Tiburón de Galápagos: Único en el mundo
“¿Hasta cuántos tiburones se estimaría que es ‘viable’ sacrificar como captura incidental para aprobar una actividad como esta?”.
El planeta está enfermo, me decía mi padre hace un año, sus ojos se ensombrecían, y mi corazón se iba encogiendo. No quería yo que el planeta estuviera enfermo, para que él no se entristeciera. Pero esta melancólica percepción perdura en mí. Seguimos hechos de lo mismo, las virtudes que nos han llevado lejos son aquellas que nos atrapan: competitividad, deseo, codicia. ¿Habrá manera de salir de este círculo vicioso que sigue dañándonos como especie y que afecta a la Tierra y sus demás organismos?
Y aquí salto a la historia de los tiburones de Galápagos (Carcharhinus galapagensis). ¿Qué tendrá que ver lo uno con lo otro? Están en peligro inminente; no podemos negarlo y no debemos callarlo.
En una publicación del 2017, en la revista Conservation Genetics, Diana Pazmiño (galapagueña, estudiante de PhD y quien liderara el estudio) reporta, junto con otros autores, que el archipiélago encantado tiene no una, pero dos poblaciones muy distintas de tiburones de Galápagos.
Es increíble descubrir que por algún motivo los tiburones del sureste de las islas se han mantenido lo suficientemente “aislados” de los del suroeste para poseer diferente información en su ADN.
¿Será que las corrientes marinas los separan, o comportamientos sexuales ligeramente distintos han restringido la reproducción entre ambas poblaciones?
Por otro lado, la noticia preocupa. Porque son dos unidades demográficas únicas, ambas reducidas a números críticos. No hablamos ya de un total de aproximadamente cuatrocientos tiburones de Galápagos. Serían doscientos individuos para cada población lo que las convertiría en muy vulnerables. “Esto es menos de la mitad del valor establecido para considerar que un grupo es saludable y capaz de persistir a largo plazo”, sostiene el artículo en mención.
Además, la diversidad genética encontrada en la asociación del suroeste es muy baja, y esto la hace más susceptible a desaparecer. Cuando el tamaño de las poblaciones se reduce, aumenta la reproducción entre organismos emparentados (con consanguinidad) y hay reducción en diversidad genética, es decir, disminuyen las posibilidades de sobrevivir a cambios en el ambiente o por enfermedades o impacto humano.
Esto ha ocurrido con los tiburones del suroeste: escasa población, poca diversidad y como consecuencia alto riesgo de perder al grupo en su totalidad.
Y el peligro es inminente. A partir de marzo 17 del 2017 se inició un proyecto de evaluación de artes de pesca de peces pelágicos que presente la menor captura incidental posible. Esta propuesta fue construida de forma conjunta entre pescadores artesanales, el Instituto Nacional de Pesca, el Magap, Ministerio de Medio Ambiente y el Consejo de Gobierno de régimen especial de Galápagos. Es un estudio de tres años, que incluye en sus etapas finales la pesca comprobatoria.
Sin embargo, me pregunto, con poblaciones de menos de doscientos representantes, qué tanto hay que evaluar. ¿Hasta cuántos tiburones se estimaría que es “viable” sacrificar como captura incidental para aprobar una actividad como esta?
Me parece contradictorio que, por un lado, con poblaciones de menos de cien individuos, como la de los pinzones de manglar, la Dirección del Parque Nacional, la Estación Charles Darwin y otras instituciones inviertan tanto esfuerzo en criar en cautiverio y repatriar a veces hasta cuatro volantones por año, porque cada individuo cuenta. Y, sin embargo, con doscientos tiburones apenas, se considera factible un programa en el que seguramente perecerán varios especímenes, que así fuere un pequeño porcentaje, sería igualmente significativo, porque estos podrían ser los últimos doscientos tiburones de Galápagos de una población única en el mundo. (O)