Relatos Salvajes: Paradoja emocional argentina

02 de Noviembre de 2014

Seis historias cuentan las reacciones más dispares de un grupo de personas sometidas a una serie de circunstancias.

Su estreno oficial fue en el Festival de Cine de Cannes con gran acogida por parte del público y la crítica. Luego empezó a arrasar las taquillas de los cines donde se programó (está a punto de convertirse en la más vista de la historia del cine argentino desplazando a El Secreto de sus ojos). Además de anunciarse que será “la representante argentina” en la carrera a los premios Óscar en el 2015.

Se trata de Relatos salvajes, una coproducción de Argentina (Kramer&Sigman Films) y España (El deseo, de los hermanos Agustín y Pedro Almodóvar). La película consta de seis episodios que alternan la intriga, la comedia y la violencia. Está inspirada en los Cuentos asombrosos (1985-1987), serie de televisión creada y producida por Steven Spielberg.

En el filme sus personajes se verán empujados hacia el abismo y hacia el innegable placer de perder el control, cruzando la delgada línea que separa la civilización de la barbarie plasmados en episodios iracundos de gente corriente sometida al estrés y a las frustraciones en la sociedad occidental. La diferencia con el común de los mortales es que, donde habitualmente hay diplomacia y contención, los protagonistas ideados por el director (guionista) Damián Szifrón, autor de Tiempo de valientes y la serie Los simuladores, oponen resistencia.

“Relatos salvajes surge del sector más libre de la imaginación. Las narraciones breves las escribí a modo de descarga, resultado de la frustración de no poder concretar algunos proyectos. Luego caí en cuenta de que estas historias tenían cierta unidad y cohesión; todas estaban atravesadas por catarsis, venganza, destrucción y por el innegable placer de perder el control”, dice Szifrón.

Sobre la película, protagonizada por un selecto grupo de actores argentinos como Ricardo Darín, Darío Grandinetti, Leonardo Sbaraglia, entre otros, los críticos se han referido en los mejores términos: “Un compendio endemoniadamente delicioso de seis historias independientes unidas por el tema de la venganza (...), el disfrute general apenas decae”, señala Variety. O la observación que hace The Hollywood Reporter: “Su título no miente (...). Una respuesta maliciosamente directa a una cultura de inevitable corrupción, desigualdad social y económica e injusticia”.

Para los especialistas, un filme seriado realizado por un mismo director representa ciertas dudas para los productores. “En el universo de los coproductores y distribuidores se le teme mucho al relato episódico, algo que en la literatura sucede al contrario: el cuento resulta más vendible porque es breve y la gente lee cada vez menos. En cambio, en el cine, un proyecto así genera preocupación, es difícil de ofertar y de explicar. El problema de las antologías que has citado es que son proyectos de productor, más que de un guionista o un director. A los directores se les ofrece la posibilidad de hacerse cargo de un corto y eso les gusta porque solo les lleva una semana y pueden integrar su trabajo junto a otros directores que respetan. Pero esta dinámica genera películas un poco disparejas, que no llegan a funcionar o comunicar bien. En cambio, si este tipo de proyectos son realizados por un mismo director, se maneja por entero la energía y la progresión dramática, de modo que el resultado es una sola experiencia. Mi desafío fue encontrar el hilo conductor”, destaca el cineasta de 39 años.

El aspecto psicológico es sin duda el factor clave de la cinta. “Se trata de la conexión cuando la gente pierde los estribos y siente placer cuando eso sucede. Es un hilo conductor subyacente, más temático y energético que narrativo. Por ejemplo, el personaje que estalla en ira está en todos los relatos aunque en el del avión está por omisión. Hay individuos que aguantan mal la presión, así que les resulta más lógico pasar al acto que reprimirse. Y toda violencia libera energía. Si te fijas, todas las estructuras que se quiebran lo hacen. Cuando se pincha un globo, el estallido de un vidrio, un fósforo que se prende...”, dice Szifrón.

Para Szifrón, la inspiración para realizar este filme de comedia de lo absurdo provino de personas cercanas a él. “Podría mencionar a mi padre en el tono que la película tiene. Su espíritu se manifiesta de alguna manera. Era una persona muy expansiva, con muchísimo humor y muy amante del cine. Así que siento cierto delirio o permiso para imaginar situaciones relacionadas con la observación de cosas que él decía o hacía y que de grande reparé en que eran una barbaridad. Mi papá se salía del molde y de la lógica una y otra vez, irrumpía en actos irracionales”, recuerda.

Los actores

Relatos salvajes es en sí una colección de historias protagonizadas por personajes diversos provocados y dibujados por la desigualdad, la injusticia y la exigencia del mundo que los coloca en el límite. Cada uno cruzará de una manera muy particular esa delgada línea que separa la civilización de la barbarie.

Darío Grandinetti actúa en el enigmático episodio que transcurre en el interior de un avión. Julieta Zylberberg y Rita Cortese son la camarera y la cocinera de un restaurante de mala muerte. Leonardo Sbaraglia se ve súbitamente envuelto en una inusual historia de acción en mitad de la carretera. Ricardo Darín interpreta a un ingeniero experto en demoliciones. Óscar Martínez da vida a un magnate a cargo de una negociación oscura en el marco de una tragedia familiar. Y por último, Érica Rivas es la novia impredecible de una boda que avanza hacia la catástrofe.

Darín cree que la cinta ha conectado al público argentino y sigue conectando con otros de diferentes latitudes. “En todas partes hay alguien que está un poco cansado de tener que soportar ciertas cosas, y eso genera una identificación inmediata”, revela el actor durante una entrevista en abc.es.

Leonardo Sbaraglia destaca su papel. “En el relato interpreto a un conductor que va en un carro. Por una carretera se le cruza otro que, con mucha prepotencia, no le deja pasar y a partir de ahí empieza un duelo de orgullos, de hecho este capítulo se llama El más fuerte”, explicó Sbaraglia.

“Se convierte en algo muy brutal, una escalada de violencia muy feroz, que es el factor común de todos los relatos, todos los personajes cruzan la delgada línea roja, el límite moral que tiene que ver con cierta corrupción, con un límite heroico, con un límite que tiene que ver con la venganza...”, finaliza el actor de La puta y la ballena (2004) y Plata quemada (2000). (A.C.J.)

 

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