Cáncer en la sangre
La leucemia es una enfermedad maligna que diagnosticada y tratada a tiempo se cura. En Solca se emplean drogas que atacan a la proteína de la célula alterada.
La leucemia es un tipo de cáncer que se anida en la médula del hueso, que es la que produce las células de la sangre: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. Los primeros llevan el oxígeno a todas las partes del cuerpo, los segundos combaten las infecciones y las últimas ayudan a mantener una adecuada coagulación.
La presencia de anemia, defensas bajas y hematomas (moretones) en la piel hacen sospechar un daño medular que lleva a pensar en la posibilidad de tener cáncer en la sangre, dice la hematóloga Bella Maldonado Guerrero, jefa de la Unidad de Trasplante de Médula Ósea de la Sociedad de Lucha contra el Cáncer del Ecuador (Solca).
Para comprobar si tiene células leucémicas, agrega, el paciente debe someterse a un examen llamado punción medular, que consiste en la extracción de una pequeña cantidad de tejido de la médula ósea para su análisis. Si el resultado indica que tiene una concentración muy alta de glóbulos blancos (leucocitos) anormales, entonces se comprueba que tiene leucemia.
Según el Instituto Nacional del Cáncer de los EE.UU., a diferencia de las células sanguíneas normales, las leucémicas no mueren cuando deberían hacerlo, sino que se aglomeran alrededor de los leucocitos, de los glóbulos rojos (eritrocitos) y de las plaquetas. Esto dificulta el funcionamiento de las células sanguíneas normales.
También, dice Maldonado, hay que realizar estudios específicos como citometría de flujo, citogenética y biología molecular. Con la primera se analizan las características y el porcentaje de las células inmaduras; con la segunda, la estructura y anormalidad de los cromosomas (cariotipo); y con la tercera, los trastornos a nivel de las moléculas.
Tales exámenes permiten determinar qué tipo o subtipo de leucemia aqueja al paciente, ya que se conocen algunas. Pero la ciencia médica las ha clasificado en dos grandes grupos: agudas y crónicas.
Las leucemias agudas son propias de los niños y de gente joven. En estas, las células que proliferan son inmaduras y no pueden realizar ninguna de las funciones de los leucocitos normales. Además, aparecen en cuerpos que pueden soportar tratamientos muy agresivos con drogas intravenosas, destinados a matar células fuertes. Estos se administran a nivel hospitalario.
Las leucemias crónicas, en cambio, son propias de las personas adultas y en su evolución avanzan lentamente, por eso son más llevaderas y pueden tratarse con medicina oral a nivel domiciliario.
Clasificación celular
La leucemia tanto aguda como crónica puede afectar a las células linfoides o a las células mieloides que nacen de la célula madre que está en la médula ósea. Si la malignidad afecta a las linfoides, se llamará leucemia linfoblástica aguda o linfocítica crónica, y si daña a las mieloides, se denomina leucemia mieloide aguda o mieloide crónica.
Todas las leucemias, agrega Maldonado, son de origen desconocido, solo las de tipo mieloide se las ha relacionado como factor causal con la exposición a las radiaciones gamma, por la cantidad de casos observados después de la explosión de la bomba en Hiroshima, en 1945.
En los niños, la más frecuente es la linfoblástica aguda, pues cada año llegan más de 70 nuevos casos a Pediatría de Solca, en comparación con las de tipo mieloide, cuya frecuencia anual es de 10 a 12 pacientes. En el adulto, en cambio, las agudas tienen una frecuencia de 35 casos nuevos por año, están casi a la par a las de tipo linfoide (52%) y mieloide (48%).
La leucemia linfoblástica aguda es la de mejor pronóstico, pues del 80% a 90% se curan con quimioterapia convencional. Del 10% al 20% restante corresponde al paciente que presenta algún dato de alto riesgo al momento del diagnóstico, como son edad menor a un año o superior a los 10, cifras de glóbulos blancos altos (más de 30.000) o presencia de alteraciones cromosómicas, por ejemplo, el cromosoma Filadelfia.
“Estar en un grupo de alto riesgo significa tener alta probabilidad de recaer o no responder adecuadamente al tratamiento convencional; se puede llegar a requerir incluso otros más intensivos como el trasplante de médula ósea”.
Dice la genética
Según el genetista Juan Carlos Ruiz Cabezas, se pensaba que un gen era responsable del cáncer, pero ahora se conoce que el problema está en una de tantas proteínas de los genes que intervienen en el proceso de trasmisión de la señal de estas hacia el núcleo de la célula.
Cuando se sospecha que un paciente tiene un tipo específico de leucemia, es porque tiene alteraciones crípticas, que representan signos indiscutibles de que está presente una patología. Por ejemplo, la translocación 9:22 (alteración cromosómica) es responsable de un buen porcentaje de las leucemias mieloides crónicas, que le permiten al paciente recibir tratamiento oral con opción de curación. No ocurre igual cuando esta misma alteración cromosómica se presenta en una persona con leucemia linfoblástica aguda, en la que constituye un factor de alto riesgo.
