Calme la gota

El exceso y acumulación de ácido úrico en el organismo puede inflamar las articulaciones. Aprenda cómo pasarla mejor.

Ese dolor que siente en los codos, en las rodillas, en el tobillo y especialmente en el primer dedo del pie, es probable que se deba a un padecimiento llamado gota.

Según el reumatólogo Carlos Ríos Acosta, esta es una forma de artritis que causa inflamación en las articulaciones. Se produce cuando los niveles de ácido úrico en la sangre se encuentran elevados a causa del déficit de la enzima llamada uricasa, que es la encargada de metabolizarlo y regularlo.

La mayor parte del ácido úrico se disuelve en la sangre y viaja a los riñones, donde sale a través de la orina. Pero si el cuerpo produce demasiado ácido úrico o no lo elimina lo suficiente, la persona se puede enfermar.

La gota es más frecuente en los hombres y suele asociarse a otras enfermedades como diabetes, hipertensión, obesidad, hiperlipidemia. También la relacionan con la genética y el consumo de algunos medicamentos como los diuréticos que pueden exacerbarla.

Además, dice el reumatólogo Luis Zurita, también se puede desarrollar en aquellos pacientes que padecen insuficiencia renal o están con tratamiento de ciertos cánceres con quimioterapia, entre otras, porque pueden interferir con la eliminación del ácido úrico del cuerpo.

El diagnóstico definitivo de la gota, agrega, únicamente se lo puede lograr haciendo un estudio del líquido sinovial localizado alrededor de las articulaciones y en donde se acumulan los cristales de monourato sódico (ácido úrico).

Sin embargo, cuando no es posible realizar tal prueba, hay que investigar el nivel elevado de ácido úrico en plasma. Para ello se debe tomar en cuenta que alguien sano también puede tenerlo aumentado y que solo el 20% de los pacientes con gota, en el momento de la crisis dolorosa, tiene el ácido úrico normal, por lo que no es un buen discriminador. Otra ayuda es valorarlo en orina de 24 horas, lo que está elevado en 80% de los pacientes con gota.

Calmar el dolor

Según Ríos, aunque la gota no tiene cura, hay que controlarla, de lo contrario puede transformarse en tofácea o crónica, que es la aparición de acúmulos o depósitos de ácido úrico alrededor de las articulaciones, lo que provocaría daño y destrucción articular, con su subsecuente discapacidad.

Zurita explica que cuando la gota manifiesta una crisis dolorosa (aguda), es necesario tratarla con medicamentos antiinflamatorios no esteroideos para calmar el dolor y la inflamación. Incluso, en ocasiones, se debe aplicar, de manera intraarticular, corticoides.

“También es importante saber que la gota es recurrente (regresa con frecuencia ) y para evitar que esto suceda se debe utilizar colchicina por un periodo aproximado de 6 a 12 meses, porque ayuda a reducir el dolor, la hinchazón y la inflamación”.

Asimismo, agrega, cuando hay niveles elevados de ácido úrico y la presencia de una gota recurrente es necesario tratarlo con alopurinol para reducir la síntesis de ácido úrico, el que se debe mantener de forma permanente y, además, procurar que los niveles de ácido úrico en el paciente sean inferiores a 5 mg/dl (S.M.d.C)