El noviazgo ¡La plena!

03 de Junio de 2012
Sheyla Mosquera de Calderón

Foro

¿Cree que vivir juntos antes de casarse garantiza un buen matrimonio?Participe

Las relaciones amorosas ya no son tan tradicionales como antes. Ahora, algunas parejas de novios prefieren conocerse mejor antes del matrimonio. Varios profesionales  dan claves para que sean exitosas.

En el mundo, en una época de  la historia, los noviazgos y matrimonios eran “arreglados” por las familias. Para la mujer de antaño lo más importante era casarse “bien”, es decir, con un hombre preparado y solvente económicamente, sobre todo, porque no tenía que estudiar una profesión y su rol en el hogar era ser madre, cuidar a los hijos y obedecer al marido.

Actualmente, debido al acceso que tienen las mujeres a diversas profesiones y a ocupar cargos que antes eran destinados para los hombres, ellas piensan primero en estudiar una carrera y dejan el noviazgo para después, según el psiquiatra y sexólogo Rodolfo Rodríguez Castelo.

También, agrega, las costumbres han cambiado. Lamentablemente, hay una mayor liberalidad en las relaciones íntimas, sin tener la preparación suficiente para evitar los embarazos no deseados, especialmente entre adolescentes, y las infecciones de transmisión sexual.

Para el psicólogo clínico Samuel Merlano, los paradigmas que se manejan hoy en día en el noviazgo son muy diferentes y hasta el lenguaje ha cambiado. Las parejas más jóvenes suelen decir: Estamos amarrados, mientras que los adultos establecen que solo tienen una relación con alguien y dejan a un lado el compromiso formal.

Unas, agrega, deciden vivir juntas sin casarse para conocerse mejor y por si encuentran compatibilidad para establecer una relación madura y estable. O para evitar los papeleos y los compromisos que genera el matrimonio.

Otras parejas, en cambio, extienden su relación de enamoramiento por muchos años y cuando se casan terminan luego de cierto tiempo, en algunos casos, divorciados.

Un ejemplo de ese tipo de vínculo es el de Ana Cristina y Leonardo (nombres ficticios). Durante los nueve años que tuvieron de enamorados compartieron los mismos gustos e intereses profesionales, pero al poco tiempo de casados empezaron los problemas.
 
“Nos casamos cuando teníamos 29 años. Nuestra relación cayó en el aburrimiento y las peleas llegaron con el desinterés de Leonardo por trabajar. Se acostumbró a que lo mantuviera y esa irresponsabilidad no iba conmigo. A los siete meses nos divorciamos. Ahora que soy más madura, creo que antes de volver a casarme debo aprender a comunicarme mejor con mi  novio  y estar segura de que compartimos el mismo proyecto de vida”.

Y precisamente para que los novios puedan mantener una  relación amorosa duradera y conservadora, varios psicólogos sugieren prepararse y tomar en cuenta ciertos factores que podrían incidir en el éxito o fracaso del vínculo matrimonial. Para ello  mencionan algunos puntos claves.

Roles en el hogar

Los novios deben considerar dentro de la planificación de su boda no solo dónde van a vivir, dónde será la fiesta, cuántos invitados tendrán, cómo se van a sostener o cuántos hijos van a tener, sino que deben ponerse de acuerdo acerca de las funciones que cada uno deberá cumplir en  el hogar y que muchas veces no lo hacen. Para eso, dice la psicóloga y orientadora familiar Toyi de Jácome, se recomienda buscar ayuda y orientación de profesionales, especialmente asistiendo a cursos prematrimoniales, para evitar ser lastimados por los conflictos que aparecen a causa de no tener claridad en este asunto.

Si los novios no hablan sobre cuál es el papel que cada uno deberá ejercer en el hogar, tendrán en la convivencia mucha confusión adherida a los problemas que se presentan durante la primera etapa del matrimonio, que es el periodo de adaptación, como: intromisión de roles a causa del desconocimiento de los mismos, heridas por falsos patrones aprendidos en sus hogares de origen  por abuso y maltrato verbal, psicológico o físico, entre otros, que conllevan a la separación y el divorcio.

El esposo, por ejemplo, junto con la esposa, deberá guiar a sus hijos en el ámbito espiritual y emocional.  Además tendrá que ejercer autoridad, con amor y respeto, porque así da estabilidad y seguridad a la familia. Incluso ser proveedor no solo en las necesidades económicas, sino en todo lo que implica la integridad: consolar, proteger y no lastimar ni a su esposa ni a sus vástagos, sobre todo, reafirmar el amor que les tiene, no solo con palabras sino con acciones. También tendrá que cuidarse en la apariencia física.

Mientras que la esposa deberá apoyar a su esposo en la toma de decisiones y ayudarlo a fortalecer su liderazgo en el hogar, sobre todo, nunca intentar debilitar ni eliminar dicha autoridad, menos tomar partido con los hijos. Al igual que el esposo, la mujer debe estar siempre arreglada y ser la amante que su esposo desea.

Incluso, dice, ambos deben compartir las tareas del hogar y cuidarse en la manera de hablar: no decir palabras ásperas, ni gritos. Y si sucede, dar lugar al perdón sin guardar los agravios que se han hecho. 

