Birdman: Montaña rusa de emociones
Se ha catalogado a Birdman como el mejor trabajo en la carrera del cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu. Para el actor Michael Keaton, el protagonista, representa un regreso triunfal.
El nombre completo de la película es Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia). Narra la puesta en escena de una adaptación del cuento de Raymond Carver titulada De qué hablamos cuando hablamos de amor. El director es el mexicano Alejandro González Iñárritu y su filme competirá en nueve categorías hoy cuando se realice la entrega en la 87ª edición de los premios Óscar. Es posible que el público sienta vértigo luego de ver Birdman, cuando sea testigo de una parte en la vida de una estrella fracasada de los filmes de acción, Riggan Thompson (Michael Keaton), que trata de recuperar un poco de prestigio haciendo una obra de teatro en Broadway, compitiendo con actores exhibicionistas, y pierde todo rastro de realidad en el proceso.
Los críticos han destacado la música a cargo de Antonio Sánchez, la cual consiste en su mayoría en percusiones jazzísticas (beats de tambores o de una batería). “Es intensa cuando debe de serlo, pero también suave y calma en los momentos adecuados”.
El elenco está conformado por Emma Stone, quien protagoniza a Sam, la hija de Riggan Thompson (Keaton), una chica llena de problemas (de los cuales muchos son consecuencia de la falta que le hizo su padre), pero que sin embargo está dispuesta a ayudarlo. Edward Norton encarna a Mike Shiner, su personaje parodia su reputación en la vida real (como un actor obsesivo con los detalles y cerrado). Naomi Watts hace el papel de Lesley, una actriz que carece de confianza en sí misma.
El actor
La crítica ya elogió la cinta, así como la actuación de Michael Keaton: la revista Variety etiquetó su papel como “el regreso del siglo”, el Daily Telegraph británico calificó la película como “un cine de categoría, espectacular, protagonizado por estrellas”. En Birdman, su actor protagonista, al que da vida Michael Keaton, intenta dejar atrás todo un pasado como rostro conocido por dar vida a un superhéroe (el hombre pájaro, de allí el título).
Riggan pasa por una montaña rusa de emociones. “Me tocó ir de algo cómico a algo perturbador, a algo profundamente triste para luego regresar a algo gracioso”, explica Keaton. “Y debido a la manera en que se hicieron las tomas, no tuve el lujo de la edición, donde puedes hacer quince tomas de la misma línea de un mismo ángulo. Lo tenía que acertar todo en una toma, y decir las palabras perfectamente y en el lugar físico preciso para acomodar la cámara”.
Riggan Thompson, el personaje que interpreta Michael Keaton en esta película, decidió dejar de ser Birdman, el primer gran superhéroe de esta realidad cinematográfica y que años después se descubrió perdido. El filme es sobre teatro en un teatro, todo un reto para Keaton. “Cuando trataba de explicarle a la gente qué estaba haciendo al trabajar en esta película era muy difícil explicar cómo la estábamos haciendo, cómo la estaba filmando Alejandro, y todos decían: oh, suena como una obra teatral, y pensé: sí, es como una obra. Y luego hay dos personajes que son actores que están actuando a que son actores y mi personaje es director al mismo tiempo. Así que era un actor interpretando a un actor que era un director mientras actuaba. Bastante complejo”, destaca Keaton.
Para muchos el personaje de Riggan se asemeja de cierta forma a la personalidad de Keaton, quien es bastante distinto a las típicas estrellas de Hollywood. Pero él dice que no podría ser más diferente a su personaje, ya que Riggan no puede vivir sin la adulación del público. “Yo no elegí ser el capricho de los demás”, explica el actor. “Quiero estar en mi propio capricho. Lo entendí desde que comencé a trabajar en esta industria – tal vez tuve suerte o es solo la forma en que estoy hecho– pero entendí que se trata de una industria basada en el miedo, y estás jodido si te dejas llevar por eso”.
Su compañero de reparto Edward Norton se refiere a Keaton: “Su vida es mucho más grande que su carrera. Es totalmente lo opuesto de un actor inseguro. Se ve que la actuación es solo una parte de su vida, y está muy feliz y contento con el balance de los proyectos de trabajo que ha hecho”.
Respecto de trabajar bajo la dirección de González Iñárritu, Michael Keaton expresó para ¡Hey!: “Yo estoy muy contento de estar trabajando con él. Es la película más difícil que he tenido que hacer en el mejor sentido que se me pueda ocurrir (...). Hasta me siento mal por la cantidad de cumplidos que le lanzo, pero no hay palabras suficientes para describir lo grandioso de la experiencia. Ha sido extraordinariamente difícil hacer la película”.
