¿Son peligrosos los juguetes conectados?
Regalar un juguete conectado puede conllevar un riesgo, porque los datos personales de los niños pueden ser sustraídos por piratas informáticos.
Un mes antes de la Navidad 2015, un hacker robó información de cerca de 5 millones de padres y casi 200 mil niños, clientes del fabricante de juguetes VTech, con sede en Hong Kong.
El pirata obtuvo nombres, direcciones de correo electrónico y direcciones físicas, fechas de cumpleaños, contraseñas, e incluso fotos de niños y grabaciones de voz. No tomó el control de un juguete, sino de un servidor distante en el que VTech almacenaba esos datos.
El individuo aseguró a la web Motherboard que no actuó con malas intenciones y que sería “moralmente inaceptable” utilizar todos esos datos, “sobre todo si hay niños afectados”. Su intención era darle una lección a VTech, tras comprobar que su tienda en línea estaba desprotegida y usaba tecnología obsoleta.
Una promesa atractiva
La experiencia de interactuar con un juguete mediante el uso de la tecnología es atractiva para los fabricantes y comerciantes; una forma más de incrementar su aceptación en el público y por ende sus ventas, indica Rafael Bonilla Armijos, máster en ciencias de la computación.
Lo primero que los padres se deben preguntar, dice Bonilla, es si sus hijos realmente necesitan un juguete inteligente o están simplemente siendo blancos de la moda, en especial si el juguete tiene alguna interacción con internet. “En general, si el niño tiene la suficiente madurez y criterio para usar internet sin supervisión, entonces podría usar un juguete inteligente de este tipo. Además, todos los juguetes especifican la edad de los niños a los que están orientados. Una buena táctica es respetar esa indicación”.
Muchos de los juguetes pueden efectuar las mismas funciones que una computadora personal o un smartphone. Bonilla considera que los juguetes o videojuegos que permiten conversar en línea deberían ser los últimos en ser permitidos a los niños, pues son los que mayor peligro presentan para ellos. “Piense usted, ¿dejo a mis hijos levantar el teléfono, llamar al primer número que se les ocurra y conversar con una persona completamente extraña por horas?”.
Juegue usted primero
Si decide hacerlo, la siguiente pregunta es qué medidas básicas de seguridad debe tomar. Lo principal es restringir el acceso a internet; el experto señala que normalmente el juguete no lo necesita para funcionar y que el niño lo disfrute. “Una tableta puede tomar fotos y no hay peligro en esto, lo peligroso es publicarla en internet, donde puede ser vista por millones de personas con todo tipo de intenciones”.
Segundo, controle las aplicaciones que se pueden instalar. “Que siempre sea un adulto (papá o mamá) quien las instale luego de revisar lo que hace y leer sobre ella y el riesgo a la seguridad”.
Existen mecanismos para esto, y uno es el control parental. “Usted puede saber qué está haciendo normalmente su hijo con su juguete y por cuánto tiempo al día juega con él”. Se pueden personalizar mecanismos de seguridad y restringir información sin necesidad de conectarse a internet.
Es muy buena costumbre, recalca Bonilla, no compartir ninguna descripción del menor de edad, y si esto es imperativo para el ‘correcto’ funcionamiento del juguete (improbable), invente un nombre, escoja una imagen genérica y no incluya números de teléfono.
Además, opte siempre por no almacenar su tarjeta de crédito o número de cuenta, aunque deba ingresarla por cada transacción. “Si lo medita, tendrá que hacerlo menos de 5 veces al año. Si se produce una brecha de seguridad, su información no se verá afectada”. Y si el juguete le pide crear una cuenta, genere contraseñas fuertes y que no sean las mismas que usa en otro lado, como las redes sociales. (F)