David Bowie: Su vida y carrera
Más que una recopilación de viejos objetos y trajes, la exposición recuerda su camaleónica imagen en los escenarios.
Una fotografía cuelga cerca de la entrada de David Bowie Is, la exposición en el Museo Victoria y Alberto, para la cual se vendió una cantidad récord de boletos antes de su inauguración.
Muestra al joven que comenzó la vida como David Jones, sentado, vestido con traje y corbata oscuros, con una pierna apoyada en la silla, debajo de la cual hay un tambor con el nombre de su banda, Kon-rads. La pose sugiere mucho sobre el chico de 19 años que se convertiría en la figura proteica conocida como David Bowie.
Se hace inmediatamente evidente su entendimiento del lenguaje corporal, la imagen y la importancia de la seducción; elementos que han jugado un papel vital en su carrera como estrella pop.
Es ambiciosa la idea de una exposición en torno a la vida y la carrera de casi 50 años de Bowie. ¿Cómo mostrar los muchos estilos, el más reciente debido a la sorpresiva aparición en marzo de su nuevo álbum, The Next Day, de un hombre que, incansablemente, ha reinventado su imagen y su música a lo largo de su carrera? ¿Cómo hacer de David Bowie Is algo más que un conjunto de artefactos, desde viejas portadas de discos y fotografía hasta una amplia variedad de trajes y videos?
Como es bien sabido, Bowie, ahora con 66 años, es cauteloso. No ha tocado en público desde el 2006, no concede entrevistas y parece vivir tan discretamente como es posible en Nueva York, con su esposa, la exmodelo Iman, y su hija.
Que saliera The Next Day fue una sorpresa casi para todos, incluido el Victoria y Alberto. “Aunque nadie nos cree”, se lamentó Geoffrey Marsh, el curador de la exposición junto con Victoria Broackes.
Sin embargo, hacia el final del 2010, el museo recibió una llamada de un asociado de Bowie. “Solo hablábamos sobre varias posibilidades”, dijo Marsh. “Luego preguntó: ‘¿Te interesa David?'”. Resultó que Bowie es una de esas personas que nunca han tirado nada.
Marsh y Broackes viajaron a Nueva York para encontrar una colección de 75.000 piezas que un archivista se pasó varios años organizando. “Podíamos tomar prestada cualquier cosa del archivo, pero él no tendría nada que ver con la exposición; que el archivista debía revisar los textos para tener precisión fáctica, pero la interpretación sería nuestra”, explicó Marsh. El porqué Bowie decidió en este momento abrir su archivo, su vida y su carrera a tal interpretación, es una interrogante. “Su ausencia de las giras ha sido muy prolongada, y creo que no quiere hacer ninguna, pero quiere mantenerse en contacto con su público”, explicó Kevin Cann, el autor de Any Day Now.
Para crédito del curador, David Bowie Is intenta algo más que una sola interpretación de una carrera. “Hay que descubrir las recetas que usas y abandonarlas”, dice una de las tarjetas de “estrategias oblicuas” de Brian Eno y Peter Schmidt que hay en la exposición.
Desde su encarnación pelirroja, con vestimenta extravagante y sexualmente ambigua del glam-rock en su innovador álbum de 1972, The Rise anf Fall of Ziggy Stardust and the Spiders From Mars hasta la imagen de Weimer influenciada por el cabaré del Thin White Duke, el personaje surrealista de Pierrot de Ashes to Ashes, de 1980, o el maestro (¿o es maestra?), con casaca de la bandera británica, de todo lo que explora en el álbum Earthling de 1997, Bowie ha seguido siendo eternamente mutable y esencialmente inescrutable.
El reto para David Bowie Is, señaló Marsh, era transmitir la idea de la interpretación, y el alcance de sus referencias culturales. “Tenía el escenario, no solo como algo físico, sino como algo filosófico y eso es difícil de lograr en una exposición”. La decisión del curador fue la de organizar la exhibición por temas, en lugar de cronológicamente.
La primera sección está dedicada a los primeros años de Bowie, donde se presentan fotografías, álbumes y documentos. Sin embargo, el resto de la exposición está arreglado en torno a los trajes, la composición, los colaboradores y la interpretación, en una espectacular exhibición final de pantallas de piso a techo.
La música de Bowie está en el aire, literalmente en todas partes por virtud de audífonos que usan los visitantes, los que captan, en forma digital, las canciones en cada sección de la exposición.