El miedo a lo desconocido es un gran socio creativo. Te hace más consciente y abierto a las circunstancias para las que no te has preparado. Te deja sacar ventaja de tus limitaciones”.
Alejandro González I.
El director
La película es la primera comedia del cineasta mexicano, con un humor negro. Sobre ella, Alejandro González Iñárritu (AGI) señaló: “Después de tantos dramas intensos necesitaba un poco de chile picante mexicano”.
Aparte de dirigir, AGI también es coguionista y coproductor. “Estaba aterrado, pero pensé que si después de tantos años no hacía algo que me aterrara, significaría que estaba muerto. La fragmentación del espacio y el tiempo son la base del cine. Aquí no ha habido oportunidad para esconder ni manipular nada. Lo que ves, es verdad”, expresó.
González Iñárritu, responsable de películas como Biutiful (2010), Babel (2006), 21 gramos (2003) y Amores perros (2000), retrata en Birdman el teatro y sus egos (y el cine, el arte); la industria como maquinaria de productos insípidos, las posibilidades y las imposiciones de las redes sociales; la paternidad ausente, las miserias de los críticos de teatro (y de cine) y, en fin, la conciencia artística en toda su extensión. “No he visto a ningún actor que esté más libre de la vanidad que Michael Keaton. Es uno de los actores con más autoconfianza que he conocido. A él no le preocupa que la gente le diga cualquier cosa. Él no le da poder a ninguna otra persona para que le diga quién es. Es la razón por la que pudo hacer esto, porque él puede verlo desde arriba y reírse y realmente explorar el asunto sin ninguna sensibilidad personal, y eso me pareció fascinante”, destacó AGI.
El cineasta filmó en plano secuencial, técnica a la que hace poco no había considerado usar. “Toda mi vida pensé que era lo más artificial y hace poco descubrí todo lo contrario. Cuando nos despertamos, abrimos los ojos, nos levantamos y vivimos un plano secuencia diario. El montaje solo existe para relatar una historia, no para vivir. Por eso me gusta esta película, porque se parece más a nuestra experiencia que cualquier otra. Estamos atrapados en un plano secuencia, no podemos escaparnos”.
¿Y la racha laboral de Keaton luego de las taquilleras Batman en 1989 y 1992, en las que encarnó al superhéroe alado? Birdman podría ser visto como una sátira de actores como el mismo Keaton, quien dejó de interpretar a Bruce Wayne, pero Iñárritu afirma que estuvo explorando su propio ego y proceso creativo, mientras criticaba duramente a los superhéroes que la maquinaria de Hollywood produce como “comida chatarra” solo para hacer dinero.
Hay ironía y sarcasmo. No es comedia, ni drama. Algo que tenía claro el director. “Quería poner a la audiencia en los zapatos del personaje y para lograrlo esa era la única forma. Era un reto porque todo debía tener una congruencia y un sentido narrativo sin la manipulación tradicional que permite la edición. Tuve que inventar a diario, con aciertos y fallos, y avanzar en tierra de nadie. No sé si hay antecedentes de una comedia que se haya filmado así. Es una película experimental, y en el proceso aprendí muchísimo. Pero lo más difícil no fue hacerla, sino terminarla. La gocé mucho y me dolió que la experiencia se acabara”, declaró González Iñárritu en entrevista a la revista Esquire Latinoamérica.
González Iñárritu fue el primer cineasta mexicano en ser nominado al Óscar por Amores perros y volvió a ser candidatizado por Babel. Entonces, Birdman sería su tercera postulación en la categoría como mejor director. Cuando estaba por cumplir 50 años hizo un balance de su serie de aclamadas y oscuras películas y decidió emprender un proyecto realmente aterrador: confrontar su propia lucha con ser un cineasta ególatra. “El miedo a lo desconocido es un gran socio creativo. Te hace más consciente y abierto a las circunstancias para las que no te has preparado. Te deja sacar ventaja de tus limitaciones”, dijo.
El cineasta mexicano contó cuál fue su inspiración para llevar al cine la historia de Riggan. “Tuve esta idea basado en mi propia experiencia de escuchar mi voz torturándome (...), elevándome a las alturas y mandándome luego al infierno. Pensé que sería muy interesante explorar la naturaleza de esa batalla interna que todos tenemos”, añadió.
Para algunos críticos resulta muy curioso que en la actualidad Hollywood, con su infinito poderío económico y sus estrellas, ofrezca un trato de privilegio al contrastado y heterodoxo talento de directores mexicanos, como es el caso de Alejandro González Iñárritu. “Tras tomar tanta comida picante decidí que quería un postre”, dijo AGI en referencia a sus anteriores películas nominadas al Óscar y a su más reciente: Birdman.
