Comer es un placer: Golosos en Galápagos
“El proyecto de Cristina también ofrece el concepto de explorar con el paladar diferentes ciudades del país... para quienes deseen saborear comida sustentable”.
Cristina Ahassi nació y creció en Puerto Ayora. Conoce la historia de sus rincones y familias. Entiende las sutilezas de la comida galapagueña y su evolución a través del tiempo.
Cuando Cristina era niña existían pocos restaurantes propiamente dichos; ella sabía cuál ofrecía los helados más ricos, o el sitio de las mejores hamburguesas. Los ingredientes han estado siempre limitados por la llegada de la carga; treinta años atrás eran menos frecuentes los barcos o vuelos con mercadería para Galápagos, por tanto, los menús no podían ser muy floridos.
Hoy ha aumentado el transporte a las islas, pero existe una lista de prohibiciones que podrían representar un riesgo para las especies del archipiélago, es decir, los menús han de ser creativos, inspirados en lo que se cuenta, y flexibles, porque existen temporadas de escasez. Además, deben ser, o deberían, consecuentes con el ambiente. Menús sostenibles, conscientes de lo que no es ético ofrecer, por estar en peligro de extinción, por ser endémico a las islas, o porque simplemente su producción no es sustentable.
Qué mejor persona para entender estos detalles en su conjunto que una guía naturalista de Galápagos, antropóloga de formación y nacida en el archipiélago. Además, una persona que disfruta de saborear cada detalle y que posee el arte de saber transmitir sazones, olores, al tiempo que cuenta las historias detrás de cada ingrediente y lugar.
Así surgió Galapagos Foodie, una forma de descubrir las Encantadas a través del paladar. Foodie podría traducirse como goloso o comelón, quien disfruta de comer.
El tour de Cristina lleva a sus huéspedes de degustación por varios locales. En Puerto Ayora comienza con La Garrapata, tal vez el primer restaurante de Santa Cruz, con el mismo muro que Cristina adorara desde niña (para sentarse a ver a la gente pasar). Diego nos atiende con su gran sonrisa y profesionalismo. Ya tiene la mesa lista y los platos salen con prontura. Cristina ha elaborado un menú de tal forma que al recorrer cada restaurante viajemos en el tiempo. Así, en La Garrapata el tema es aprovechar lo local tal como en épocas en que no había mucho contacto con el continente. Se ofrecen mariscos, yuca y cítricos que se cultivan por décadas en la parte alta. Un menú como pudo haber sido hace treinta años y eligiendo con cuidado las especies marinas.
Porque la canchalagua no es sustentable, ni sería buena idea ofrecer bacalao de Galápagos, con una población en declive, o camarones que no sean certificados. Cristina crea conciencia en el consumidor. Se puede comer bien, pero con responsabilidad.
El recorrido continúa a Isla Grill, donde nos recibe el mismo dueño. Fernando Salazar es galapagueño de nacimiento y nos ofrece un rico platillo de carne. Nos explica que es de vaca de Santa Cruz, alimentada de manera orgánica. El vino es también ecuatoriano, y Fernando explica sobre su producción y calidad. Es un encanto poder aprender al mismo tiempo que degustar. Además, enriquece el contacto personal con Cristina y los dueños de los restaurantes, gente local que igualmente transmite la calidez y alegría de vivir en un lugar especial.
El proyecto de Cristina también ofrece el concepto de explorar con el paladar diferentes ciudades del país. Su información se encuentra en https://app.anyguide.com/galapagos-foodie, para quienes deseen saborear comida sustentable, aprendiendo de nuestra cultura, producción y riqueza gastronómica. (O)