El frío y los aparatos electrónicos
Cuando bajan las temperaturas, también los aparatos electrónicos como el celular (smartphone), la notebook o la cámara de fotos sufren consecuencias, al igual que pasa en invierno con el motor de un automóvil, que puede ser difícil de arrancar.
Las temperaturas a las que realmente se ven afectados tienen que situarse varios grados bajo cero, pero ya con cero grados puede haber pequeños problemas con el sistema operativo. Y eso puede ser complicado con dispositivos pensados para usarse cuando viaja a lugares fríos.
El primer efecto del frío se ve en la batería, que va perdiendo duración con el tiempo si está sometida a bajas temperaturas tanto en el smartphone como en la cámara. La batería se vacía con mayor rapidez y necesita más tiempo para cargarse. Por eso, lo ideal es también cargarlas en una habitación calefactada. “La temperatura de diez grados centígrados bajo cero es el límite crítico. A partir de ahí todo va a menos”, señala la experta Heidi Atzler.
El frío no solo afecta a las baterías de los celulares, sino también a las baterías externas o power banks, para recargar el teléfono, explica Johannes Weicksel, de Bitkom.
También funcionan más lentamente los procesadores de los smartphones, tablets y laptops si están expuestos a bajas temperaturas durante largos periodos. Además de la batería, lo más sensible es la pantalla. “Las de LCD se quedan paralizadas con el frío, por lo que casi no reaccionan las funciones táctiles”, afirma Michael Eck, de Tüv Nord.
El motivo de ello es que los cristales líquidos dentro de las pantallas “se congelan”. Y la superficie reacciona por tanto más lentamente de lo habitual a los movimientos. También pueden empeorar el color y el brillo. Normalmente, los problemas desaparecen cuando el aparato vuelve a estar a una temperatura más alta, pero algunos defectos pueden permanecer.
Por eso, cuando caen las temperaturas de manera continua incluso es recomendable llevarse a casa por la noche el GPS del coche, pero si está incorporado al vehículo, no hay que preocuparse, porque “en ese caso funcionan incluso con frío extremo, las condiciones de uso son más estrictas”, según Eck.
Mucho más grave que la caída de la temperatura son las oscilaciones extremas. “Un cambio abrupto de temperatura es muy malo para el celular”, alerta Wiebke Hellman, de la revista Chip. Es peligroso pasar la tarde en pleno frío con el celular y después meterse en la cabaña calefaccionada, porque el aparato podría colapsar. “En las superficies frías se forma agua de condensación cuando el entorno es cálido”. Y esa humedad puede causar cortocircuitos o corrosión en los contactos o en la platina.
Una buena forma de proteger el teléfono es llevarlo en bolsos o carteras, cuyo interior no esté expuesto al frío.
Para no exponer innecesariamente al frío al aparato, se pueden usar unos auriculares para hablar o manejar el celular con comandos de voz y así no tener que sacarlo del bolsillo. Las protectores (cases) o fundas, en cambio, no sirven: “Son útiles contra los golpes, pero no los calientan", explica Wiebke Hellmann. El neopreno protege el smartphone, eso sí, de la nieve o la lluvia. (I)