Laberinto en Mónaco

Los 2 kilómetros cuadrados que componen el Principado de Mónaco se exhibieron ante la pianista guayaquileña Ana María Vargas como un complejo laberinto de calles y avenidas que, incluso, ni un dispositivo GPS (sistema de posicionamiento global) puede impedir que un turista se pierda mientras maneja un vehículo arrendado.

“En cada viaje siempre vamos con un GPS para ayudarnos a ubicar; le tenemos mucha confianza. Pero en Mónaco ni siquiera ese aparato nos ayudada a ubicarnos bien por la cantidad de curvas, colinas, puentes y túneles de la ciudad”, indica la artista sobre la capital (y única ciudad) del principado, la cual visitó con su esposo, Juan Carlos Uribe, quien hace dos meses le regaló el viaje por Europa con motivo de su cumpleaños, que fue el 3 de noviembre.

Debido a su pequeño territorio, Mónaco puede calificarse como una ciudad vertical, en la que “los edificios aprovechaban la cantidad de barrancos y colinas que tiene. Todos los edificios lucen muy juntos, como si no hubiera espacio para otra construcción, por eso no vi edificios modernos”, dice Ana María, quien dirige el Centro Cultural que lleva su nombre, en la ciudadela Colinas de los Ceibos.

Pero lógicamente lograron llegar a los puntos turísticos, como el Palacio, el Casino de Montecarlo, la playa (es un balneario importante) y los muelles, “donde vimos una plaza llena de restaurantes de mariscos. Estaba llena de turistas”, indica sobre ese destino que describe como “un sueño, un cuento de fantasía, con esa arquitectura europea”.

Ana María y su esposo también visitaron ciudades como Barcelona (España), Niza (Francia) y Venecia (Italia), desde donde tomaron un crucero por las islas griegas.

Ahora ella, que sonríe al recordar esa feliz experiencia, prepara el concierto de Navidad que brindará con sus alumnos el 7 de  diciembre, y sus cursos vacacionales para niños en música, pintura, danza (clásica, jazz y ritmos tropicales), actuación y jiu-jitsu japonés.