Luces en educación especial
¿A quién acudir si algo pasa en el desarrollo de su hijo? El pediatra puede guiarlo a un genetista y a exámenes especializados.
No reconocer un síndrome a tiempo podría hacer que el niño y la familia pierdan la oportunidad de aprovechar los primeros años, cuando la plasticidad neuronal juega a favor del pequeño. Si los padres no saben lo que ocurre, entrarán en angustia y empezarán lo que la experta en educación especial Malena Bonilla describe como “un doloroso peregrinaje por diversos profesionales”.
Ciertos síndromes pueden detectarse en el nacimiento, como ocurre con el Down. Otros, como el X-Frágil, pueden evidenciarse recién en la etapa preescolar, cuando la parvularia advierte que ocurre algo, aunque no pueda determinar qué es. Como señala la educadora inicial Lisseth Buele, ambos síndromes se caracterizan por afectar el aprendizaje del niño, la adquisición del lenguaje y el desarrollo cognitivo
Signos y exámenes
El diagnóstico es parte de un proceso cuidadoso. La genetista y pediatra Letty Muzzio Prott explica que a lo primero que se debe estar atentos es el desarrollo psicomotor. Cuando los padres no saben esto y no cuentan con ayuda profesional, llegan a la consulta tarde, al percibir que su hijo, al cumplir los 18 meses, no ha podido sentarse ni gatear, o no habla al llegar a los dos años. “Son niños hiperactivos, a menudo mal etiquetados como autistas”, indica.
De llegar a la escuela sin recibir la atención médica adecuada, el niño probablemente será catalogado como incontrolable y, en algunos casos, recibirá fármacos como la risperidona. “Estará dopado, aislado, sin permitirle un avance normal”.
A más de la psicomotricidad, hay signos leves, fáciles de pasar por alto, excepto para el especialista: alteraciones mínimas en el tamaño de la cabeza, la talla, la altura e implantación de las orejas, la distancia entre los ojos, el tamaño del cuello, los dermatoglifos (huellas) en manos y pies y el pliegue palmar.
Si se identifican tres de estos signos, será necesaria una valoración encefálica para ver el desarrollo neurológico del cerebro, si está completo, correctamente formado y libre de quistes. Adicionalmente se realizará un estudio del corazón y los riñones. Y luego se irá a lo especializado, un examen de hibridación genómica comparativa o de X-Frágil.
RECOMENDACIONES PARA DOCENTES
No crea que el niño con necesidades educativas especiales dependerá de otros toda su vida. “Aunque el trabajo con él sea más arduo y el progreso lento, existirán ganancias seguras”, dice Buele. Tampoco es justo decir que tiene problemas de aprendizaje, cuando lo que necesita es enseñanza diferenciada, que muchos profesionales en educación pública y privada aún no logran abordar.
La solución comienza con un proceso de sensibilización y concienciación social por medio de políticas, prácticas y culturas de inclusión. “Nuestro país se encuentra en fase de desarrollo”.
Buele considera digno de mención el método educativo Montessori, “que forja niños conscientes e independientes y los traslada a escenarios que ocurren en el día”. Otra tendencia es la educación diferenciada, en la que se trabaja a partir de las diversidades de los niños y no de sus similitudes básicas. Y la educación inclusiva, que integra a todos los niños, enriqueciéndose de sus diferencias.
Recuerdo que algunos síndromes afectan también la salud física. “El de Rubinstein–Taybi y el de Donnai–Barrow afectan los riñones y los ojos”, dice Malena Bonilla. Aquí se necesita un docente que esté al tanto de los controles médicos y ayude a los padres a desarrollar una guía de control, además de darles indicaciones respecto de la hidratación, del cuidado de la piel, tipos de juegos, deportes y horarios.
Su actitud es importante. Trate al niño con alegría y respeto. Ofrézcale diversidad de oportunidades cognitivas, sociales y lúdicas en el aula y en los momentos libres. Tenga buena comunicación con los padres. Y siga estudiando, pues como afirma Bonilla, las investigaciones neurológicas no se detienen. “Lo dijo Gerardo Echeita, defensor español de la educación inclusiva: Si compartimos la esperanza de que otro mundo es posible, debemos convencernos de que otra educación escolar es necesaria”.
Síndrome de X-Frágil
La fundación estadounidense Fraxa explica que este síndrome es la causa hereditaria más común de autismo y discapacidades intelectuales y afecta a 1 de 4.000 niños y a 1 de 6.000 niñas. Ocurre cuando una mutación causa que un gen del cromosoma X se cierre y no produzca la proteína FMRP, vital para el funcionamiento del cerebro.
