Sus ‘15 minutos’
Hace ocho años alcanzaron corta fama en el reality show ‘Gran Hermano’. Ahora cuatro de sus participantes reviven sus buenas y malas experiencias para La Revista.
En 1968, Andy Warhol, artista plástico y cineasta estadounidense, pionero del nacimiento y desarrollo del Pop Art, lanzó una predicción relacionada con el afán de ser reconocidos, aceptados y sobresalir sobre los demás que actualmente invade a la sociedad.
En el catálogo de su primera exhibición internacional retrospectiva en la galería del Moderno Museet en Estocolmo se leía: “En el futuro, todos serán mundialmente famosos por quince minutos”.
Esta frase cautivó al mundo entero y de inmediato se popularizó, prestándose también a varias interpretaciones. De ella se deriva el concepto “quince minutos de fama”, el cual se aplica actualmente al breve periodo de popularidad del que puede gozar una celebridad o algún fenómeno de cualquier tipo.
Y aunque Ecuador no tiene un Paseo de la Fama al estilo Hollywood, no estamos libres de esta corriente de famosos.
Los guayaquileños María Rosa Mite, Álvaro Montalván, Marco Beltrán y Katherine Escobar conocieron muy bien este mundo cuando hace casi 8 años expusieron su vida, junto a otros participantes al país entero en la primera versión del reality ‘Gran Hermano’ que se transmitió por Ecuavisa.
El programa ‘Gran Hermano’ nació en Holanda a finales de los años noventa y gracias a su éxito, ha sido exportado a varios países con altos índices de sintonía.
Con personalidades y antecedentes completamente diferentes, tuvieron que convivir en una casa repleta de cámaras y micrófonos que documentaban todo lo que hacían y decían, sin saber que al salir de ella los esperaba la inevitable fama.
“En el fondo, mi idea, que ahora reconozco como una persona adulta y madura, era que mi participación en el ‘Gran Hermano’ fuera un trampolín al medio. Y el programa me ayudó a conseguir lo que hace ocho años yo quería. Tuve mi propuesta de trabajo, tuve mi contrato, pero no lo aproveché”, confiesa María Rosa, quien entonces fue identificada como la rebelde dentro del grupo por su estilo de cabello y accesorios.
Al preguntarle sobre su apariencia y personalidad dentro del reality ella explica: “Esa forma mía era una protesta contra mí misma, porque yo no me quería, no me aceptaba y venía con una gran inconformidad conmigo y con episodios familiares muy fuertes, por lo que entonces yo me basaba en una autodestrucción”.
“La fama y las cosas que me sucedieron fueron la detonación. Y yo no estaba preparada para esa fama, porque no tenía un equilibrio emocional. Pero yo le agradezco a Dios por la vida que tengo ahora y no me arrepiento de nada porque son cosas que tuvieron que suceder para ser la mujer que ahora soy”, enfatiza.
Para Álvaro, la experiencia en ‘Gran Hermano’ fue muy similar. En su caso, la etiqueta que recayó sobre él dentro del reality fue la de ‘niño bonito’, un adjetivo que, confiesa, terminó por cansarle.
“Es muy chistoso porque hay dos cosas diferentes: lo que se imagina la gente de un famoso y lo que realmente es. Tú te imaginas de esa persona muchos ideales, incluso que posee cierto status socioeconómico solo porque sale en televisión, que tiene una vida perfecta, y comienzas a idealizar a esa persona porque le tienes un afecto”, sostiene. “Y es muy difícil cuando tú no le puedes hacer comprender a toda la gente que te sigue, que todo eso no es verdad, por ejemplo, Kathy (Katherine Escobar) y yo que salimos como los supuestos niños lindos, la verdad es que yo quería decirles: ‘A ver, Kathy tiene mil defectos y yo también’ y que me cataloguen como niño lindo eso no me gustó porque eso me obligaba a ser el niño lindo con toda la gente pero yo tengo un mal carácter también muy fuerte”, admite.
En el caso de Marco su estadía en la casa del ‘Gran Hermano’ fue buena también en algunos aspectos, aunque su participación en el reality se dio casi de casualidad.
