Evelio Tandazo: El padre de la ‘Venus tropical’

24 de Enero de 2016
Texto y fotos: Jorge Martillo Monserrate

Historia de Evelio Tandazo, un escultor que jamás se da por vencido y a sus 83 años sigue creando.

Su vida, como sus esculturas, está hecha a mano. Evelio Tandazo Vivanco es oriundo de Catacocha –Loja–, donde nació en 1932. A sus 16 años llegó a Guayaquil. Aún no soñaba con ser escultor. Peor el creador de la Venus tropical, su pieza maestra. Tampoco que su busto de Julio Jaramillo sería su escultura más popular.

Conversamos en su casa y taller de Alcedo y la 16. A sus 83 años, Tandazo es delgado, pero fuerte como un mangle. Aunque casi ha perdido la visión de uno de sus ojos. Esculturas de diversos tamaños habitan su morada como hermosos testigos silenciosos.

Evelio desde niño fue lustrabotas en Catacocha y Guayaquil. Recuerda que cuando llegó a este puerto, su hermano lo llevó a trabajar en una construcción: “Tenía que batir cemento, cargar tarros con concreto, las manos se me partieron, al otro día volvía a coger mi cajón de lustrar zapatos”.

Durante 20 años fue betunero. En 1952 inició un negocio de venta de gallinas. Hasta que un día vio a un muchacho cargando una escultura que recién había hecho. Fue cuando su vida cambió. Recordó que de niño él moldeaba figuras con lodo fresco. A sus 20 años, por las noches, empezó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes. Durante el día, siguió con su negocio de gallinas.

Eran 78 alumnos ‘lechuceros’. De sus compañeros recuerda al pintor y caricaturista Luis Peñaherrera y a Gonzalo Vera. Todos sus maestros han fallecido: César Andrade Faini, Marcos Martínez, Alfredo Palacio, Theo Constante. Evoca con admiración a su maestra de escultura: “La profesora Carmita Palacio además fue una de las mejores escultoras de entonces”. Mientras estudiaba Bellas Artes ganó una beca y estudió durante cuatro años por correspondencia Arte Comercial –Diseño Gráfico–.

Su mayor obra de arte

La Venus tropical es considerada una obra maestra de la escultura ecuatoriana. Me cuenta esa historia. En 1958, ya había egresado de Bellas Artes cuando un señor le encargó que le hiciera a la madre de Atahualpa, una escultura de un metro con veinte centímetros. “Sabía que yo hacía figuras, pero nunca imaginé que podía llegar hasta donde he llegado”. Le interesó la propuesta por el hecho histórico. Sus maestros y escultores Carmen y Alfredo Palacio lo alentaron. Empezó a investigar, a dibujar bocetos, hizo una figura de 30 centímetros siendo sus modelos su esposa, una sobrina o cualquier amiga.

Cuando comenzó a moldear la pieza en barro –durante un año– la inicial escultura de la madre de Atahualpa se fue transformando en la Venus tropical, una mujer desnuda de dos metros y sesenta centímetros. Estaba como poseído por esa mujer que surgía de las manos.

A su negocio iba tan solo tres veces a la semana y en la escultura trabajaba todos los días desde las tres de la tarde hasta la madrugada. Su improvisado taller era un salón abandonado de la Escuela de Bellas Artes.

Cuando la terminó de moldear, mostró su Venus al escultor Emilio Soro, quien dijo: “Es el desnudo más grande y bello que he visto en Ecuador”.

La exuberante escultura estuvo en Bellas Artes hasta 1960 cuando el concejal Juan José Plaza la hizo colocar en la entrada de la Biblioteca Municipal de Guayaquil –10 de Agosto entre Chile y Pedro Carbo– donde se encuentra hasta hoy como dándole la bienvenida al público.

La Venus está ahí porque después de haberla terminado Tandazo enfermó durante cinco años de tuberculosis, incluso estuvo internado en el hospital neumológico Alfredo J. Valenzuela –conocido como LEA–. Cuando se curó, ya su Venus tropical, por abandono, era propiedad del Municipio.

Cuenta que una segunda Venus tropical, pero de bronce, desde los años noventa está en la isla del parque Forestal y una tercera reina en su casa.

La Venus tropical que recibe a los visitantes en la Biblioteca Municipal.

Durante 17 años fue profesor de Anatomía, Escultura y Dibujo Artístico en Bellas Artes, resalta entre sus alumnas a las escultoras Aída Noboa y Diana Ponce y los pintores José Carbo, Guillermo de Lucca y Luis Ramírez. “Yo no soy un máster que es un teórico, el maestro es el práctico –reflexiona rodeado de sus piezas de arte–. Yo soy maestro de maestros, no lo digo yo, me lo dicen”.

Sus esculturas, bustos, monumentos, medallones y otras piezas están en lugares públicos de Loja, Manabí, Guayas y otras provincias. Pero su obra más popular es el busto de Julio Jaramillo que está ubicado en el cementerio de Guayaquil.

Todos los días lo visitan, especialmente cada 9 de febrero, aniversario de la muerte del Ruiseñor de América. La realizó porque es un admirador del cantante. Después de estudiar numerosos retratos, cree que logró atrapar “ese gesto arrogante característico de JJ que no han conseguido otros”.

Durante toda su vida artística, Evelio Tandazo ha realizado pocas exposiciones. La más reciente fue el año anterior, junto con los artistas Wilson Zuloaga y Carlos Suárez. Actualmente realiza esculturas de pequeño formato y material liviano como la fibra de vidrio. Entre esas obras sobresale un medallón con el rostro de Julio Jaramillo en el centro de un disco long play.

Ese mediodía, Evelio Tandazo me cuenta que los siete días de la semana a las seis de la mañana va a la iglesia y asiste a una o dos misas. Cada misa en memoria del alma de un pariente fallecido o un ser cercano. “Pero la misa del domingo es por mí”, declara el padre de la Venus tropical. (I)

Tenía que batir cemento, cargar tarros con concreto, las manos se me partieron, al otro día volvía a coger mi cajón de lustrar zapatos”.
Evelio Tandazo,
Escultor

Yo no soy un máster que es un teórico, el maestro es el práctico. .Yo soy maestro de maestros, no lo digo yo, me lo dicen”.
Evelio Tandazo

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