Ecuador en un viaje enmarañado, según Humberto E. Robles
Después de estudiar a José de la Cuadra y otros autores, Robles reflexiona sobre Ecuador a pretexto de un libro de Henri Michaux.
La vida es un viaje enmarañado. Eso lo sabe Humberto E. Robles, escritor que nació hace 77 años en Manta y desde sus 14 años reside en los Estados Unidos, donde realizó sus estudios y fue profesor en North Western University hasta su actual jubilación. Siempre se ha interesado por su país de origen. Se proclama manabita, costeño y ecuatoriano, en ese orden. Es un académico con sentido del humor y un discurso sabio como entretenido.
La última vez que conversamos fue en 1997 cuando en la Universidad Andina Simón Bolívar presentó una ponencia y su edición crítica de El montuvio ecuatoriano de José de la Cuadra.
Era un estudiante de 19 años cuando leyó Banda de pueblo latino. “Ese cuento fue el punto de partida de mi interés por de la Cuadra y también mi mejor conquista: haber escrito toda mi obra en español”, manifiesta y aclara que El primer viaje alrededor del mundo: de Pigafetta a García Márquez lo escribió en inglés y lo tradujo al español Fernando Balseca para Kipus, revista de la Universidad Andina que ha acogido gran parte de sus ensayos.
Esa mañana dialogamos en el hotel Oro Verde, Robles, después de visitar a amigos y parientes en Manta y Guayaquil, de degustar sal prieta y otras delicadezas criollas, al siguiente día, retorna a Miami donde reside con Mercedes, su esposa.
Ahora, hace pocos días y también desde una ventana del Oro Verde, observa a la ciudad que luce como una mujer desparramada entre el río y el estero. Comenta que ha observado que los letreros de Guayaquil y Quito dan cuenta de una fuerte presencia de lo norteamericano, le digo que en barrios apartados reina la gráfica popular aunque va perdiendo terreno.
En 1960 cuando Robles decide hacer su tesis doctoral sobre la obra de la Cuadra, regresa a investigar en bibliotecas sin aire acondicionado y como no existían las fotocopiadoras. Tuvo que copiar a mano numerosos cuentos y artículos que el escritor había publicado en diario El Telégrafo y revistas de la época. Esa tesis le serviría como material para su libro Testimonio y tendencia mítica en la obra de José de la Cuadra, el estudio más exhaustivo del escritor del Grupo de Guayaquil.
“De la Cuadra como abogado –comenta- comenzó a practicar su profesión y sus clientes eran montuvios. Empezó a viajar, a relacionarse con ellos. Y dentro de ese mundo encontró una manera de ver al mundo. Yo diría que de la Cuadra es un discípulo del montuvio”. Cree que mucha gente ignora que el escritor fue masón y miembro del Club La Unión, aunque finalmente sus opciones fueron otras. “A nivel personal soy un discípulo de José de la Cuadra. Yo no puedo ser proletario, pero tampoco ser totalmente burgués o un pequeño burgués –manifiesta-. Uno se encuentra en esa encrucijada, creo que él también la sufrió. Además me enseñó la parquedad, tratar de no ser un escritor barroco tropical”.
‘Ecuador: journal de voyage’
Esa mañana Robles me muestra el voluminoso original del libro que inició hace cinco años y que ahora, como un orfebre, pule meticulosamente antes de publicarlo: Ecuador. Journal de voyage (Ecuador. Diario de viaje) Aproximaciones al enmarañado viaje de Henri Michaux: presencias, rastros y contrapuntos (con varios rescates, anexos y antojos).
La historia es que el 27 de diciembre de 1927 desde Ámsterdam llegan a Quito, el poeta ecuatoriano, afincado en París, Alfredo Gangotena (Quito, 1904-1944) con su amigo Henri Michaux (Bélgica 1899 –París 1984), poeta, narrador, pensador y pintor quien recorre gran parte del país y escribe sus impresiones –algunas polémicas-, que fueron publicadas en una revista francesa y en 1929 como libro: Ecuador. Journal de voyage. Gangotena y Michaux abandonan el país en diciembre de 1928.
Robles confiesa que desde su época de estudiante se interesó por la obra de Michaux, tanto así que en su libro sobre de la Cuadra –1976- hay una cita de Michaux describiendo al matapalo.
“Esta es mi lectura del texto de viajes de Michaux –expresa refiriéndose a su obra inédita- que es un texto que nos enseña a los ecuatorianos a ver a nuestro país de otra manera, aunque se lo criticó porque no salíamos como los grandes”.
Comenta que Michaux, entre diversas opiniones, se refiere a la hospitalidad de los ecuatorianos, algo difícil de encontrar en otra parte del mundo. “¿Por qué somos hospitalarios –se pregunta-, qué es lo que buscamos: ¿la salvación? En el libro de Michaux hay un montón de señalamientos, por eso me he tomado el tiempo suficiente para pensar y repensar mucho”.
En su etapa de investigación bibliográfica, Robles rescató de las obras completas de Michaux, capítulos que éste no incluyó en Ecuador. Diario de viaje, textos que Robles tradujo y forman parte de su libro. También recopiló poemas que Alfredo Gangotena publicó en revistas francesas y no constan en su poesía completa, publicada años atrás.
“En lugar de haber escrito una biografía estoy jugando y haciendo que el lector con su inteligencia haga el ensamble –explica-. Desde el punto de vista crítico, no sé si va a funcionar, pero eso no me importa a estas alturas de mi carrera”.
Humberto Robles que reside en Miami y también vivió en Sevilla y Chicago, desde la ventana del hotel observa a Guayaquil mientras intenta explicar qué es su libro: “Es un esfuerzo de mi parte, por legar una lectura a mi país, quisiera pensar que este libro invita a repensar Ecuador, no en términos provincianos sino en términos cosmopolitas, planetarios como diría el poeta Jorge Carrera Andrade, y de una manera ampliar horizontes”.
Le aseguro que desde ya esperamos leer ese texto, sus reflexiones. “Me interesa la tradición pensada, en cuanto a lo difícil que es cambiar cualquier tradición –manifiesta un poco antes de despedirnos- La gente quiere hacer la revolución y no es tan fácil. Creemos que estamos moviendo al mundo, son los Mesías sin cruz ¿Dónde está la tierra prometida? Y no es que no crea en la necesidad de cambios, sino que la cosa no es tan así de oficial, como a veces se pretende creer”.
La vida es un viaje enmarañado. (I)