Él se encontraba entregando currículos en varios lugares y se había quedado con una carpeta extra cuando vio el letrero para el casting del ‘Gran Hermano’, decidió entrar, llenó la solicitud y respondió a las preguntas sin esperanzas de que lo llamaran para participar. Por lo que no pudo evitar sorprenderse cuando le notificaron que había calificado para entrar.
“El impacto de haber participado en ese programa va mucho más allá de la convivencia dentro de la casa. Lo positivo de haber estado ahí, fue cómo se encaminó mi vida. Conocí a personas a las que no habría tenido acceso a conocer, incluyendo a mi esposa, que no tiene nada que ver con ‘Gran Hermano’, pero si yo no hubiera ido a Ecuavisa, no habría tenido la oportunidad que me busqué para participar en ‘De la Vida Real’ donde conocí a mi esposa, que es actriz”, explica.
Katherine también tuvo que atravesar algunos obstáculos para ingresar al reality. Pese a haber sido una de las primeras seleccionadas para participar, no pudo hacerlo porque no cumplía con el límite de edad requerida. “Yo tenía 17 años y mi mamá nunca me mandó la autorización para salir del país. Pero me dijeron que si salía alguna chica yo entraba, porque yo ya cumplía al mes siguiente 18 años”, relata.
La fama fuera de la casa
Encerrados, sin reloj, sin periódicos, sin televisión, sin internet, sin libros y sin ninguna otra actividad más que convivir con sus compañeros, nunca imaginaron que todo un país seguía con atención cada suceso dentro de la casa y que noche a noche ellos entraban, a través de la televisión, a los hogares de cientos de ecuatorianos que empezaban a familiarizarse con ellos.
Por ello, el salir de la casa fue un shock para todos. De repente, todas las personas los trataban como sus familiares e incluso recibían consejos de desconocidos. “Me afectó el cambio drástico de que de un momento a otro todo el mundo te reconocía. Todos querían opinar sobre ti, sobre lo que has hecho mal. Es más una vez, a María Rosa y a mí nos vieron y nos dijeron: ‘pero ustedes no se llevan, ¿qué hacen juntas?’ ¡Nos reclamaban!”, recuerda Katherine.
“A mí me cogió fuerte, hubo un momento en que llegué de Argentina y estaba en Quito en el hotel y dije: quiero volver a ser la persona que era antes”, revela María Rosa.
“Era impresionante cómo la gente te quería tocar y lloraba. Querían que les diera la mano y lloraban y yo dije: ¿qué es esto? Si soy alguien normal, común y silvestre, pero mantuve los pies siempre sobre la tierra”, agrega Katherine.
Marco también vivió esta experiencia: “Yo salí de Argentina y cuando llegué a Lima una señora en el avión me dijo sorprendida: ¡Marco, te sacaron! cuando estuve en Guayaquil había gente que te recibía y te seguían.”, recuerda.
Aunque todos concuerdan en que se esforzaron por evitar que la fama se les subiera a la cabeza, no consiguieron que todo fuera alegría.
“Yo no me voy a ir en contra de la gente, porque el 90% de la gente fue buena conmigo, pero es como en una pareja: en el momento en que dejaste de estar en la nube rosada y vi a Álvaro con defectos, entonces esa persona dejó de comportarse conmigo como lo hacía y eso terminó doliendo. Llegas un día a tu casa queriendo llorar porque dices: yo le creí a la gente que el cariño era sincero”, confiesa Álvaro.
Sin embargo, poco a poco fueron trazando su propio camino. Actualmente María Rosa es mamá al 100% y se dedica completamente a cuidar a su hija Dalett de 8 meses de edad. Katherine apareció hace poco en televisión en la telenovela Me enamoré de una pelucona en TC Televisión. Marco, por su parte, es empresario independiente en una empresa de mercadeo en red y Álvaro es gerente comercial de una institución.
Un antes y un después
Su participación en este reality no solo provocó cambios en sus vidas.
Ellos consideran que el programa marcó una evolución en la forma como se manejaba la farándula en la televisión nacional. “Antes del ‘Gran Hermano’, lo más conocido de farándula era Mariela Viteri y Marián Sabaté, pero sus programas no eran de farándula, eran de variedades”, explica Marco.
