Memorias de Hábitat III
El magno evento celebrado cada 20 años por la ONU, se desarrolló en Quito del 17 al 20 de octubre.
Tal vez cuatro días fue poco tiempo para experimentar las actividades simultáneas que se organizaron alrededor de la conferencia Hábitat III, del 17 al 20 de octubre de este año.
Quito buscó transformarse en una especie de laboratorio urbano, bajo el nombre La villa Hábitat, reuniendo alrededor de 40 intervenciones urbanas que tomaron como escenarios varios puntos de la ciudad. Uno lograba enterarse de estas actividades luego de recibir un mapa ciudadano en los puntos de información del evento organizado por las Naciones Unidas cada 20 años, al recorrer la capital.
Las calles aledañas a la sede del encuentro se cerraron para dar lugar al paso peatonal, es decir, el área conformada por la Casa de la Cultura del Ecuador y el parque El Arbolito.
La intervención que más se conoció fue la Fiesta de las luces en edificios del Centro Histórico de la capital. La aglomeración de personas en los sitios escogidos no logró espantar a alguien de perderse ese suceso poco común en nuestro país. “Impresionante cómo algo tan simple puede transformar las ideas de realidad y cotidianidad”, expresa el arquitecto Chafic Bitar, fundador de Escribe Arquitectura, colectivo guayaquileño. Él viajó a esa urbe para participar del encuentro mundial, el cual considera que todo arquitecto y urbanista debió haber aprovechado.
Bitar también destaca la iniciativa El lugar Quito, del colectivo colombiano Despacio. Ese equipo se tomó los parqueaderos de la calle Veintimilla e instaló bancas hechas de palés, reforzando el concepto de la apropiación del espacio público: aceras y calles diseñadas para las personas.
“Esa intervención fue muy buena”, opina Bitar, “porque se dieron cuenta de que es un lugar donde se aglomeran varias oficinas y las personas quieren un espacio mucho más tranquilo para transitar... allí la gente caminó, conversó o se mantuvo en el sector, haciendo que el ambiente se vuelva mucho más dinámico”.
Esperadas conferencias y reflexiones
Pero lo que más movió a los asistentes, sin duda, fue el ciclo de conferencias. De acuerdo a la Secretaría de Hábitat III, 16.500 participantes nacionales se acreditaron al evento, más 10.000 provenientes de 167 países extranjeros. Es decir, 26.500 individuos acudieron a la sede para poder obtener su credencial de ingreso a los conversatorios, tras un registro web preliminar.
Los encuentros, divididos en mesas redondas, diálogos, actos paralelos y reuniones de contactos, se pautaron desde las 08:00 hasta las 18:00, algunos seguidos después de otro o con una media hora de diferencia entre ellos, otros se desarrollaron simultáneamente. En otros casos, la asistencia dependía del tiempo que uno se tomaba al sortear las filas de acceso afuera de la sede, o de la capacidad de las salas, las cuales en su mayoría tenían una capacidad de 100 personas, límite que debía ser acatado rigurosamente, de acuerdo a las disposiciones del equipo de seguridad de la ONU presente en el sitio.
Las temáticas se concentraron en aspectos como la implementación de vivienda, políticas urbanas, cambio climático, erradicación de la desigualdad social, ciudades inclusivas, y movilidad y transporte. Una de las materias que más resonó fue el derecho a la ciudad, propuesto por el sociólogo francés Henri Lefebvre en 1968. Se refiere al derecho a un espacio colectivo culturalmente rico y diversificado que pertenece a todos sus habitantes, sin ningún tipo de discriminación, según la Carta Mundial de Derecho a la Ciudad.
El arquitecto John Dunn, profesor del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la Universidad San Francisco de Quito, recalca la importancia de esta conferencia en haber sido un puente entre los planificadores, especialistas y los ciudadanos. “Siento que a nivel presencial sí ocurrió, no sé cómo esto acontecerá dentro de futuras resoluciones”.
En ese sentido, el experto señala que las posturas sobre el derecho a la ciudad debieron ser mucho más detalladas. “Me preocupa ese término porque parece que condicionamos las reglas del buen vivir, de la calidad de vida, al escenario urbano, lo cual puede desequilibrar más situación entre el campo y la ciudad”, explica Dunn. “Podría afectar las condiciones a nivel rural, si no se las atiende en la misma medida que son atendidas las del escenario urbano en la ciudad. Lo que repercutiría en procesos migratorios mucho más acelerados y críticos”, aduce.
A Jaime Rumbea, director y portavoz de Apive (Asociación de Promotores Inmobiliarios de Viviendas del Ecuador), las conferencias en Quito le dejaron tres impresiones. La primera es la prioridad de vivienda social. “El lugar donde uno vive determina su calidad de aire y agua, lo cual incide además de la salud, en la educación y por ende en sus oportunidades en la vida”, manifestó tras un diálogo inaugurado por Julián Castro, secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos.
“Resolver vivienda resuelve buena parte del problema de salud de un niño, porque si está expuesto a malas condiciones de aire y agua se va a enfermar siempre, y no va a poder llegar al colegio en forma adecuada, lo cual menoscaba sus oportunidades de empleo a futuro”, explica.
En segundo lugar, resalta la necesidad de reducir las exigencias burocráticas que podrían aplazar los proyectos de vivienda social. Finalmente, está Hábitat como un encuentro importante para los países en desarrollo. “Para los organizadores es crucial que se transmitan los conocimientos de los países desarrollados, de cómo llevar los procesos de urbanismo en modo inteligente en países de África, Asia y Latinoamérica”. El 2036 revelará la efectividad de las decisiones resueltas este año en Quito, cuando se cumpla la siguiente conferencia Hábitat. (I)
Conclusiones finales
Según la Asamblea General de la ONU, tras revisar los objetivos de las otras ediciones de Hábitat, los desafíos persistentes para las ciudades sostenibles son las múltiples formas de pobreza y la degradación del medioambiente. En la foto: Joan Clos, director ejecutivo de ONU-Hábitat.
Quito y Ecuador
Además de las conferencias e intervenciones urbanas, hubo espacios para los pabellones de los países visitantes como plataformas para impulsar el turismo. El de Quito fue un cubo gigante con los rostros quiteños para celebrar su diversidad.