Diversión en familia: Lo que hacía falta

Por Paula Tagle
03 de Enero de 2016

“Tortugueño cuenta con un lindo sitio de comidas, con algodón de azúcar y canguil, baños impecables. El piso es de vidrio reciclado, con dibujos de animales de la Reserva Marina”.

Llega un domingo en Santa Cruz y las familias empiezan a buscar actividades de esparcimiento. Cualquiera pensaría que viviendo en Galápagos no faltarán las opciones. Lobos recostados en playas de arena blanca, caminatas en senderos poblados por aves, son parte del imaginario colectivo.

Esto ocurre, pero en las zonas del Parque Nacional a las que la población no tiene acceso a no ser que tome un tour, con sus respectivos costos, permisos y guías. En realidad las opciones de entretenimiento son bastante limitadas. La lista incluye un par de playas, o alguna finca donde pastan tortugas gigantes. En el pueblo de Bellavista se come seco de gallina los domingos, y se juega vóley o fútbol. Suena divertido, pero es bastante repetitivo. Los familias necesitan mayores opciones.

En esto pensaron Marco Hoyos y Washington Llerena al construir el primer parque temático de Galápagos: Tortugueño.

En un galpón techado de 1.620 metros cuadrados de extensión, el sitio ofrece juegos novedosos, divertidos, de inteligencia y, sobretodo, que integran a toda la familia. “Los fines de semana los padres se van a jugar fútbol y a tomar cerveza, sin incluir a niños y esposas”, comenta Marco, “por eso buscamos entretenimientos en los que deba participar la familia entera, la gente de Galápagos necesita mayor integración familiar”.

Washington Llerena complementa: “Tortugueño no fue construido al azar. Realizamos estudios de mercado, encuestas, investigamos para encontrar los juegos apropiados, tenemos planes de impacto ambiental, evacuación, emergencia, permisos; ha sido un proyecto de varios años”.

Marco Hoyos llegó a Galápagos en 1985 a trabajar en su tesis sobre las iguanas terrestres de la isla Cartago; después obtuvo su maestría en educación ambiental en España y laboró por más de treinta años en el Servicio Parque Nacional Galápagos.

Washington Llerena trabajó para la Estación Científica Charles Darwin, encargado del sistema de información geográfica y monitoreo del área marina. Tanto Marco como Washington son amigos por treinta años y se jubilaron casi al mismo tiempo; desde su retiro se dedican a este gran sueño.

“Tortugueño es ejemplo de manejo sustentable. En lugar de usar paredes de concreto nosotros reciclamos llantas. El sacar una llanta usada de Galápagos al continente cuesta de $ 8 a $ 10. Hemos reciclado 2.500 llantas que servirán además como protección para el proyecto de karting”, comparte Marco.

Tortugueño cuenta con un lindo sitio de comidas, con algodón de azúcar y canguil, baños impecables. El piso es de vidrio reciclado, con dibujos de animales de la Reserva Marina. Organizan talleres de títeres, fiestas infantiles, y pondrán los carritos del karting al servicio de programas de educación vial de las escuelas.

Washington nos invita a un juego. Grande y pequeños se colocan en círculo atados a una soga y ante las instrucciones de un participante deben lograr colocar un clavo en el centro de una rueda. Es superdivertido, y muestra la importancia de manejar las palabras apropiadas y dar instrucciones, de saber liderar y trabajar en equipo.

Hay juegos de ajedrez gigante, y unas bolas inflables donde los niños se meten para corretear al fútbol, rebotando. ¡Lastimosamente a mí no me dejaron participar por mi tamaño!

Las plantas ornamentales del sitio son nativas o endémicas. En fin, me llena de orgullo, porque en un solo proyecto se fusionan múltiples intenciones válidas y requeridas en este archipiélago; es sustentable, divertido y aspira a la integración familiar. (O)

nalutagle@yahoo.com

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