130 años del Museo Grévin de París
Se trata de un lugar donde se encuentran modelos en cera de los personajes que han marcado el rumbo de la historia en distintos ámbitos culturales y deportivos.
La técnica de reproducir en cera la anatomía humana nació alrededor de 1770 de la mano del médico-escultor suizo Philippe Mathé-
Curtz, quien transmitió sus conocimientos a Marie Grosholtz, la hija de su ama de llaves. En 1765, los tres dejaron Berna y se instalaron en París. Marie trabajó en la Corte de Versalles y posteriormente realizó las máscaras mortuorias de Luis XVI y María Antonieta tras su ejecución en la guillotina. Se casó con François Tussaud y emigró en 1802 a Londres. En 1835 instaló una exposición permanente (hoy el museo de Madame Tussaud), el primero de ese tipo en el mundo.
Segundo museo de cera
Hacia finales del siglo XIX, Arthur Meyer, periodista y fundador de Le Gaulois, un periódico literario y político célebre por su tono burlón, decidió crear un lugar donde los lectores pudieran ponerles un rostro a los nombres que solían aparecer en las columnas de su diario.
Habría que recordar que en aquella época la fotografía aún se hallaba en una etapa balbuciente y la prensa raramente la utilizaba en sus páginas. Dado que su público solo conocía a los políticos y estrellas que hacían noticia a través de caricaturas y dibujos, a Meyer se le ocurrió familiarizarlos con ellos, modelando en cera figuras de esas célebres personalidades.
Solicitó entonces su colaboración a Alfred Grévin, escultor, caricaturista y creador de vestuario teatral. Ambos ya se conocían, pues Grévin con anterioridad había realizado numerosas caricaturas para Le Gaulois. Esta vez, sin embargo, se trataba de un proyecto diferente: Meyer le proponía convertirse en director artístico y supervisar a los escultores y equipos que plasmarían los personajes.
El caricaturista se dedicó en cuerpo y alma al proyecto, e incluso aceptó que el sitio llevara su apellido. Desde su apertura, el 5 de junio de 1882, tuvo un éxito total. Un año más tarde, Gabriel Thomas, un conocido financista, aportó una enorme suma a fin de impulsar su desarrollo. Nuevos decorados, un teatro de estilo italiano y una sala de ilusiones ópticas, llamada el Palacio de los Espejismos, vinieron a enriquecer el museo.
A principios del 2001 se emprendieron trabajos de renovación. Cinco meses después, el Museo Grévin presentaba un interior completamente modernizado y 80 nuevos personajes de cera.
La magia comienza a operar
Dos estatuas de mujer flanquean una imponente escalera de mármol. Al alcanzar el primer rellano, nuestros ojos no dan crédito a la profusión de arcos, balcones, espejos, lámparas de araña, falsas pilastras, medallones decorativos y un techo constelado de nubes y angelitos. En el segundo rellano comienza la visita propiamente dicha.
Un corto pasadizo nos conduce a una sala redonda y a oscuras recubierta por espejos. Estamos en el Palacio de los Espejismos, réplica del ingenioso sistema de ilusiones ópticas concebido por el ingeniero Eugène Hénard para la Exposición universal de 1900. Los espejos multiplican al infinito tres decorados diferentes, y un juego de luces y sonidos nos transportan al interior de un templo hindú, a una jungla con inquietantes animales al acecho y a un fastuoso palacio oriental.
Un coctel con sabor a susto
Cuando entré a la sala de los cocteles, me llamó la atención un hombre vestido de cocinero inclinado sobre una mesa repleta de bocadillos, por cuanto su cara me resultaba totalmente desconocida. Me acerqué y empecé a buscar la placa con su nombre. De pronto sentí sobre la nuca una mirada, me volteé y los veloces ojos del personaje volvieron a fijar la mesa. Supuse que las ilusiones ópticas del Palacio de los Espejismos habían alterado mis sentidos.
Seguí buscando la placa y de rabillo vi que otra vez este me observaba. Del susto pegué un salto, además de un gritillo histérico, y corrí a refugiarme tras la figura de un Elton John todo vestido de malva sentado frente a un piano. Asomando la cabeza por encima de su hombro, le monté la guardia al cocinero. Descubrí con alivio que cada cierto tiempo su mirada se tornaba hacia la derecha.
Ni modo, el mal estaba hecho, el resto del recorrido lo hice con los pelos de punta, observando de manera atenta y minuciosa los ojos de todos los personajes, algunos eran simples canicas de cristal, vidriosos e inertes; en cambio, el extremado verismo de otros me obligaba a retirar temblorosa la vista.
