El viaje de una tortuga: Hasta Galápagos
“En cambio, los reptiles pueden subsistir un par de semanas (y en el caso de las tortugas hasta un año) sin agua y sin comida, y con sus escamas o caparazones están mejor protegidos contra el ambiente”.
Las islas Galápagos jamás estuvieron conectadas a América del sur, son volcanes oceánicos que se originan por la acción de un punto caliente bajo la placa de Nazca. Lentamente avanzan hacia el margen continental, a una velocidad de dos centímetros por año; como evidencia existe una cordillera sumergida entre el archipiélago y las costas del Ecuador llamada Carnegie. Esto significa que todas las especies que pueblan hoy las islas debieron ser transportadas por el mar o por aire, o en el caso de la mayoría de plantas, por las aves.
Sabemos que los reptiles tuvieron que arribar en balsas de vegetación arrastradas por corrientes marinas, pero hasta ahora nadie ha visto una balsa natural atravesando los mil kilómetros que nos separan del continente, y menos aún poblada de aventureras criaturas listas a colonizar un nuevo ambiente.
Sin embargo, recordemos que Galápagos no tiene un número descomunal de especies, es pobre en biodiversidad, sería suficiente un arribo exitoso cada 10.000 años para sumar todas las especies nativas que habitan hoy las islas. ¿Y qué de las tortugas? Debieron llegar sobre balsas de vegetación o simplemente flotando en sus caparazones; se presume que los grandes pulmones de una tortuga le proveerían flotabilidad.
En una publicación en el Journal of natural History, 2006, de Justin Gerlach, Catharine Muir y Matthew D. Richmond, se menciona el caso de una tortuga que, efectivamente, fuera transportada por corrientes marinas 740 km desde su isla de origen hasta el continente. Pero no se trata de un reptil de Galápagos, sino de una tortuga gigante de la isla Aldabra (noroeste de Madagascar, océano Índico), uno de los pocos lugares donde aún existen tales criaturas. Esta es la primera evidencia, y la única de la que tengo conocimiento, de una tortuga que lograra sobrevivir un viaje de tal alcance. Luego de días en alta mar (se estima que pudieron ser hasta tres semanas), llegó completamente ilesa a las costas orientales de África.
Pero no todos los organismos son capaces de semejante travesía. Los anfibios necesitan agua dulce y expuestos al sol perecen rápidamente. Con los mamíferos terrestres pasa igual, con pocas excepciones. En cambio, los reptiles pueden subsistir un par de semanas (y en el caso de las tortugas hasta un año) sin agua y sin comida, y con sus escamas o caparazones están mejor protegidos contra el ambiente.
La tortuga en mención fue observada saliendo del mar en las playas de Tanzania a las seis de la mañana, el 14 de diciembre del 2004, con el caparazón lleno de bromas (moluscos) marinas. El animal era una hembra de 25 kilogramos de peso.
Lo gracioso es que esta individua de Aldabra hizo el camino al revés de sus ancestros. Porque se supone que las tortugas gigantes se dispersaron desde los continentes hasta las islas y que ahora solo sobreviven en lugares aislados donde no existen demasiados depredadores, cuando en los continentes ya se han extinguido y principalmente por consumo humano, milenios atrás.
Las islas Galápagos están a mil kilómetros de la costa americana, las corrientes marinas tienen dirección oeste, y así, hace varios millones de años, llegaría el primer ancestro de nuestras tortugas, seguramente a la isla Española. Y una y otra vez las Galápagos se siguieron dispersando a las demás islas; en cada una de ellas permanecieron aisladas por el tiempo suficiente hasta transformarse en tipos únicos a cada isla o volcán. Ejemplos fascinantes de evolución, imposible negarlo.