“Elevaron el morbo de la gente, a meterse en la vida privada. Nosotros, de una u otra manera expusimos eso y como vieron que causó tal boom, cuando terminó el programa se quedaron con la misma línea”, subraya Katherine.
“Comenzaron a subirse de tono en lo que le preguntaban a la gente, de su vida privada”, enfatiza Álvaro y aclara: “Nosotros aceptamos de gratis vender nuestras vidas, porque así es nuestra cultura, pero además de ver a Álvaro Montalván en televisión, se averiguaron toda la vida de Álvaro Montalván y llega un momento en que ya no aguantas. Me molestaba que en ciertas entrevistas me trataran de sacar cosas que no quería contestar porque me parecían una falta de respeto”.
Últimas reflexiones
El ‘Gran Hermano’ no fue ni será el último reality show que se realice en Ecuador o en el mundo y es por eso que estos cuatro chicos tienen algunos consejos que compartir, desde su propia experiencia, con quienes quieran incursionar en la televisión.
“Hay que estar preparado para un shock, equilibrado emocional y espiritualmente y tener un sentido de pertenencia. Aceptarse y respetarse a uno mismo, porque la fama es algo efímero que a la larga si no la manejas te agarra y te tira al suelo. Ahora levantarse y renacer es cosa de valientes”, enfatiza Rosa.
Para Álvaro es importante saber marcar distancia entre el lado superficial de la fama y el verdadero talento. “Hay gente que quiere ser parte del medio artístico ecuatoriano y lo que buscan es la parte frívola del medio que es el verse bien, pero si tú no quieres eso, tienes que prepararte”, opina.
“Yo les diría a los papás que es una carrera que necesita un gran apoyo emocional para que tu hijo no se pierda en este mundo, porque el medio artístico lleva a la frivolidad y a la vanidad en hombres y mujeres. Pero creo que el buen artista se concentra más en otras cosas. desmontas tu personaje en el momento en que estás en el escenario, pero afuera tienes que ser tú mismo, porque si no te vuelves loco y el personaje te gana”, añade.
“La televisión es un medio muy ingrato”, afirma Katherine.
“Así que las personas que están ingresando, tienen que tener los pies muy bien puestos sobre la tierra porque ahí nadie se va a preocupar de tu vida emocional. Que lo tomen como un trabajo, porque podrán hacer amigos pero tienen que saber desvincular su lado laboral y su lado emocional y como es tan ingrato, aprovechar el momento del apogeo para que los conozcan de buena manera y traten de mejorar como personas, para hacer un mejor trabajo y que sea una larga trayectoria”, agrega.
“La persona que entre a participar a un reality debe tener claro el objetivo qué quiere y si se quiere vender como artista, como talento, saber que es un producto que debe venderse y saber relacionarse. Y sobre los 15 minutos de fama, realmente pueden ser 15 o 2 minutos que salen a exposición pública pero si tienes una idea concreta de lo que quieres, te puedes ir canalizando por ese lado”, subraya Marco.
Pero no todo es malo. “La idea es que disfruten el tiempo del programa y también lo que viene después”, admite Álvaro. “Pero que tengan su propio criterio para saber canalizar bien las cosas”.
los 15 minutos de ANDY warhol
Su verdadero nombre era Andrew Warhola Jr. Fue artista estadounidense (1928) que se destacó como ilustrador profesional y por su trabajo en pintura, cine de vanguardia y literatura. Su primera exposición individual fue en Nueva York en la Stable Gallery de Eleanor Ward, en 1962. “The Factory” fue su estudio de trabajo y se convirtió en un punto de reunión para artistas, escritores, modelos, músicos y celebridades. En 1979, Warhol reiteró: “Mi predicción de los 60’s finalmente se volvió cierta: en el futuro todos serán famosos por 15 minutos”.
Sin embargo, poco tiempo después, aburrido al ser interrogado constantemente por esta frase, trató de confundir a los periodistas. En 1979, comentó sobre esta frase, en la discoteca Studio 54: “estoy aburrido de esa frase, nunca la volveré a usar, mi nueva frase es ‘en quince minutos, todo el mundo será famoso’. Y también la cambió a “en el futuro, quince personas serán famosas”.