Encantadora de plantas
Una artista ha dado casi todo por verse rodeada de plantas de las cuales, gracias a un dispositivo, hasta compone música. Su casa es un jardín melódico.
Mileece Petre, una artista y música inglesa, de 35 años, conocida profesionalmente como Mileece, es una especie de encantadora de plantas. En un giro de la era digital del libro de 1973 The Secret Life of Plants (La vida secreta de las plantas), que indica que estas son seres sintientes, ella coloca electrodos en las hojas. La corriente electromagnética se alimenta a un programa informático que ella escribió para convertir los datos en notas musicales, de tal forma que un jardín se convierte en orquesta (le gustan especialmente los filodendros, ya que las hojas robustas dan mejor soporte a los electrodos).
Se presentó este año en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, y su obra se ha exhibido en los Reales Jardines Botánicos en Kew, Inglaterra. También grabó el álbum de música computarizada, Formations, aunque no estelariza ninguna begonia, “estuvo dedicado a las plantas”.
Así es que no es ninguna sorpresa encontrarla viviendo en un jardín botánico en miniatura de su propia creación, con árboles frutales, cactus peruanos y un estanque con una tortuga llamada Ting. Una caravana (remolque) Airstream retro, estacionada junto a una fuente, es su dormitorio. Como le dijo a un visitante una tarde de julio: “Dormir allí te da la sensación de estar perpetuamente en tu mundito inventado”.
Es probable que esa sensación de escape sea necesaria si se considera dónde construyó su jardín: en el garaje y el jardín trasero del dúplex español de los años 30 de su madre en Los Ángeles. Desde la calle, uno solo ve una reja de madera común, pero más allá está el oasis.
Hace siete años, después de vivir en Londres, Montreal y el sur de Francia, Mileece regresó a Los Ángeles, donde había vivido con su madre estadounidense después del divorcio de sus padres (el padre es un británico, emprendedor en energía alternativa).
Aunque su impresión de adolescente de la ciudad no era favorable (“asistir a la secundaria en LA fue una experiencia aterradora; la gente parecía crecerse con nada”, dijo), como artista y jardinera en ciernes, apreciaba el sol todo el año, así como la escena cultural.
Al principio, Mileece y su esposo, Nathaniel Petre, vivían en la casa de la madre de ella e improvisaron un lugar para trabajar en el garaje. Sin embargo, el concreto que los rodeaba parecía “horno”, contó.
“Pensé que realmente necesitaba árboles para darle sombra”, añadió. “Es un entorno totalmente muerto, un desperdicio de espacio que drena la psique y no es ecológico”.
Empezaron por convertir el garaje en un estudio de música de tres cuartos y sala. Se hicieron del mobiliario y los aparatos entre amistades y el sitio web Craigslist. (Le compraron la estufa retro de propano, por ejemplo, a un integrante de Iron Maiden que vivía en un bungaló).
Después de consultar a una experta en feng shui, Mileece puso atención al paisajismo. “La señora del feng shui dijo: ‘Necesitas un estanque’, y pensé: puedo hacer un accesorio para agua”, contó. “Y luego me radicalicé para hacer la cantería”.
Hace como un año, su esposo se fue a Inglaterra para obtener el título de doctor. Mileece continuó arrastrando baldosas que compró en Habitat for Humanity, consiguió tarimas de madera en una compañía que entrega casas rodantes, y sacos de cemento de 40,8 kilogramos, cuyo peso era casi igual al de ella.
Al final, el espacio quedó bien. Con su revoltijo de materiales reciclados, muebles usados, el bricolaje con las baldosas y la fronda envolvente de las plantas, tiene cierto encanto californiano bohemio.
La Airstream fue el toque final: se la compró a una pareja cerca de San Luis Obispo, California, en 2.000 dólares y la metió en el jardín trasero. “Claro que la mayoría de las Airstream son verdaderamente caras porque ya las renovaron”, notó Mileece. “Esta tenía todas las razones para costar esa cantidad. Había ratones muertos y, sencillamente, el sanitario era un asco. Se llevó como año y medio rehabilitarla”.
Si bien Mileece viaja a menudo, ya sea por su música o por sus instalaciones de plantas, cuando está en su casa disfruta de una vida doméstica casi edénica.