El reto: descubrir un secreto
El manabita Patricio Tamariz lleva más de una década trabajando con optimismo para poner al Ecuador en el mapa turístico. Para ello, él promueve la armonía con la naturaleza y el respeto hacia la historia.
Patricio Tamariz transmite ser uno de esos hombres de corazón sencillo que, solo con trabajo y convicción, tienen el poder de alterar las realidades para que otros lleguen a disfrutarlas, sin esperar ese aplauso que bien se merecen.
Por ello puede considerarse casi un secreto toda su gran labor realizada durante la última década para ayudar a marketear la imagen del país desde el Ministerio de Turismo, principalmente como primer director del Fondo Mixto de Promoción Turística (2004-2007), y luego desde múltiples cargos en esa cartera de Estado (hoy es el coordinador zonal 5, encargado de las provincias de Guayas, Bolívar, Los Ríos y Santa Elena).
“Siempre he estado convencido de que el Ecuador es un destino verde y sostenible. El país lleva más de una década con ese mensaje y el mundo lo está entendiendo muy bien”, señala este manabita de 54 años, quien ha liderado campañas premiadas internacionalmente, como dos en el 2005 y 2006 para publicitar a nuestro país entre miles de agencias de viajes de Estados Unidos.
El Ecuador acaba de ganar, por segundo año consecutivo, el premio como Destino Verde Líder del Mundo otorgado por los World Travel Awards, lo cual es producto de varios años de labor de personas del sector empresarial y público “con sacrificio, pasión y trabajo en equipo”, indica Tamariz, quien conecta su pasión por el Ecuador turístico con su interés por revelar una historia profunda que merece ser contada. Allí comienzan los secretos que él está dispuesto a compartir.
Abriendo su paraíso
El Ecuador posee tesoros que están a la vista de todos en sus montañas, valles, ríos, playas, selvas, lagunas y demás espacios que nos conectan a una biodiversidad de escenarios habitados por una flora y fauna únicas. Pero hay también tesoros que permanecen ocultos. “Tesoros históricos”, comenta Tamariz, que los ecuatorianos deberíamos “desenterrar” para interesarnos más en temas como quiénes fueron los primeros habitantes de este territorio costero, cómo llegaron, cuál es la historia del cacao nacional, de la concha spondylus, cómo colonizamos Galápagos, quiénes eran nuestros ancestros.
“Son temas que fortalecen nuestra identidad”, dice Patricio, cuyas investigaciones sobre tales ámbitos están reunidas en un libro que publicó hace un año, llamado The Secret of Paradise (El secreto del paraíso), escrito en coautoría con el estadounidense Bo Rinaldi.
“Escribí el libro en inglés porque quería que el mundo nos conociera mejor, pero espero tenerlo próximamente en español”, dice este nativo de Bahía de Caráquez, quien desde adolescente comenzó a reencontrarse con su país a través del surf. Tenía 18 años de edad y poco tiempo de haber regresado a su querido Manabí, ya que desde los 2 años había vivido con su familia en Estados Unidos.
Este reencuentro con su cuna lo llevó a largas jornadas en playas de espumas blancas, en una de las cuales un amigo de olas lo llevó a un cercano valle. “Me dijo que quería mostrarme algo. Y mientras dejaba atrás mis pisadas en la arena para ingresar al bosque, comencé a observar piezas arqueológicas por todas partes. Tomé unas cuantas y mi amigo dijo: ‘Son de nuestros ancestros y probablemente tienen unos dos mil años de antigüedad’. Yo estaba impresionado”, indica Patricio sobre esa conexión con el pasado del Ecuador.
Lo curioso es que 16 años después su familia y él tuvieron la oportunidad de adquirir esa tierra llamada Chirije, al sur de Bahía de Caráquez. “Tenía 34 años y hace poco había visitado Machu Picchu para quedarme impactado en cómo combinan allá el turismo y la arqueología”. Esa experiencia lo motivó a crear la Ruta del Spondylus para el Ministerio.
“El turismo es la gran industria que el país necesita, no solo porque genera divisas, sino porque nos motiva a cuidar el patrimonio”, señala. Y también a conocer esa historia que debe ser contada para que deje de ser un dulce secreto dentro de nuestro paraíso.