Hipertensión es controlable
En la medida que se incrementa la obesidad en la población se eleva el riesgo de tener presión arterial alta.
Ser hipertenso en la actualidad es un grave problema a nivel mundial. El estudio PURE, realizado en 153.996 personas en 17 países de diferentes niveles de desarrollo, demostró que el 51,5% de todos los adultos mayores de 35 años padece de presión sanguínea mayor a 140/90 mmHg).
También se determinó que apenas la mitad de los participantes hipertensos conocía de su diagnóstico, y que solo un tercio de ellos estaba siendo tratado adecuadamente para mantener controladas sus cifras de presión arterial.
El estudio indicó además que la presión sanguínea alta es la primera causa en el mundo de enfermedades cardiovasculares (ECV) y de muerte. Se asocia con al menos 7,6 millones de muertes por año en todo el mundo, lo que constituye el 13,5% de todos los fallecimientos.
La investigación, recién publicada en la revista de la Asociación Médica Americana (JAMA), estuvo encabezada por los doctores Salim Yusuf, de la Universidad de McMaster de Canadá; Patricio López-Jaramillo, de la Dirección de investigaciones de la Foscal en Colombia, y Khalid Yusoff, de la Universidad Tecnológica de Mara, en Malasia.
López-Jaramillo, quien es ecuatoriano y estuvo en el V Congreso Internacional de Aterosclerosis y Endotelio, en agosto pasado en Guayaquil, asegura que este problema de salud ha variado en los últimos años dramáticamente debido al incremento de la obesidad abdominal, que aumenta también el riesgo de hipertensión arterial. Esto, como consecuencia de la transición a una población urbanizada que ha adquirido malos hábitos alimentarios e inactividad física.
“Los individuos que tienen peso normal, pero que son barrigones acompañados de brazos y piernas flacas, poseen lo que se denomina obesidad sarcopénica y esto se asocia a resistencia a la insulina e hipertensión arterial”.
Incluso, explica, si una mujer embarazada está desnutrida, le llega poco nutriente al feto, por lo que este desarrolla el mecanismo de resistencia a la insulina, es decir, a una hormona que se produce en el páncreas, órgano que está detrás del estómago.
“El resultado es un recién nacido con bajo peso que tiene poca masa muscular y menos células en el riñón, páncreas, corazón e hígado, lo que lo hace en la vida adulta más sensible para presentar obesidad abdominal y enfermedades como la diabetes, la insuficiencia renal y cardiaca”.
La insulina permite que los músculos y las células grasas (adipositos) usen el azúcar, pero si el cuerpo deja de producirla o no lo suficiente, se origina la diabetes tipo 2, aumentando el azúcar en la sangre.
Entonces, dice López-Jaramillo, tener resistencia a la insulina e inflamación por grasa acumulada en la barriga es lo que constituye otro factor de riesgo para el desarrollo de aterosclerosis (placas duras dentro de las arterias), y al atacar un vaso es como un conducto que se cierra, ejerciendo mayor presión arterial.
“Esto es lo clásico que está sucediendo en la población del tercer mundo. Por eso, en este momento existe la epidemia de las enfermedades cardiovasculares e hipertensión.
El cardiólogo Joffre Lara Montiel, moderador en el tema ‘Controversias en hipertensión arterial’ durante el V Congreso Internacional de Aterosclerosis y Endotelio, dice que la hipertensión arterial después de la diabetes es la segunda causa más importante de insuficiencia renal terminal que requiere diálisis. “La desafortunada noticia es que ambas enfermedades coexisten en un porcentaje importante de pacientes, y potencializan los daños que provocan de manera individual sobre el riñón”.
Las sociedades que más sal consumen, agrega, son las que tienen una mayor cantidad de pacientes hipertensos, sobre todo por vivir en una era industrializada donde los productos que se compran, como galletas, panes, embutidos o productos lácteos, ya la tienen incorporada. Entonces, una dieta baja en sal ayudará a reducir las cifras de hipertensión.
Se controla
López-Jaramillo refiere que lo realmente importante es que la presión arterial puede controlarse de manera relativamente fácil con medicamentos baratos, pero que por deficiencias en el sistema de salud no se prescriben.
Actualmente existe una cápsula que cuesta 10 centavos y que contiene cuatro medicamentos a mitad de la dosis: un betabloqueador (atenolol), un diurético (hidroclorotiazida), un inhibidor del sistema renina angiotensina (ramipril) y una estatina (simvastatina).
“La combinación de estos cuatro medicamentos debe ser obligatoriamente administrada a todo paciente que ha sufrido previamente un ataque al corazón o un derrame cerebral. Al momento está en estudio su utilidad en quienes no han sufrido todavía estos eventos, pero que sus niveles de presión arterial son mayores a 140/90 mmHg y el colesterol malo (LDL) mayor a 130 mg/dl”.
Esta cápsula es parte de un programa de investigación cuyos resultados preliminares muestran una disminución de la presión arterial de 8 mmHg a 4 en la presión sistólica y una reducción de 58 mg/dl en el colesterol. Con esto se espera una disminución del 60% de posibilidades de que un paciente se infarte.
Según Lara, la prevalencia de hipertensión en Ecuador no es algo que esté muy bien definida, pero se estima que anda por alrededor del 30% en la población. Refiere que aún en los países del primer mundo cerca del 50% de los pacientes que se conocen y son tratados como hipertensos logran alcanzar las metas de la tensión arterial.
Esta enfermedad compromete al corazón, a los vasos sanguíneos arteriales y a los de la microcirculación. Es decir, el aparato circulatorio se ve sometido a una presión durante la sístole de más de 140 mmHg y en la diástole de más de 90 mmHg. La primera es el periodo de tiempo durante el cual el corazón está contrayéndose e impulsando sangre hacia la aorta; y la segunda, cuando se cierran las válvulas aórticas y el corazón entra en una fase de relajamiento para poder llenarse y volver a expulsar la sangre en la próxima contracción.
Sus peligros
Lara explica que la hipertensión es el asesino número uno en el aparato cardiovascular y que además tiene una relación directa con los llamados eventos cerebrovasculares con infarto cerebral. Sin embargo, al reducir la presión arterial estos bajan.
Con la presión arterial alta, los vasos sanguíneos van tornándose rígidos y el corazón comienza a sufrir un proceso de engrosamiento de sus paredes denominada hipertrofia ventricular, por lo tanto, el flujo sanguíneo coronario también se compromete por una desproporción entre el músculo cardiaco que tiene que irrigar y la densidad de circulación que dispone.
“Las paredes del corazón se hacen gruesas y este puede entrar en una fase de dilatación llamada afectación descompensada, provocando insuficiencia cardiaca. Asimismo, la hipertensión arterial causa daño a todo nivel, desarrolla insuficiencia renal, daños en los vasos de la retina (ojos), entre otros.
Incluso, la hipertensión no controlada afecta los vasos que irrigan la sustancia blanca (tejido que se encuentra en el cerebro), deteriorando las habilidades intelectuales, como recordar datos.
Pero, con el control de las cifras de la hipertensión arterial, se puede evitar que ese proceso se intensifique o continúe.
Consumo de alcohol
Tomar una copa de vino a diario produce un efecto protector sobre el sistema cardiovascular. Pero consumirlo sin control como, por ejemplo, 20 cervezas el fin de semana, por su alto contenido calórico, aumenta el riesgo de obesidad.
Factor genético
Si se es hijo de un padre y una madre hipertensa, la posibilidad de ser hipertenso es de alrededor del 30 al 35%. Pero si una persona con una línea de hipertensión arterial se casa con alguien que no la tiene, se van a atenuar los factores genéticos.