Imagen corporal y autoestima
Si tan solo pudiéramos cambiar ciertas cosas de nuestro aspecto estaríamos finalmente contentos, ¿cierto? La respuesta no es tan sencilla.
Tener dudas sobre la apariencia es normal durante la adolescencia, cuando el cuerpo cambia constantemente hasta adquirir la forma adulta, al igual que la mente, y con ellos la autoimagen. Pero quedar atrapado en lo que percibimos como negativo puede dañar la propia estima. Imagen corporal y autoestima están estrechamente ligadas con la manera en que se ve, se piensa y se siente el cuerpo.
Es decir que el aprecio por el propio físico está en relación directa con el autoconocimiento, explica el psicólogo clínico Samuel Merlano. “Debemos conocer más de nosotros, tanto fortalezas como debilidades, para así comprender mejor nuestras actitudes, nuestra forma de ser, nuestros traumas”.
Sin conocernos, reflexiona Merlano, hay dificultad para proyectar una autoestima estable y madura. ¿Qué se puede hacer? El psicólogo sugiere ejercicios de introspección (autoanálisis), además de prácticas grupales de ayuda y confrontación destinados a descubrir cuáles son esas actitudes que hacen que se estanquen las buenas relaciones con otros, la colaboración y la propia aceptación.
¿Qué influye en la autoestima?
“El corazón alegre hermosea el rostro”, dice el psicólogo clínico Jorge Tello, citando un antiguo proverbio. Recuerda una consulta, hace años, de una persona que tenía una visión distorsionada de su cuerpo. “Doctor, no puedo mirar a una mujer cara a cara, pues temo que me rechace al ver mis piernas torcidas”. ¿De dónde había sacado esa idea? Tello no observó nada de eso en el paciente que tenía enfrente. Pero este insistió en que así era. Se había convencido de ello de niño; a los 8 años, sus compañeros de fútbol lo habían apodado Garrincha, y al averiguar sobre el seleccionado brasileño, más que reparar en sus éxitos se fijó en que el sobrenombre se debía a las piernas arqueadas. Asumió que esa era la causa de que lo hubieran comparado con él.
También, prosigue Tello, conoció a un hombre que pudo haber sido considerado el más feo y a la vez el más agradable. “De niño cayó en los carbones encendidos sobre los que la mamá preparaba la comida. Eso le desfiguró completamente el rostro. Pero aprendió a aceptarse. Se dio cuenta de que podría haber muerto o haber quedado postrado. Estaba vivo y tenía excelente salud. Aprendió a sonreír, comprendía las miradas de rechazo inicial. Luego lo aceptaban y llegaban a querer. Un día me dijo: Si yo no me quería, no podía pedir a otros que me quisieran”.
Resistir la presión
La publicidad, la moda y otras fuentes de imágenes rara vez consideran la diversidad de características físicas humanas, y Merlano advierte que, a más de conocerse y estimarse, es necesario mantener un equilibrio entre la vida material y la espiritual. También beneficia meditar qué es la belleza física y las distintas formas de expresión que existen.
Sugiere desarrollar proyectos de vida que permitan un enfoque más holístico (integral) de la vida y desarrollar valores de la existencia, más allá de las tendencias sociales modernas y posmodernas.
Además, Merlano considera que una pobre autoestima no es inofensiva, porque lastima a quien la padece y afecta a quienes lo rodean. Solo se puede apreciar verdaderamente a los demás cuando hay equilibrio y una visión amplia de la vida.
“Sin estos aspectos, será muy difícil valorar al otro, porque la persona se comparará siempre con los demás y esto generará envidia hacia aquellos a los que considere mejores físicamente, le creará complejos, obsesión por cambiar y una rendición al culto del cuerpo”.
Cambiar, no a cualquier precio
¿Justifica el descontento recurrir a métodos extremos con tal de cambiar el aspecto? Muy profundamente, dice Merlano, buscamos la perfección en todos los aspectos de la vida. “Lo vemos en las artes y en las ciencias. El cuerpo se escapa a esto. El problema es embarcarse en esa aventura del perfeccionamiento sin preguntarse ¿qué es la belleza?, ¿cuál es la motivación de mi cambio?, ¿tengo problemas de autoestima?, ¿tengo un problema de percepción, como sucede en casos de anorexia?”.
Hay una delgada línea, opina Merlano, en saber cuál es el límite para las modificaciones y en encontrar las razones para hacerlo. “Considero que toda persona que quiera someterse a cualquier cambio físico debería pasar por una evaluación psicológica y un tratamiento, si corresponde. Que se autodescubra”. Después, el método que use para mudar su aspecto es irrelevante, mientras cumpla con los criterios profesionales de alta calidad.
“Muchos están descontentos con su cuerpo y buscan cambiarlo, pensando que así la autoestima mejorará”, comenta Tello, quien acepta que hay situaciones en las que retocar ciertas partes del cuerpo es justificado. “Pero, en mi experiencia, lo que mejora la autoestima y la imagen corporal de una persona es una actitud positiva hacia sí misma y hacia los demás, alegre, con sentido del humor, que hace que podamos ver hermosas a las personas”, incluyéndonos. (D.V.) (F)