El Teatro de Todo París
En este hermoso teatro de estilo italiano construido en 1900, con aforo para 210 personas, podemos admirar, entre otros elementos decorativos, las cortinas del escenario. Se trata de un lienzo original del célebre pintor y cartelista Jules Chéret. Pierrot, Colombina, Arlequín y Pantaleón –personajes de la Comedia del Arte–, acompañados de una bulliciosa farándula, cantan y danzan bajo un azulado cielo nocturno.
Hoy el espectáculo ya no se desarrolla sobre las tablas sino en la sala misma, pues estrellas del cine y la televisión, artistas del canto y hombres políticos, sentados o de pie han tomado posesión del lugar: Charles Aznavour, Jackie Chan, Lionel Jospin, Bruce Willis, Cecilia Bartoli, Bernard Koucner, Patrick Bruel... Si alza los ojos hacia el balcón derecho, avistará al actor Roberto Benigni haciendo grandes gestos, mientras que en el balcón de enfrente Isabelle Adjani mantiene una sobria compostura.
Planta baja de alta categoría
La visita continúa en la planta baja. Bajo una cascada de flashes fotográficos se entra a Paris Grévin Magazine, un espacio que reúne a pintores, escritores, filósofos, deportistas, modelos, danzarines, músicos, académicos… que han sobresalido en su desempeño.
En un bar cafetería de luces tenues, íntimo y refinado, se puede compartir una copa con Ernest Hemingway, Jean-Paul Sartre, Margarite Yourcenar, Orson Wells, Serge Gainsbourg, o tratar de escuchar las confidencias entre el costurero Jean-Paul Gaultier y la diva María Callas.
No bien saliendo de este lugar hay una réplica, no muy conforme a la realidad, de Romy Schneider maquillándose frente al espejo de su camerino. A lo largo del recorrido por las distintas zonas de exposición asistí a un desfile de moda de Naomi Campbell, descubrí a Rodin esculpiendo el busto de Picasso, y no me puse en la cola para tomarme una foto con algún gran deportista: Michael Schumacher, Amélie Mauresmo, Pelé, Sébastien Chabal, Tony Parker, Zinedine Zidane…
Imágenes del siglo XX
A través de diez grandes acontecimientos el museo nos hace revivir el siglo pasado: la primera travesía aérea del Canal de la Mancha en 1909, el primer paso en la Luna la noche del 20 de julio de 1969, la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, el Mundial de Fútbol de 1998... Además, por primera vez, vemos reunidos en un mismo concierto a Ray Charles, Jimi Hendrix, Phil Collins y Louis Armstrong. Asimismo, personajes de las tiras cómicas (Spiderman, Obelix, Lucky Luke), los libros (El Principito), las películas de dibujos animados (la ardilla Scrat de La Era de Hielo) y los juegos de video (Lara Croft) se han escapado de su universo literario o visual para venir a nuestro encuentro.
Historia de Francia
En este espacio se encuentra escenificada la historia de Francia desde la Edad Media hasta el siglo XIX, tanto a nivel de la historia misma como de sus movimientos artísticos o literarios. Me encantó ponerles un rostro a personajes de quienes había leído o escuchado hablar; por ejemplo, Juana de Arco, Luis XIV el Rey Sol, María Antonieta, Molière, Degas, Renoir y muchos otros.
Encuentros improbables
Dos suntuosas salas de estilo barroco, La Cúpula y la de las Columnas, acogen a las celebridades de cera creadas en 1882 y a las actuales: Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Sarah Bernhardt, la marquesa de Pompadour, Madonna, Charles Bronson, Clint Eastwood, Albert Einstein, Liza Minelli, Marilyn Monroe, Elvis Presley, Michael Jackson, Harrison Ford, Céline Dion y René Angélil, Charles de Gaulle, Gandhi, el papa Juan Pablo II, Alfred Hitchcock, la estrella hindú de cine bollywoodense Shah Rukh Khan, Charlot, la reina de Inglaterra… hasta el expresidente Nicolas Sarkozy, quien, por cierto, resulta la única excepción en cuanto a la fidelidad del tamaño real de las figuras, pues debido a su baja estatura, el líder francés exigió que a la suya le aumentaran unos cuantos centímetros.
Secretos de fabricación
La visita termina en una sala del primer piso que revela los secretos de fabricación de aquellas reproducciones en cera. Me asombró que se implantaran a mano, uno a uno, los 500.000 cabellos naturales que puede requerir la cabeza de uno de esos personajes.
Luego del susto viene el gusto
Tras mi susto con el hombre vestido de cocinero me empezó a rondar una idea: ¿Por qué no invitar a artistas que hacen estatuas humanas en las calles para que se mezclen con las figuras de cera? No permanentemente, sino como parte de las festividades por los 130 años de existencia. ¿Qué mejor forma de celebrar un cumpleaños que con un regalo sorpresa?