Solca tiene un equipo PCR (reacción de la polimerasa en tiempo real) con el que se detectaron 29 mutaciones de los genes que están relacionadas con el cáncer, dice Ruiz. Actualmente también se puede conocer si el paciente es susceptible a determinado medicamento, pudiendo ser tratado de manera individual y con la droga específica que le hará bien. Estos exámenes aún no se hacen aquí, se los manda a realizar al extranjero. “La idea es hacerlos aquí y esperamos que sea el año próximo”, asegura.
Medicamentos biológicos
Maldonado agrega que si el paciente tiene leucemia linfoblástica aguda y la translocación 9:22, debe recibir, además de los tratamientos convencionales, un bloqueante de la enzima tirosina cinasa llamado Imatinib, que se comenzó a administrar en Solca desde el 2000, año en el que un número de pacientes participó de un estudio para probar la eficacia de esta droga.
“En mayo del 2001, la FDA (Administración de Alimentos y Fármacos de EE.UU., por sus siglas en inglés) aprobó su empleo en pacientes con leucemia mieloide crónica y desde ahí lo administramos con éxito, pues ofrece una sobrevida libre de enfermedad superior a los diez años, manteniéndose con calidad de vida útil, sin necesidad de llegar al trasplante de médula ósea. Actualmente tenemos nuevas moléculas como el dasatinib y el nilotinib, para pacientes que presenten resistencia al imatinib o muestren nuevas translocaciones”.
El sunitimib, según se lo menciona en un estudio publicado en The New York Times, es familia de los que se emplean en Solca. “Aquí no lo usamos porque no fue probado en leucemia, sino para cáncer de próstata”, asegura Maldonado.
Ella refiere que los esquemas de tratamiento que en Ecuador se realizan son los mismos que se usan en el mundo, porque son universales y con protocolos de administración unificados.
Sin embargo, en el exterior hay mayor ventaja en cuanto a los métodos diagnósticos, con técnicas moleculares que permiten avizorar las posibilidades pronósticas para cada paciente de manera individualizada.
El diagnóstico temprano es importante porque esta droga, al igual que el trasplante de médula ósea en ciertas leucemias, como la mieloide crónica, ofrece mayor éxito mientras menos tiempo transcurra entre la detección y el inicio del tratamiento.
Con los quimioterápicos se logra controlar la enfermedad y, en casos específicos, curarla, pues cada vez se obtienen fármacos más efectivos, con menos efectos colaterales.
El tratamiento convencional para la leucemia linfoblástica aguda dura unos tres años. Los primeros seis meses transcurren entre que se hospitalizan y van a casa, y luego, por dos años y medio, según los factores de riesgo con los que haya ingresado, reciben un mantenimiento oral en el domicilio. Una vez al mes acude por una ampolla de quimioterapia intravenosa, al menos el primer año.
Trasplante de médula
Si un paciente con leucemia tiene factores de alto riesgo al momento del diagnóstico o ha recaído tempranamente, dice Maldonado, tiene indicación de trasplante de médula ósea como única opción. Para ello, óptimo es contar con un hermano ciento por ciento histocompatible que le done células medulares.
El trasplante consiste en la administración de quimioterapia en muy altas dosis para borrar la enfermedad de la médula del paciente, dejando un espacio libre donde se depositan las células del donante emparentado o no emparentado.
Esta siembra, agrega Maldonado, toma de diez a doce días, y a partir de estos se espera que haya producción de células de la sangre normales, pero al mismo tiempo surge la posibilidad de que las células del paciente reconozcan como extrañas las injertadas y las rechace. (S.M.de.C)
AGENDA MÉDICA
XVIII Jornada Solaci 2012. Organizada por la Sociedad Latinoamericana de Cardiología Intervencionista (Solaci) y presidida por el Dr. Agustín Loor Viteri. Disertarán los médicos Conrad Simpfendorfer y Mehdi Shishehbor, de la Cleveland Clinic; y el Dr. Albertal, de Argentina, entre otros. Tratarán sobre síndromes coronarios agudos con y sin elevación ST, innovaciones en cardiología intervencionista, entre otros temas.
Fecha: 4 y 5 de octubre.
Lugar: Salón Isabela del Hilton Colón de Guayaquil.
Horario: De 08:00 a 18:00.
Informes: 239-2983, 269-0622
Glóbulos blancos
Llamados también leucocitos. Defienden al cuerpo contra bacterias, virus, parásitos y hongos, y contra sustancias extrañas y tumores. Hay tres tipos: monocitos, granulocitos y linfocitos B y T.
Glóbulos rojos
Dan a la sangre el color. Tienen una proteína rica en hierro conocida como hemoglobina, que recoge oxígeno de los pulmones y lo transporta a los órganos y tejidos. Cuando bajan, se produce anemia.