Alfonso Reyes: Devoción por la humanidad
El mexicano Alfonso Reyes (1889-1959) tenía más de 40 mil libros en su biblioteca. Todo lo que leyó confirmó su devoción por la humanidad.
En estos tiempos en que se debate sobre la crisis de las humanidades y las dificultades para estudiarlas, ¿por qué rememorar a un autor como Alfonso Reyes que vivió con pasión su dedicación por las letras y la cultura? Considerado un pilar fundamental de la cultura mexicana y, por extensión, de la hispanoamericana, Reyes practicó una gran variedad estilística en sus obras.
¿De qué y cómo escribió Reyes?
Alfonso Reyes Ochoa fue cuentista, ensayista, dramaturgo, cronista, editor, empresario cultural, diplomático… Caracterizarlo implica el riesgo de olvidar alguna de sus facetas. Sus obras completas tienen casi treinta gruesos tomos. De su obra, Federico Reyes Heroles dice: “Poesía, ensayo, teatro. ¿No era acaso suficiente? Por lo visto, no”. Adolfo Castañón había contabilizado 63 antologías de Reyes hasta 2009, y él, que se encontraba preparando una más, se preguntaba por qué, y respondía que los escritos de Reyes son un paradigma de la prosa.
El novelista Carlos Fuentes coordinó la Colección Capilla Alfonsina y dividió la obra de Reyes por temas, así: 1. México, 2. Teoría literaria, 3. América, 4. Nueva España, 5. Memoria, 6. Literatura española, 7. Relaciones internacionales, 8. Grecia, 9. Periodismo, 10. Autobiografía, 11. Literatura universal, 12. Poesía. Esto deja ver la amplia visión que Reyes fue construyendo a lo largo de su vida fecunda.
Monterrey, la muerte de su padre y el mundo
Reyes nació a fines del siglo XIX en un Monterrey que era reflejo de un México rústico, aislado y rezagado, pero que anhelaba mirar el futuro. “Reyes es un hombre de su tiempo, con un pie en el siglo XIX y otro en la modernidad”, afirma Carlos Chimal. Y el Monterrey de su niñez era provinciano y fronterizo, elementos decisivos que lo dotaron de la idea de una cultura que debe expandirse por todas las regiones. De ahí su interés por la cultura universal, en la que insertó las antiguas civilizaciones mexicanas.
Uno de los episodios que definió su vida fue la muerte de su padre, el general liberal Bernardo Reyes, que en 1913 fue tiroteado en las gradas del palacio presidencial, al filo de que estallara la revolución mexicana. Reyes confiesa: “Se apoderó de mí un desgano político. Más que eso: un pavor. Cuando delante de mí se decía: ‘política’, yo veía, en el teatro de mi conciencia, caer a aquel hombre a caballo acribillado por una ametralladora irresponsable. Salí del país como pude, dejando horrores a la espalda”.
Alejado de la irracionalidad de la revolución, Reyes llegó a desempeñar funciones en las embajadas en París y Madrid. En 1924 retornó a México tras once años de ausencia. En los años 30 volvería a servir en la diplomacia en Buenos Aires y Río de Janeiro. En todos los lugares, Reyes mantuvo diálogos productivos con los escritores de esos países. Sebastián Pineda dice: “En Reyes, como en Montaigne o en Goethe, vida y obra corren enlazadas e inseparables, al punto de que su biografía fácilmente se rastrea a través de sus libros, y estos a través de sus viajes, amistades y lances históricos”.
El literato dialogante
El presentador anónimo de Cartilla moral (1944) sostiene que “no hay un solo lector de Reyes que no adquiera una deuda de gratitud por cualquiera de sus páginas, sea por la lúcida guía de ideas, por el placer de leerlo o por la íntima interlocución que generan” pues fue un “pensador incansable, erudito sin pedanterías, fiel a la raíz de su paisaje más íntimo al tiempo que miraba todos los horizontes del mundo”.
Reyes analiza con maestría la grandeza grecolatina, que estudió desde muy joven, o las obras del arcipreste de Hita, Lope de Vega y Gracián. Reflexionó sobre la novela moderna, estudió a Goethe, Góngora, Mallarmé, Flaubert, Proust… En él se ve un diálogo permanente de autores clásicos y contemporáneos. Para divulgar este lazo fundó el Fondo de Cultura Económica, destinado a publicar lo mejor del pensamiento mexicano y universal a precios asequibles. También creó El Colegio de México, para profundizar la comprensión de la realidad desde un fundamento universitario.
Reyes fue tan curioso que publicó en 1956 unas notas sobre Albert Einstein, a quien conoció en Madrid en 1923, evidenciando su interés por los avances científicos de su tiempo. Esto lo revela como un intelectual que puso el máximo de su talento para divulgar saberes científicos importantes.
El escritor regiomontano, según Liliana Weinberg, practicó “el diálogo, las cartas y las diversas prácticas de sociabilidad intelectual; la intervención cultural a través del magisterio, las conferencias, la participación en grandes empresas culturales como la edición de revistas y la consolidación de proyectos editoriales. El autor hizo de la lectura, el comentario, el estudio filológico, la crítica literaria, la traducción, la edición, distintas formas de tender puentes entre la sociedad y la literatura”.
Alfonso Reyes y Ecuador
El bibliógrafo e investigador Gustavo Salazar dedicó el número 8 de sus Cuadernos A Pie de Página (octubre de 2016) precisamente a Alfonso Reyes y a su relación con el Ecuador. En este dossier se reproducen los artículos de Reyes sobre Juan Montalvo y el poeta Guillermo Ríos Andrade. También la correspondencia que mantuvo con Gonzalo Zaldumbide, Benjamín Carrión, César E. Arroyo, Jorge Carrera Andrade, Augusto Arias, Filoteo Samaniego y Galo René Pérez.
Además reúne artículos acerca de Reyes firmados por Luis Robalino Dávila, Isaac J. Barrera, Raúl Andrade, Aurelio Espinosa Pólit y otros más. Salazar ha recuperado un escrito de Reyes, “un ensayo-prólogo, quizás el último de Reyes, dedicado al poemario de un escritor ecuatoriano, firmado en noviembre de 1959”. Reyes comienza diciendo lo que pensaba del Ecuador:
“En uno de los correos que llegan, más cosas malas que buenas, fue sorpresa, la presencia de Corazón de hierba, Un río limpio, Caracol del sueño y La aurora no es para todos, este último libro inédito; y con ellos, un poeta, de un pequeño país, síntesis de la Geografía rebelde del mundo, Ecuador, país de mar y trópico, de Andes con volcanes coronados de nieve, de selvas vírgenes, de ríos mágicos y de islas encantadas, país de indios y de un respetable mestizaje como el de mi México. De allí viene Guillermo Ríos Andrade, fruto de estos bellos contrastes, que van a ser motivos, con los que trabajará su arte”. (I)
La rebeldía espiritual no es más que la crítica. Y el conocimiento crítico del mundo –sin que sepamos si es el cardo o es la flor de la vida– es como las yerbas de Mitrídates, que vuelven inmunes a los fuertes y envenenan a los mezquinos”.
Alfonso Reyes