A olvidar la lasitud
Ese cansancio o abatimiento que siente puede ser por factores psicológicos, físicos o características de la personalidad.
Teodora, de 50 años, es una maestra artesana en manualidades, que luchó tanto en la vida para sacar adelante a sus hijos. Pero, aunque lo intentó por años, dice, no se dio lo que aspiraba para ellos: comprarles una casa, verlos convertidos en profesionales y sobre todo que sean independientes.
“La insatisfacción que siento me provocó una tremenda decepción, aunque pocos lo saben. Entré en un estado de cansancio o agotamiento, pero no de tipo físico, sino de aquel que me impide seguir luchando. He hecho de todo con honestidad para mejorar mi situación económica, pero no se ha dado. Ahora, simplemente tendré que conformarme y creer que un día mis hijos podrán lograr por ellos mismos lo que yo no les pude dar”.
Óscar, de 36, en cambio, está muy cansado de la vida que lleva. Él tiene cuatro años trabajando en un horario que debe de cubrir de cinco de la tarde a ocho de la mañana y cuando llega a su casa en el día no descansa, por lo que asegura estar harto de todo.
“No tienen idea de lo agotado que estoy, sobre todo, porque tengo que seguir pendiente de los asuntos familiares y personales en lugar de acostarme a dormir cuando llego a casa. Esto me ha provocado no solo irritabilidad, sino falta de fuerza y fatiga”.
Teodora y Óscar forman parte de aquellos que han caído en un estado de lasitud. Un término poco conocido en psicología, pero que en el área de la salud se emplea para referirse a síntomas de astenia, debilidad, cansancio, falta de fuerza, fatiga, agotamiento o letargo.
Para la psicóloga clínica Silvia Cordero Encalada, la lasitud tiene varios causales. Puede ser por un esfuerzo intelectual, físico, emocional, por la falta de descanso o de sueño. Incluso por desilusión, desmotivación, irritabilidad, aburrimiento, hastío o trabajo excesivo.
La falta de fuerza sin que nada lo justifique, agrega, puede ser un síntoma de una enfermedad física o psicológica (depresión). Por eso es preciso diferenciar el cansancio normal por alguna causa que lo genera, del cansancio patológico, anormal y desproporcionado, que se presenta sin haber trabajado de forma excesiva.
“En nuestro medio puede haber un porcentaje de personas que padezcan lasitud ante la vida y puede darse independientemente de la condición sociocultural, de su historia de enfermedad o personalidad”, asegura.
“Son sujetos que por no sentir pertenencia, ni aceptación en su familia, manejan su vida emocional desmotivada, con baja autoestima y con una concepción equivocada de su persona, especialmente por vivir hechos dolorosos continuos desatando una tensión emocional”.
El doctor Eduardo Santillán Sosa, terapeuta de individuos, parejas y familias, explica que, en ocasiones, las personas pueden padecer de astenia o debilidad, tanto psíquica como muscular, caracterizada por la falta de energía y la pérdida de entusiasmo, por ser víctima de un duelo, conclusión amorosa o dificultades de pareja o familia.
Además, agrega, por insatisfacción en los estudios, ineficiencia ocupacional que se manifiesta cuando no se cumple con los plazos o tiempos establecidos para la concreción de actividades o avances de las mismas, por enfermedades gastrointestinales e infecciosas, insomnio o exceso al dormir. Incluso por actividades de escape laboral o académico: comer, fumar, beber, vagar por internet, entre otras, como medios de escape.
Aún no existe una teoría concreta al respecto, menciona Santillán, en algunos casos se debe a una variación en los ciclos hormonales. En dicho caso, su origen se encuentra en el hipotálamo, que es una glándula localizada en el cerebro que regula, entre otros aspectos, la temperatura corporal, sed, apetito, sueño y vigilia.
Asimismo, menciona, segrega hormonas y neurotransmisores como las feniletilaminas, que son parecidas a las anfetaminas, encargadas de provocar euforia. También las betaendorfinas, responsables del optimismo vital, y las serotoninas, llamadas las hormonas de la felicidad.
