Críticos y criticados
La sociedad coloca a los individuos en ambos frentes. Pueden ser víctimas de críticas y también pueden estar en la necesidad de darlas. ¿Cuál es la mejor actitud en ambos casos?
Todos estamos expuestos a ella. En algunos casos la pedimos, pero casi siempre llega de forma inesperada. La crítica es ese elemento social necesario para mejorar, construir e innovar, pero que al mismo tiempo es tan difícil de digerir. Incluso los comentarios bien intencionados de familiares o amigos pueden hacernos sentir señalados si no tenemos la madurez y la actitud necesarias.
En otras ocasiones, la crítica no necesita ser verbalizada. Basta con una mirada de desaprobación para sentir todo su peso cayendo sobre nosotros.
También puede venir disfrazada a través de preguntas de aparente interés como “¿vas a ponerte ese vestido?”, “¿esa es la carrera que quieres estudiar?” o “¿ella es tu novia?”, que en realidad esconden un juicio sobre el objeto, situación o persona al que hacen referencia.
Sin embargo, sin importar lo molesta o inoportuna que pueda parecer, los especialistas recomiendan no descalificar estos comentarios rápidamente por nuestro orgullo o amor propio. A veces es necesario escuchar, discernir y aprovechar lo mejor de la crítica para nuestro propio beneficio.
Muy necesaria
De acuerdo con la psicóloga clínica Paquita Arízaga, el desarrollo del pensamiento crítico en la sociedad es vital. “La opinión de todos es válida”, dice. “Y nos permite mejorar y rectificar”.
Con esta opinión concuerda el también psicólogo clínico Christian Betancourt, quien afirma que una actitud crítica permite tener un criterio más objetivo sobre los puntos fuertes y débiles de las naciones. “De tal manera que las fortalezas puedan aprovecharse al máximo en beneficio de los ciudadanos y las debilidades, como oportunidades para mejorar y diseñar estrategias que resulten en los cambios que necesita una determinada sociedad”, sostiene.
Sin embargo, es normal que, debido a nuestra naturaleza, tengamos reacciones emocionales cuando alguien cuestiona nuestras decisiones personales o laborales, gustos o cualquier ámbito que consideramos íntimo.
Betancourt sostiene que algunas personas son más susceptibles a los comentarios de otros. “Por lo general las personas con una personalidad dependiente (pasivos, inseguros, necesitan la aprobación de otros, indecisos, etcétera) suelen resentirse ante las críticas recibidas por las personas que las rodean, incluso con aquellas que se encuentran dentro de su círculo de confianza”, explica.
Arízaga destaca también el caso de los adolescentes, quienes pueden ser otro blanco fácil. “En esta época, la opinión de los otros es muy importante”, dice. Para protegerlos, la especialista resalta el rol que deben cumplir los padres al fomentar una alta estima y seguridad en ellos, a través de palabras de ánimo y otras demostraciones de amor filial.
Aprender a diferenciar
Según la intención con la que se dice, la crítica puede tener tintes positivos o negativos.
La primera se caracteriza por ser asertiva, comenta Arízaga, y ofrece la oportunidad de corregir y mejorar acciones o comportamientos, no es ofensiva y es expresada con tacto, teniendo en cuenta los sentimientos de la otra persona.
Por el contrario, una crítica mala se enfoca en resaltar los errores cometidos. “Generalmente es negativa cuando hay reproches, suena a queja y sobre todo cuando termina en una discusión, cualquiera que sea el escenario en que se desarrolle”, explica Betancourt.
Esta discriminación es necesaria para saber qué críticas tomar en consideración y cuáles descartar. Lo importante, expresa Arízaga, es recibirlas con madurez y tolerancia.
“Es recomendable que la persona trate de mantenerse calmada y se esfuerce por interpretar bien la situación, ver de dónde proviene y si siente que ha sido ofendida, lo mejor es dialogar y expresar sus sentimientos”, aconseja Betancourt. Entonces, la conversación subsanará cualquier situación que, si no es aclarada a tiempo, puede derivar en relaciones conflictivas.
Al decir una crítica
Si es difícil recibirla, dar una crítica tampoco es sencillo. La mejor manera de hacerlo, dice Betancourt, es a través de un diálogo en el que empecemos indicando la alta estima que sentimos por esa persona y luego dar nuestros comentarios, sin olvidar enfatizar que nuestro objetivo es ayudarlos a tomar una buena decisión.
Es importante también considerar el grado de confianza que existe entre ambos individuos y el periodo de conocimiento mutuo. “Si siente que no tiene mucha confianza con la otra persona, trate de ser muy sutil al manifestar una opinión. Si considera que, por el poco conocimiento que tiene de la otra persona, su comentario puede ser mal interpretado, mejor abstenerse de hacerlo y ser prudentes”, sostiene Betancourt.
“Una crítica negativa puede destruir una vida”, enfatiza Arízaga. “Por eso, antes de emitir un comentario, hay que ser muy cuidadoso en lo que se dice, a quién se lo dice y cómo se lo dice. Debemos colaborar con ideas nuevas que ayuden al proyecto o con sus respectivas correcciones, pero todo dentro de un marco de buena fe y voluntad de ayudar” (D.L.A.).
Una crítica es negativa cuando hay reproches, cuando suena a queja y sobre todo cuando termina en una discusión, cualquiera que sea el escenario en que se desarrolle”, Christian Betancourt