Nacido hace 51 años en Ciudad de México, González Iñárritu llegó al cine relativamente tarde, después de haberse forjado una carrera en una emisora de música, un elemento fundamental en todas sus películas. “Me siento muy feliz por todo el rebaño de Birdman, porque se necesitó mucho coraje para hacer esta película tan poco convencional”, dijo el cineasta.
De momento, Alejandro González Iñárritu trabaja en las gélidas montañas de Canadá filmando The Revenant, película que retrata la venganza de un hombre contra aquellos que lo dieron por muerto en 1820, luego de ser atacado por un oso; el elenco lo encabezan Leonardo DiCaprio y Tom Hardy. (A.C.J.) (E)
UNA OPINIÓN: Inesperada obra maestra
Carlos A. Ycaza
Ya. Me saqué de encima ese calificativo en mi titular, que creo que no he usado desde que yo tenía pelo. Acabo de salir de un mall “con la cabeza incendiándose”. La causa es una película y no el libro que motivó palabras flamígeras del crítico John Leonard cuando llegó al final de Cien años de soledad hace más de cuatro décadas. La cinta es Birdman y Alejandro González Iñárritu, su director, parece haber sido poseído por la misma antorcha que llevó a Gabo al panteón de los grandes maestros.
Hablo del fuego sublime y misterioso a la vez que inspira una creación artística que esta vez es aplicada a una palpitante visión cinematográfica, en un momento crucial donde el cine mundial parece haber llegado a un bloqueo acaparado por millonarias megaproducciones digitalizadas u odiseas hiperrealistas de un repetitivo y multicultural cine independiente, inundando las pantallas mundiales en un escaparate opresivo.
Birdman nos hace volar por encima de toda esa nefasta saturación. González Iñárritu resucita en el cine de alta definición un realismo mágico con prodigiosas maniobras visuales y dramatúrgicas que parecen ser realizadas en una sola toma (es casi imposible detectar un corte en las dos horas de duración) para contarnos la historia de Riggan (Michael Keaton), el actor hollywoodense que decide regresar a sus inicios teatrales en Broadway, veinte años después de su tercer aparatoso éxito como Birdman, una caracterización que lo llevó al final de su carrera y al colapso de su vida personal.
Ahora en los corredores del legendario teatro Saint James en Broadway, Riggan actúa, dirige y financia la adaptación teatral de una novela corta de Raymond Carver. Allí el tema central es el “amor absoluto” y la imposibilidad de asumirlo. Como si fuera su propia vida, él sale del claustrofóbico camerino para llegar a otro escenario donde el drama personal se convierte en una proyección de su realidad, no solo por su involucramiento con una de las actrices (Andrea Riseborough), sino por la explosiva relación de Lesley (Naomi Watts) con su amante (Edward Norton), en el escenario y en la vida real. Por allí también está Sam (Emma Stone), la hija de Riggan, que se recupera de su adicción a las drogas, en una ligazón de amor y repelencia con su padre. “¡Tratas de sentirte relevante con una obra para viejos! Ahora todos somos relevantes porque tú ni siquiera estás en Facebook o Twitter!”, le dice.
En Riggan convive un superego encarnado por su propio Birdman, cuyas apariciones con su ronca y mefistofélica voz lo empujan a fantasías violentas y aterradoras. El director lo fusiona todo como si estuviéramos en un descarrilamiento, donde los elementos de realismo y ficción son igualmente contundentes. La maestría de Lubeszki, su director de fotografía, captura a estos actores haciendo de actores, al ritmo de la insólita banda sonora del percusionista Antonio Sánchez, al que muchas veces vemos en vivo en varias secuencias.
El humor es vital y chocante, como el corrinche de Riggan en calzoncillos cuando accidentalmente se queda afuera del teatro y debe dar la vuelta a la cuadra en una Broadway abarrotada de turistas. Pero el fondo de la película es patéticamente oscuro, como ese actor viejo y desempleado que acosa a Riggan recitando a Macbeth: “La vida no es más que una sombra que pasa, un actor de pacotilla, que corretea por el escenario y que después todos olvidan, es un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que nada significa”.
Mucho se ha dicho de que el filme es inspirado en la vida de Keaton, quien fue Batman dos veces también hace veinte años y después su carrera se detuvo en películas olvidadas. Para mí, Birdman es Alejandro, que revitaliza el cine de autor, donde los procesos de la creación artística y sus dolorosas raíces salen a flor de piel con estos maravillosos actores y la vigorosa maestría de su director. (O)