El futuro de las oficinas abiertas
Este tipo de espacio de trabajo acumula críticos, a pesar de sus beneficios. Estrategias de diseño buscan replantear su distribución para contribuir al rendimiento.
La idea de que las oficinas tengan otro esquema suena un poco descabellado. Al menos en los últimos dos siglos han mantenido casi el mismo diseño: espacios abiertos, siempre abiertos, con filas de escritorios organizados por tareas.
La forma de oficina que conocemos hoy, con aire acondicionado, muebles de escritorio empotrados, sin despachos privados, apareció con el edificio Larkin, considerado el primero de este género. Fue diseñado por el arquitecto norteamericano Frank Lloyd Wright cuando recién asomaba el siglo XX.
Con el tiempo, esa estructura se complementó con módulos cerrados de vidrio para reuniones privadas, como presentaciones.
Las fortalezas de este tipo de distribución son notorias a primera vista: la organización de las labores tiende a ser más horizontal, hay menos barreras separando los niveles de trabajo y, por tanto, la información fluye mejor y contribuye la colaboración. Esa es la principal razón por la cual este diseño se ha extendido por tanto tiempo.
Pero a pesar de esta naturaleza laboral menos jerárquica, con los años han llegado obstáculos no deseados, analiza Michael Useem, director del Centro de liderazgo y cambio organizacional de la Universidad de Pensilvania. Conversaciones dispersas sabotean la concentración de los demás y las negociaciones delicadas se vuelven incómodas a oídos de todos.
Diseños acústicos
Una solución obvia es aislar el ruido. En ese sentido, Adam Stoltz, asesor del grupo de arquitectura-ingeniería HOK, defiende la idea de que el problema no es culpa de los ambientes abiertos: somos las personas quienes provocamos bulla.
“Un buen diseño siempre tiene impactos positivos”. Veamos a las bibliotecas: estaciones de trabajo confortables para la interacción y al mismo tiempo para la confidencialidad y la perseverancia. De este ejemplo, Stoltz nota que una alternativa efectiva para un ambiente de concentración son diseños acústicos, en vez de cubículos con paneles altos, como las bibliotecas.
Ecosistema de espacios
La oficina abierta seguirá siendo la forma dominante de diseño. Desafortunadamente a menudo se ha ejecutado mal, señala un informe de la publicación Harvard Business Review.
Para HBR, los entornos de trabajo más exitosos brindan una gama de espacios, como un ecosistema, que permita a las personas elegir dónde y cómo realizar su trabajo. Pero el diseño y la asignación de dichos entornos no deben estar basados en jerarquías, sino en necesidades.
Por ejemplo, a muchos ejecutivos se les otorgan oficinas espaciosas y cerradas que a menudo se quedan vacías debido a los horarios de viaje o reunión. Estos podrían rediseñarse para permitir que otras personas los utilicen productivamente cuando sus usuarios principales están fuera del sitio. Muchos simplemente necesitan de forma temporal acceso a un espacio cerrado para ciertas tareas. (G. Q.)