El viaje de Ida
Una monja que descubre un oscuro secreto que la marcará por siempre durante la ocupación nazi es el eje de uno de los filmes nominados al Óscar.
Durante la última edición de los premios del Cine Europeo, el filme polaco Ida, de Pawel Pawlikowski, arrasó con varios galardones: mejor película, mejor director, mejor guion y mejor fotografía, además de ser el elegido del público. Esto fue el inicio para que la cinta siguiera su carrera hacia el Óscar, cuya ceremonia será el 22 de febrero, cuando compita en la categoría mejor película extranjera junto con Relatos salvajes (Argentina), Timbuktu (Mauritania), Leviatán (Rusia) y Tangerines (Estonia).
También fue la ganadora del Festival de Gijón (España) en el 2013 con seis premios, incluyendo mejor película, guion y actriz.
Ida está filmada en blanco y negro. Cuenta la historia de una joven (interpretada por Agata Trzebuchowska) que, antes de convertirse en monja, se entera de que es judía en plena invasión alemana a Polonia durante la Segunda Guerra Mundial.
La película se adentra en algunos de los momentos más oscuros de la historia polaca del siglo XX. Pawlikowski también la presenta como una road movie que impulsa a los personajes a dejar de huir y buscar respuestas, por dolorosas que puedan ser. Contextualizada en los años sesenta y con mucho frío, la película recrea la liberalización de las costumbres y tabúes sociales de esa época a través de un viaje de iniciación, de desequilibrio, de exploración de Anna (el verdadero nombre de la novicia), acompañada por su tía Wanda (encarnada por Agata Kulesza), una mujer frágil traumatizada por su pasado. Para ambas son momentos de poner en juego la libertad personal, de tomar decisiones, de entender sus propias vivencias.
El director
El cineasta Pawel Pawlikowski (1957) –polaco de nacimiento, francés de adopción, radicado en Gran Bretaña– indaga en Ida uno de los episodios más oscuros de la historia de su país: el antisemitismo que emergió dentro de la población polaca al auspicio de los nazis. Sus filmes más conocidos son Last Resort (2000) y Mi verano de amor (2004).
“¡Vivimos en la apoteosis del narcisismo!, declaró el realizador a elcultural.es cuando se le preguntó sobre su quinta película. “La identidad de la protagonista está definida por su fe y no es superficial. Su fe cambia en la película, pero nunca la pierde. Lo que descubre fuera del convento la trastorna, pero se mantiene firme en quién es. También vemos cómo de alguna manera se enamora de su tía, porque siente fascinación por un tipo de vida que no tiene nada que ver con lo que conoce. Pero no se deja perder. La fórmula habitual cuando vemos historias de monjas que por fin salen al mundo es que terminan renegando de lo que han conocido. Este no es el caso. Hay personas que tienen un sentido de la fe muy fuerte. Yo las envidio”.
Cuando se preparaba para el rodaje del filme, y después de haber hecho pruebas de casting a unas 300 o 400 actrices jóvenes, el director no había encontrado a la protagonista. Tras comentarle su situación a la también cineasta Malgoska Szumowska por teléfono, esta le dijo que en la cafetería donde se encontraba había una chica que no parecía una mujer religiosa, pero que tenía un aspecto muy interesante. Le envió una foto por móvil de manera clandestina y la imagen lo convenció. Así fue como encontró a Agata Trzebuchowska, quien haría el personaje de Ida.
“Lo más importante somos nosotros, nuestro descubrimiento, nuestros sentidos. Ida no siente que ella misma sea el centro del universo. El mundo de hoy está lleno de ruido y yo quería que la película fuese como una huida a otra galaxia. Quería reflejar algo más simple con un lenguaje cinematográfico sencillo. No hay más información de la necesaria, todo es esencial. Es el viaje de Ida, pero también es un viaje que yo necesito hacer”, destaca Pawlikowski.
Algunos críticos comparan la cinta de Pawlikowski con los primeros filmes de Polanski a los de Andrzej Wajda, en los que la capacidad para crear hermosos planos de gran fuerza expresiva parten de los mínimos elementos. “No hay una búsqueda de la belleza por la belleza”, dice Pawlikowski. “De hecho, corté los planos más bonitos. Lo que busco es una proporción entre el contenido y la imagen. Una película es como una mesa y las imágenes son solo una pata. La historia, los actores y sobre todo las emociones son igual de importantes. Ahora, para expresar emociones parece que debas utilizar una cámara en mano nerviosa y yo busco lo contario, una imagen estática en la que trato de que haya sentimientos. De hecho, me preocupaba que la gente se quedara con que la fotografía es bonita”. (A.C.J.) (E)
En el casting, unas 300 o 400 actrices jóvenes, audicionaron para el pepel protagónico. Finalmente, el director se decidió por Ágatha Trzebuchowska, a quien encontró en una cafetería.
Fuentes: agencias e internet