Las niñas son generalmente menos afectadas que los varones. Ellas pueden no mostrar síntomas, aunque sean portadoras de la mutación. La doctora Muzzio precisa que 1 de cada 600 mujeres pueden portar el gen X-Frágil y pasarlo a sus hijos e hijas, mientras que Fraxa agrega que las portadoras tienen el 50% de probabilidades de pasar la mutación a sus hijos, quienes se convertirán en portadores o tendrán síndrome de X-Frágil. Los varones portadores pasarán la mutación a todas sus hijas, pero a ninguno de sus hijos. Esas niñas serán portadoras, pero no tendrán el síndrome.
El primer examen para descartar X-Frágil es físico y tomará en cuenta una cabeza con un perímetro ligeramente mayor al normal, frontal prominente, cara alargada, orejas grandes, talla por encima del percentil, hiperlaxitud de las articulaciones, pie plano. Pero para confirmar el diagnóstico, recalca Muzzio, jefe del Servicio de Genética del hospital de niños Roberto Gilbert y del Hospital de la Mujer Alfredo Paulson, el estudio molecular es clave. Sí hay fármacos que ayudan al niño, como el medicamento ortomolecular. La dieta adecuada puede ayudar al pequeño a tranquilizarse. Pero en primer lugar está la terapia del niño y del núcleo familiar.
Síndrome de Down
La cromosomopatía más frecuente no hereditaria es el síndrome de Down. Pero cuando los padres se comprometen, dice Muzzio, es seguro que el niño podrá alcanzar hitos como caminar (a los 2 años) y hablar con cierta fluidez (a los 4 años).
Una vez más es importante la terapia lúdica y de lenguaje, y conocer todos los protocolos en cuanto a exámenes médicos. “Se hace una evaluación completa del niño: examen cardiológico, así no se escuche soplo, con repetición a los 5 años; se revisan los riñones y cerebro mediante un eco transfontanelar; si algo llama la atención, se recurre a una tomografía o resonancia”.
Luego hay un estudio metabólico ampliado para descartar una alteración; en síndrome de Down es muy frecuente el hipotiroidismo. “Si la tiroides está bien, el niño avanza, pero si tiene estreñimiento y tendencia a pasar dormido, hay que investigar”. La sobredosis de genes de los bebés sindrómicos aumenta la posibilidad de que presenten alteraciones importantes.
Consideraciones educativas
Al no ser detectados temprano ni recibir un diagnóstico errado, los síndromes mencionados pueden traer el fracaso escolar. Por tanto, dice Buele, el educador inicial es el indicado para atender la discapacidad o trastorno en la primera infancia y asegurarle al niño un progreso lento pero seguro. No solo estimulará al infante, sino que evaluará y planificará con base en las necesidades.
Si el pequeño percibe seguridad y confianza en el primer encuentro con el educador, se producirá una conexión, y solo así se podrán valorar las capacidades del niño y contrastarlas con sus necesidades, para entonces establecer un plan de intervención.
“Hoy se habla de inclusión social”, precisa Buele, “pero dicha inclusión existe gracias al proceso que el educador y la familia desarrollaron temprano con los niños: detección e intervención”.
Es imprescindible este trabajo por los periodos críticos en el desarrollo del cerebro y aprendizaje. Entre los 0 y 6 años hay varios momentos importantes: levantar la cabeza, gatear, caminar, hablar, ser autónomo, y la intervención da mayores garantías de que el niño podrá participar de todos los eventos de la vida escolar. Tendrá mayor dificultad para completar los procesos, pero lo logrará.
La familia debe estar incluida en la intervención y en las actividades extracurriculares del centro educativo. Uno de los factores más importantes, opina Buele, es que el niño sienta que después de cualquier error o equivocación hay un aprendizaje, y esa seguridad proviene de los padres. (D. V.)
OTROS SÍNDROMES
Con el mismo grado de importancia y necesidad de atención médica, familiar y escolar, los síndromes de Werner, Turner y Edward, entre otros, tienen en común el tipo de discapacidad con la cual colinda, la intelectual.
ORIGEN INCIERTO
El origen del síndrome de Down ha sido relacionado estadísticamente con la edad materna. “Pero si tomamos un grupo de mujeres jóvenes (18 hasta finales de la tercera década), un gran número tiene niños Down. No es exclusivo”, dice Muzzio.