Los chicos quieren tecnología
Los padres de 1’615.587 menores de entre 10 y 14 años tienen pedidos similares para Navidad: regalos tecnológicos. Especialistas advierten los riesgos a los que se someten si no hay control.
No importa el colegio donde estudien o si viven en el norte o en el sur, han crecido en la era de la tecnología y sus intereses se replican casi con exactitud. Ya no se sienten niños, pero ven la Navidad como la oportunidad de recibir un obsequio que sacie su espíritu internauta. Los padres de chicos entre los 10 y 14 años no se han librado de analizar la conveniencia de complacerlos, tal como cuando evaluaban los riesgos de un juguete según la edad de quien lo recibiría.
A sus 13 años Jordi es futbolero y en su lista de aspiraciones navideñas consta un balón de fútbol, pero antes cuentan un Play Station 4, una computadora portátil, un juego Minecraft para computadora o un juego FIFA 15 para Play Station 4.
Irene, de 12, sabe que su madre le ha advertido que no tendrá un celular hasta los 18 años, sin embargo, es lo primero que menciona al enumerar lo que le gustaría recibir. En su lista también están un iPod, una laptop, ropa o una Ever After High. Su hermana Salma, de 10 años, tiene pedidos similares: una tablet, un celular, un iPod, una Barbie o una Ever After High.
A Oswaldo, de 13 años, le interesa un Play Station 4, un Metal Gear Solid 5 (videojuego) y... se queda pensando, casi soñando, para revelar que le encantaría ir a un concierto del grupo Kiss. Hace poco se anunció que se presentará en Quito. Romina tiene 14 y tampoco le han dado opción a un celular. Sus padres le acaban de dar un iPod porque le robaron el que tenía. Para ella una sorpresa sería un iPhone 5S o pasajes a Orlando o Europa.
Ariana, con 12 años, tiene inclinaciones musicales y le gustaría recibir un plan de estudios para el conservatorio, implementos de arquería o los libros de Los juegos del hambre o Harry Potter.
Control, la clave
Según proyecciones actuales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), 1’615.587 de los habitantes del Ecuador están entre los 10 y 14 años, una edad que la psiquiatra Rocío Álvarez considera la “transición de la niñez a la juventud”, una época de cambios hormonales que no solo influyen en el cuerpo, sino también en el cerebro y la personalidad. He ahí otros elementos para poner atención en las exigencias y pedidos de regalos del 10% de ecuatorianos que son los preadolescentes.
La psicoanalista Anita Ricaurte cree que no hay que ir contra la corriente, al referirse a la era tecnológica, y aunque “el asunto está bastante descontrolado, hay que pensar qué hacer”, pero no prohibir, controlar sí.
Recuerda el caso de una niña de 12 años, hija de médicos de alto nivel, criada de manera conservadora, con nulo acceso a la tecnología. Ella “no lograba conectar con su edad” en el colegio ni en reuniones sociales. La pequeña se aislaba de alguna manera porque no tenía intereses comunes con amigas y compañeros, asegura. Y no es que la manera de educarla de sus padres esté mal, tampoco que se deba generalizar el caso, señala, pero son épocas distintas y cada ser humano vive los cambios que le corresponden.
Como madre, a la terapeuta familiar y psiquiatra Victoria Silva le agradaría que sus hijos llevaran consigo un celular para poder contactarlos durante todo el día, pero como profesional advierte que no es bueno darles acceso a todas las redes que ello implica. “Como médico he visto muchos problemas de comportamiento, de conducta por Facebook, por la internet. Para mí la internet es un arma letal”, dice, al advertir que por las redes hay abuso, muertes, suicidios, bullying, pornografía e incluso ha encontrado casos de homosexuales que han atraído a niños y jóvenes para abusar sexualmente de ellos.
La terapeuta familiar reconoce a la internet como una herramienta útil tanto en la pedagogía como en los negocios, pero en la mayoría de edad. Y si por exigencias colegiales o por decisión de los padres se la da a los más jóvenes, debe ser bajo la tutela del adulto.
La psiquiatra Rocío Álvarez precisa que antes de los 18 años los jóvenes no están en capacidad de evaluar. Hasta accede a que se les proporcione un celular, pero sin internet, porque ellos no saben medir el riesgo que implica, según manifiesta.
Recuerda que estadísticas actuales señalan que a nivel mundial el 60% de los usuarios de internet se conecta para mejorar sus ingresos, y en el caso de los menores de edad, el 100% lo hace para distraerse. Y en la mejora de ingresos no solo están negocios lícitos, advierte Álvarez, quien observa en las redes una exposición a peligros como secuestros, trata de personas, abusos y más. Además menciona los vicios y apegos que se activan en un adolescente cuando se conecta sin ningún control.
Otras actividades
Hace énfasis en el control, pero insiste en que entre los 12 y 17 años hay que dar a los hijos lo que necesitan: deportes, natación, estudios, activar el sentido de crear y “con tecnología no se crea, se consume”, dice. Agrega que los chicos pierden hasta la interrelación y capacidad de diálogo personal.
Un estudio de Ipsa Group (asumida por la empresa Nielsen) sobre el comportamiento de los teenagers ecuatorianos, en los que incluye a menores de 12 a 17 años, evidencia el alto interés de este segmento en la tecnología. El 92% de los chicos encuestados tiene un teléfono celular, el 64% quisiera tener un smartphone, el 95% posee una computadora, el 80% tiene una cámara digital y el 77%, un reproductor MP3.
Los datos del sondeo confirman que la principal actividad en la que emplean los jóvenes la internet es para conectarse a redes sociales, seguida de chatear con sus contactos y hacer nuevos amigos. Luego viene descargar y escuchar música, buscar información, ver películas y juegos.
Precisamente, los expertos consideran que la internet se ha convertido en un problema de comunicación, pues si bien permite jugar en línea con alguien que puede estar al otro lado del mundo o hacer amigos –como dicen los chicos–, es evidente que les cuesta conversar cuando están frente a frente. Por ello, Anita Ricaurte, Rocío Álvarez y Victoria Silva recalcan la responsabilidad del control que en tiempos tecnológicos exige más de los padres. (F)