones o investigación al respecto. “Me enteré de que los conductores que van distraídos jamás piensan que están distraídos... todos están convencidos de que pueden hacer varias cosas a la vez. Pero es solo cuestión de un segundo para que pase algo horrible. También tengo miedo de que te multen o te demanden”.
Apelen al ejemplo paterno. “Mamá, ¿cómo puedes esperar que no haga las cosas que dices que son peligrosas si tú las haces? Necesito que me des ejemplo. ¿Qué mensaje es tan importante que vale la pena arriesgar tu vida o la mía?”.
Dense tiempo para pensar y vuelvan a hablar sobre el tema. Una conversación como esta no es fácil, y exigirá ser firme y maduro, manejar emociones y mantener la calma. Si los padres no cambian de parecer, los hijos pueden pedir ayuda a un familiar o un adulto, sea para convencerlos o para actuar como conductores responsables, siempre que sea posible.
Fuente: Kids Health