‘Chico & Rita’: homenaje a la música cubana
El cineasta español Fernando Trueba está nominado al Oscar por Chico y Rita, un filme animado que recrea una historia de amor en la Cuba de los cuarenta.
En la Cuba de finales de los años cuarenta, Chico y Rita viven una apasionada historia de amor. Él es un joven pianista enamorado del jazz, y ella sueña con ser una gran cantante. Desde que se conocieron en un baile en un club de La Habana, el destino va uniéndolos y separándolos, como a los personajes de un bolero.
Esta es la trama. Y no hay que olvidar que la película se inspira en la música cubana y ese legado cultural que ha dejado la isla.
Fernando Trueba (1955), el director español que triunfó en los Oscar al llevarse el galardón en 1993 por su entrañable Belle Epoque, es quien rivaliza en la categoría Mejor película animada en la próxima entrega de los Oscar, donde compite con Un gato en París, Rango, Kung Fu Panda 2 y El Gato con Botas.
La música fue compuesta por Bebo Valdés y otros grandes autores. Y debido a los premios recibidos (entre ellos el Goya y de Cine Europeo) la banda sonora ha colocado un disco de jazz latino y boleros en los primeros lugares de venta en algunos países. El álbum es un viaje por la mejor música latina a través de 30 canciones grabadas por artistas como Bebo, Estrella Morente, Freddy Cole, Jimmy Heath e Idania Valdés.
“No olvidaré cuando entré a un cine en Málaga solo para que Bebo viera la película. Bebo lloraba”, asegura Fernando Trueba. La dirección también estuvo a cargo de Javier Mariscal y Tono Errando.
El joven pianista enamorado (Chico) no es Bebo Valdés, dice Fernando Trueba, “sino un homenaje a todos aquellos músicos cubanos de los cuarenta y los cincuenta”… Quienes han visto el filme aseguran que sí es.
Una primera idea fue rodar con actores cubanos o españoles en Barcelona, pero Trueba, que había dado un curso de dirección en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, en Cuba, dijo “como en Cuba no existen el star system ni estas cosas, allí los actores buenos son como otros, y trabajan en la escuela de cine con los estudiantes, y nosotros aprovechamos eso. Acabó siendo una experiencia maravillosa”, dijo Trueba.
“Era curioso, estabas rodando, pero no era la película, sino un trabajo previo a la película; le decías a un actor que tenía que caminar como si estuviera caminando por Times Square, imagínate. Desde el punto de vista de un cineasta es un trabajo muy bonito. Yo lo llamo cine abstracto o cine en el vacío”, recuerda Trueba.
Para Javier Mariscal la película pone en el tapete la música cubana, aquella que muchos tararean o cantan, incluso sin saber quién es el intérprete. “La historia de Chico & Rita es la de nuestro gran amor por Cuba y sobre todo por La Habana: los boleros, esas canciones que se escuchan siempre y que oíamos cuando éramos pequeños, cuentan historias de amor. A Fernando le encanta el cine de los años 50, así que ya teníamos la idea de hacer algo muy clásico”.
La historia gira en torno a un hombre y una mujer, en este caso un pianista y una cantante que interpreta de forma magistral el bolero; entre ellos hay una gran atracción. En la ‘capital del mundo’ tendrán la oportunidad de tocar con otros grandes músicos. “Bebo tiene dos vidas. La primera transcurre en Cuba; la segunda, en Suecia, durante los más de veinte años que vivió allí, tocando el piano en un hotel. Entonces el mundo había olvidado a Bebo Valdés. Después Fernando lo volvió a descubrir, produciendo todos los discos que hizo durante estos últimos diez años. Probablemente estamos ante el mejor pianista cubano, y, encima, tenía todo lo necesario para una película con música de los años cuarenta y cincuenta”, destaca Errando.
La película exhala música y comienza con hip-hop en La Habana para enlazar con un Sabor a mí ambientado en 1948. A partir de ahí, el filme es un viaje sentimental personal y musical que traslada al Tropicana en La Habana, a la Sala Pleyel en París, al Radio City Music Hall en Nueva York, al Village Vanguard, al Palladium… Escenarios míticos en los que aparecen la Orquesta de Woody Herman, Charlie Parker, Chano Pozo, Dizzie Gillespie, Tito Puente, Nat King Cole… Todo esto mezclado con la historia sentimental de los protagonistas rodeada por mil historias más, como el asesinato de Chano Pozo.
La ambientación también es la clave para su nominación al Oscar. Javier Mariscal describe su proceso. “Estudiamos mucho las décadas de los cuarenta y los cincuenta. Nueva York fue fácil por la gran cantidad de películas que hemos visto y las numerosas ocasiones que pasé por allí. En cuanto a La Habana, encontramos viejas fotografías, documentales y algunas películas que nos permitieron conocer mejor los movimientos populares y su forma de vestir. También estudiamos a Christian Dior tanto para el vestuario de Rita como para los automóviles, el diseño y los anuncios.
Leímos libros sobre la historia de la televisión y la radio de la época, sobre la organización de festivales y las actuaciones de conjuntos de jazz. Hay mucha bibliografía, imágenes y fotografías fantásticas sobre el jazz en Nueva York. Sobre La Habana, a pesar de los daños y la destrucción de edificios, podemos aprehender el estilo y la manera de construir las casas porque hay toda una filosofía detrás: la temperatura, el sol, la luz. Ambas ciudades, La Habana y Nueva York, poseen una gran personalidad”.
La decisión
Tomaron más de cinco años para que Trueba y Mariscal decidieran que querían hacer juntos una película y desde que imaginaran el esbozo de esta hora y media de magia dibujada y musicada. Dos años con el guion entre manos (escrito entre Fernando Trueba e Ignacio Martínez de Pisón) y un año buscando financiación (es una coproducción hispano-británica).
Durante meses y meses, el estudio de Javier Mariscal en el complejo barcelonés de Palo Alto se convirtió, bajo la batuta de Tono Errando y la supervisión del propio Mariscal y de Trueba, en una especie de hormiguero donde cerca de 80 dibujantes y animadores fueron componiendo una imposible arquitectura de cifras colosales: 25 dibujos por segundo, 1.500 dibujos por minuto, 144.000 dibujos para 96 minutos de película, “que hubo que ejecutar al menos cinco veces”, recuerda Tono Errando, quien explica cómo ciertos planos de la película tardaron hasta seis meses en ver la luz. “Chico y Rita es”, resume, “un homenaje al cine clásico de los años cuarenta más la osadía gráfica de Javier Mariscal”.
Trueba nunca había hecho animación, Mariscal nunca había hecho un largometraje. Pero funcionó. “El cine, desde que se inventó, siempre ha estado dividido entre realidad y fantasía: los hermanos Lumière por un lado y Méliès por otro, unos obreros saliendo de una fábrica o un viaje a la luna con una luna de cartón pintado. Bueno, pues Chico y Rita es los obreros saliendo de la fábrica... pero hecha como si fuera la llegada a la luna de cartón”, destaca Trueba.
El diseñador, quien expone una selección de dibujos del filme en la Galería Punto (España) hasta el próximo 22 de marzo- comenta que “fue necesario ‘meterse’ en la piscina de los años cuarenta y cincuenta, los muebles, las cafeterías, la publicidad y la gente bebiendo gin-tonics y fumando”. Chico & Rita fue producido con capital español y británico.
Fuentes: imdb.com, guardian.co.uk y chicoandrita.com