Una carrera de largo aliento
Benicio del Toro ha robado los reflectores en papeles secundarios; ahora apuesta por un mayor protagonismo con su rol en Sicario: Día del soldado y con una miniserie.
Hace poco, Benicio del Toro se dio cuenta de que es un velocista. Siempre se ha identificado con los atletas por sus rigurosos entrenamientos, el compromiso físico total que tienen o el despiadado forcejeo entre la habilidad y la suerte. Como actor en películas como Los sospechosos de siempre, Tráfico y, en una reciente incursión galáctica, La guerra de las galaxias: los últimos jedi y un par de películas de los Vengadores, ha sido un intérprete sorprendentemente frugal, pues siempre ofrece un gran número de momentos memorables en pantalla aunque su tiempo en esta sea poco.
Pero no fue sino hasta una prueba de resistencia reciente que Del Toro entendió en qué tipo de atleta lo convierte su estilo. Estaba filmando Escape at Dannemora, una miniserie de ocho episodios y su primer papel en televisión en más de dos décadas. La grabación se extendió casi siete meses.
“Fue un maratón”, recordó después de haber terminado, en una entrevista en la torre de Sony en Manhattan a finales de mayo. “Tuve que aprender a tomarme un descanso y respirar; si no, iba a estallar”.
Esa lección podría resultarle útil. La miniserie de Showtime y Sicario: Día del soldado, una secuela inesperada de la película de 2015 y que se estrena el 29 de junio, inauguran una nueva era de longevidad para los personajes en pantalla de Del Toro, lo cual sugiere que su extensa carrera podría tomar un nuevo impulso.
También marcan un logro más sustancioso: Del Toro, quien nació en Puerto Rico, ahora es uno de los pocos latinos en protagonizar una franquicia fílmica de Hollywood, en la que los actores hispanos aún deben conformarse con papeles secundarios, si es que se los ofrecen.
A los 51 años, es alto y robusto, con cabello negro azabache y despeinado, mejillas hundidas y párpados que siempre están entrecerrados, como si resguardaran una llama suelta. Tiene un aire de sensibilidad callada y una voz ligeramente nasal que insinúa una versión real de los antihéroes y canallas que ha encarnado frente a las cámaras.
Desde su actuación revelación en Los sospechosos de siempre (The Usual Suspects, 1995), como un personaje secundario llamado Fenster, a quien convirtió en un hombre misterioso indeleblemente balbuciente, Del Toro se ha hecho de una carrera mediante un conjunto de filmes sórdidos, entre ellos Cerdos y diamantes (Snatch), 21 gramos y La ciudad del pecado (Sin City). En todas sus interpretaciones su desempeño ha dejado una luz que aún deslumbra tiempo después de que haya pronunciado su último diálogo.
Un Óscar como mejor actor de reparto por Tráfico (2000) no lo convirtió en un actor de renombre de la noche a la mañana. Más bien obtuvo un estatus de protagonista de manera silenciosa, en películas como la que encabezó junto a Halle Berry, Cosas que perdimos en el fuego (2007), y la película biográfica en dos partes sobre el Che (2008), un proyecto que también produjo.
Aunque aún es probable que las audiencias reconozcan a Del Toro como una guarnición fascinante y no como el platillo principal, podemos decir que su personaje en las películas de Sicario es un punto medio: es el protagonista titular del filme, pero también un personaje mítico y temido, aunque casi no aparezca en pantalla.
“Representa la ira en contra de la violencia de la guerra del narcotráfico… la maldad que se origina de ella”, dijo Del Toro acerca de su personaje, un mercenario incansablemente vengativo conocido como Alejandro. “Es víctima de los cárteles de la droga, por lo que es completamente insensible, como un cubo de hielo”.
Día del soldado cuenta la historia de Alejandro y el personaje de Josh Brolin, un sabueso pretencioso del gobierno que tiene la misión de incitar una guerra entre carteles rivales de la droga en México. Del Toro y Brolin impulsan la película y tuvieron la oportunidad, junto con el director Stefano Sollima, de tomarse libertades con el guion de Taylor Sheridan.
Hubo escenas que se extendieron y otras se descartaron; las subtramas y las transiciones se crearon en el momento y Del Toro se ocupó de otorgarle a su personaje detalles vívidos y creativos, como lo ha hecho a lo largo de su carrera.
“Benny llegaba al plató después de quedarse despierto toda la noche escribiendo cinco escenas que se le habían ocurrido, además de muchas ideas: ‘¿Y si intentamos esto? ¿Y si hacemos otra cosa?’”, recordó Brolin, quien también apareció brevemente junto a Del Toro en Avengers: Infinity War. “Cuando está trabajando, de verdad se sumerge en el papel que interpreta”.
Las sugerencias de Del Toro no fueron solo para su personaje: se extendieron a las tramas narrativas de otros momentos de la historia, como el de un personaje que ayuda a Alejandro a sobrevivir mientras huye y que Del Toro repensó como alguien con sordera que se comunica por lenguaje de señas y que, con ello, revela información importante sobre el pasado de Alejandro. Del Toro también volvió a imaginar la escena de una ejecución, casi al inicio de la película. Determinó que su personaje iba a tener un estilo muy específico para disparar un arma: feroz y veloz; en la cámara se ve cómo el dedo índice de Alejandro presiona varias veces el gatillo.
El resultado salió tan bien que fue utilizado para el avance de la película e incluso se convirtió en un meme.