“Esto puede tener cierta semejanza a la Astenia Primaveral o a la Depresión Invernal, ambas no aplican en nuestro medio porque corresponden a lugares donde existen cuatro estaciones”.
Sin atractivo para los demás
Las personas que siempre andan cansadas o lentas y que trasmiten esa imagen a otros, no son atractivas para los demás y se vuelven repelentes. Por lo tanto, asegura Santillán, tienen dificultades para ser aceptadas en los entornos sociales a los que tienen acceso, sean estos familiares, comunales, académicos, profesionales, laborales, culturales o deportivos.
Su rendimiento laboral será menor por su disminución motivacional, energética y carencia de relaciones interpersonales constructivas, dada su dificultad para tener empatía y comunicarse apropiadamente. Razón por la cual no debe de extrañar que duren poco en las entidades donde trabajan o que tengan poco éxito en autotrabajo.
Aunque, dice Encalada, quienes tienen una respuesta de lasitud pueden llegar a ser exitosos siempre y cuando manejen un plan de acción en sus vidas después de haber identificado y buscado la causa de esta respuesta.
Es importante, menciona Santillán, la ayuda profesional porque en muchos de los casos la lasitud es una situación aprendida. De lo contrario, se deriva el malestar de hábitos negativos cognitivos o afectivos o en ciertos casos de una descompensación endocrina (hormonal).
“Existen también situaciones de fatiga crónica, lupus o distimia (depresión menor) que podrían afectar. No debemos olvidar que una inadecuada alimentación e hidratación es totalmente determinante”.
Ocho pasos para tener energía
Para Santillán, es verdad que uno puede aprender el desgano (también puede desaprenderlo con ayuda profesional). Por ello, en el caso de que alguien se haya criado en un ámbito familiar donde la subcultura haya sido la carencia de energía, el cansancio, la desmotivación, la depresividad o la anhedonia (ausencia de placer); o en donde hayan existido personas referenciales que hayan padecido de dichas dolencias, recomienda practicar los ocho pasos siguientes para llevar una vida con energía:
- Organice su alimentación, teniendo como prioridad: verduras, frutas, hortalizas combinadas con farináceos (arroz, pasta, legumbres, papas, mellocos, camotes, remolachas, etc.), sin restringir los alimentos de origen animal (carne, huevos y lácteos moderadamente). Existen alimentos que favorecen la producción de serotonina: cereales integrales, aceite de oliva, pescado de mar, nueces, semillas de girasol y quesos frescos.
- Mantenga su organismo hidratado. Ingiera de dos litros a tres de agua al día, puede incluir jugos, batidos, zumos, cremas, caldos, entre otros.
- Procure dormir de siete horas y media a ocho horas diarias ininterrumpidas. Si es posible efectúe una siesta de máximo 20 minutos.
- No fume, tome pocas bebidas alcohólicas, energizantes y café.
- Haga ejercicios (moderados) en un inicio al menos tres veces por semana. Procure caminar al menos quince minutos diarios seis veces a la semana.
- Procure tener un horario coherente y razonable para descansar, dormir y alimentarse.
- Cultive su espiritualidad, así como valores y principios éticos.
- Rodéese de personas positivas, emprendedoras y energéticas que tengan una buena razón de vivir y hábitos constructivos. Si los síntomas persisten acuda a un especialista.
Recuerde: El padecimiento de lasitud independientemente de su causa, también está rel acionada con los recursos psicológicos (forma de pensar, creencias, sentimientos...) de cada persona.
Las personas que siempre andan cansadas o lentas y que transmiten esa imagen a otros no son atractivas para los demás y se vuelven repelentes”.
Dr. Eduardo Santillán
Mejorar su vida
Silvia Cordero sugiere las siguientes recomendaciones para dejar de padecer de lasitud psicológica:
- Identificar que tiene lasitud.
- Automotivarse.
- Educar la voluntad.Realizar un plan de acción que permita desarrollar fortaleza.
- Conectarse con personas que le generen pensamientos positivos, vitalidad y entusiasmo.
- Si padece de una enfermedad física, tratarla con el especialista.
- Buscar un profesional en el área de la salud.