Por último, si los cónyuges cumplen y desempeñan sus respectivos papeles, por el bien común del hogar, el resultado será una atmósfera de confianza y seguridad donde ambos van a crecer y madurar.

Planificación familiar

Según Carmen Zea de Martínez, magíster en terapia familiar y educadora sexual, es muy importante que los novios tengan muy claro cuáles son las expectativas que tienen en relación con la llegada de los hijos. Por ejemplo, pensar en cuándo y cuántos desean tener, cómo será su crianza, cómo solventarán los gastos y cómo van a planificar si quieren posponer un embarazo.

Generalmente, agrega, se tiene la imagen de que la familia perfecta está compuesta por los padres unidos por los hijos (familia nuclear), pero los vástagos no son una consecuencia lógica del matrimonio. Por ello es necesario pensar en qué pasaría si un miembro de la pareja no puede concebir aun sometiéndose a tratamientos de fertilización asistida. Si es así, ¿están dispuestos a la adopción? y ¿qué pasaría si un miembro de la pareja no desea tener descendencia?

Una relación de pareja, dice Zea, se compone de dos y todo proyecto, sea este económico o familiar, tiene que ser concebido por ambas partes, si no lo más probable es que la relación no marche, ya que los intereses no son los mismos y en este aspecto los hijos serán una decisión en tanto en cuanto así lo decida la pareja.

Problemas familiares

Se dice que ninguna mujer es lo suficientemente buena para un hijo y ningún hombre para una hija. Por eso durante el noviazgo suele haber roces con los familiares políticos. 

Según la psicóloga clínica Cecilia Chávez Bowen de Larrea, mientras algunas situaciones cambian al casarse, otras siguen y hasta pueden empeorar.
“Lo importante es dar a nuestra pareja su lugar en nuestra familia. Incluso, a veces, hay que presionar un poco y hacer notar que si nuestro cónyuge no es bien recibido, tampoco nosotros”.

Hay que considerar también, agrega, que el amor que siente nuestra pareja por sus padres es igual al que nosotros sentimos por los nuestros. Por eso pelear con los suegros no ayuda a que la pareja se consolide. “Si ellos hacen un desplante, no hay que responder con otro desplante”.

Ahora, en caso de haber suegras celosas, que se entrometen en las relaciones de sus  hijos, es mejor poner límites. Los novios deben hablar con sus padres para que comprendan y acepten a quien eligieron. 

También, dice Chávez, cada nuevo hogar puede iniciar tradiciones propias, como invitar a ambas familias a la casa de uno, en lugar de “corretear” de un sitio a otro.

Honestidad sobre la salud

Según el psiquiatra Salvador Peralta, toda pareja que va a formalizar debe ser honesta, sobre todo en lo relacionado con su salud.

En el supuesto de que uno de los futuros esposos se encuentre padeciendo, por ejemplo, una enfermedad mental (esquizofrenia, trastorno bipolar, entre otros), aunque esté sin síntomas, debe comunicárselo a su pareja, ya que existe la posibilidad de sufrir en algún momento una recaída, espontánea o por descuido en el tratamiento. Incluso debido a que estas enfermedades son de base genética es importante acudir a un especialista que los oriente en los porcentajes de riesgos para sus futuros hijos.

Hormonas del amor

Según la psiquiatra y sexóloga Consuelo Camacho, existe un sinnúmero de sustancias químicas que intervienen tanto en el enamoramiento como en el mantenimiento del amor.

La DHEA (dihidroepiandrosterona) es la madre de las hormonas sexuales y está detrás de nuestro poder de atracción, impulso y respuesta sexual, incluso de esta se derivan las feromonas (transmitidas de un individuo a otro a través del olor y son responsables, en parte, de la elección de pareja).

También, agrega, participa la molécula del amor llamada FEA (feniletilamina), que produce los síntomas del enamoramiento y cuya acción intermitente se mantiene solo por cuatro años y a partir de este tiempo empieza a disminuir. Por ello se habla de que ocurre una crisis de pasión y que el amor ha terminado, pero no es así, ya que existen otras sustancias que también interactúan y son responsables del mantenimiento del amor, como son las endorfinas, vasopresina u oxitocina, que aumentan el vínculo, el apego, el cariño y se liberan en grandes cantidades en la relación sexual, más aún si hay orgasmos y un nexo afectivo.

Por último, dice, estas sustancias químicas se retroalimentan con los aspectos psicológicos tanto del individuo como de la pareja y van a ser las responsables de que ese enamoramiento se vaya transformando en amor y que perdure para toda la vida.

Incompatibilidad religiosa

Tener distinta religión puede causar varios conflictos durante la relación conyugal, por eso lo ideal sería, según el psicólogo clínico Gabriel Moreno Layana, pertenecer a la misma, porque así compartirán similares intereses y realizarán actividades juntos.

Incluso existirán menos desacuerdos en los modos de disciplinar y educar a los hijos.

Otra situación que puede generar dificultad en la relación es cuando uno de los miembros de la pareja intenta convencer al otro de abandonar su religión por la que este considera adecuada. En aquel momento la diferencia en doctrinas puede pasar a ser un tema en el que se ponga en juego el respeto a las decisiones y a la individualidad del otro. Incluso pueden traer inconvenientes en la crianza de los hijos. Para los niños es de importancia vital explicar sus orígenes y definir los límites de lo bueno y lo malo.

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