Poder de convocar: El medio es la clave
No es nada nuevo. Desde que la humanidad creó la forma de enviar un mensaje a más de una persona a la vez, ya sea con un cartel o por medio de una cuña radial, existe la intención de convocar. Pero el éxito de la convocatoria no se produce, como podemos pensar, por el medio. Es decir, no necesariamente porque lo pusimos en Facebook vamos a tener la sala llena de gente.
Tiene que ver también con quién convoca y por qué lo hace. Si el motivo de la convocatoria realmente le compete al convocado y si le presentan algo que de verdad le interesa, entonces se va a mover. Tal como sucede en cualquier otro medio.
Las grandes manifestaciones del último año se organizaron a través de las redes y un ejemplo de esto fue Egipto. Tal es la gratitud del pueblo egipcio a las redes sociales que la hija del egipcio Gamal Ibrahim lleva el nombre de Facebook. Y se espera que la niña tenga más tocayas, o incluso amigos llamados Twitter.
Los indignados del mundo que se congregaron en espacios públicos el 15 de octubre pasado también se organizaron en las redes. En Ecuador pasó lo mismo, pero la respuesta a la convocatoria en Guayaquil no fue tan exitosa. ¿Razones? Podríamos especular y a futuro hacer un análisis profundo del caso para encontrarlas. No nos sorprendería obtener respuestas tan simples como “me olvidé” o “no me enteré”.
Una persona que organizó el año pasado una actividad gratuita en Guayaquil creó un evento en Facebook, invitó a todos sus contactos y pidió a ciertos amigos compartirlo para convocar a más personas. Cuando revisó la lista de quienes aceptaron, pensó que el evento sería un éxito. Llegó el día y no había ni diez sillas ocupadas.
Cuando le preguntó a uno de los desertores por qué no fue, él hizo esta reflexión: hacer click en el botón “asistiré” es como decir que estoy de acuerdo con este evento, me gusta... Y de verdad que quisiera ir, pero tengo otras obligaciones.
La moraleja de quien fracasó en esa actividad fue: la próxima vez buscaré una forma de comunicarme directamente con los interesados uno a uno, ya sea por teléfono, correo electrónico o a través de la misma red. La desconfianza por el fracaso anterior la llevó a buscar otros canales de comunicación más directos y mensajes más personalizados.
Por mi experiencia, las actividades organizadas a través de las redes sociales con menos probabilidades de fracasar en esta ciudad son las de los grupos de invitados que se conocen aunque sea de nombre, y el motivo de la invitación les compete directamente o van a sacar algún provecho a corto plazo.
Pero si queremos hacer una convocatoria por internet que realmente mueva masas, como ha ocurrido en otros países, debemos esperar a que el medio sea masivo. Con el 29% de la población ecuatoriana conectada, no podemos decir que lo es (dato del Censo 2010 del INEC).