Creación a contracorriente
Luego de varios años desde su inicio, Muégano Teatro se afianza en apostar por líneas artísticas experimentales e independientes en una nueva sala.
El calor del mediodía de Guayaquil parece desaparecer en la entrada del nuevo Muégano Teatro. En los escalones de esa pequeña plaza, al fondo del callejón Magallanes (calle Rocafuerte, zona rosa) la brisa a la sombra que ofrece su recién inaugurada estructura permite disfrutar de una versión del verano, ajena a la sensación térmica general.
Aquel microclima no es la única característica disruptiva que se manifiesta en ese espacio cultural que abrió sus puertas el pasado 10 de mayo.
De acuerdo con su director, el dramaturgo Santiago Roldós, la programación de este teatro se aleja del llamado ‘boom’ teatral en la ciudad, apostando por propuestas artísticas no comerciales.
“Todo bien”, aclara. “Yo soy cliente de muchos restaurantes y me gusta que me traten bien, pero nosotros venimos de un entendimiento bretchtiano de la escena y pensamos que los espectadores y las espectadoras son coautores y coautoras del hecho teatral, no son clientes. Es lo que nosotros creemos que tenemos que hacer, entonces no tenemos una relación clientelar, sino demandante, exigente y propositiva con los espectadores”.
Independiente, experimental y democrático son algunas otras definiciones que acompañan la programación y los objetivos de este espacio construido por el Municipio de Guayaquil, ofrecido en comodato durante 25 años renovables para que sea administrado por la agrupación.
“Nos parece importante tener un lugar para ciertos grupos históricos del país y de la ciudad como La Trinchera, el Festival Internacional de Artes Escénicas (Fiartes) y ser sede permanente de las indagaciones de Culebra Cascabel, un ensamble transdisciplinar dirigido por Manolo
Larrea, que se pregunta sobre los límites entre la música, lo escénico teatral y busca dinamitar esas fronteras”, comenta.
Sin embargo, también quieren tcontactar con nuevas generaciones de creadores. “Con gente que se esté preguntando por la escena desde otras perspectivas. Tampoco queremos que todo sea igual a los que hacemos nosotros, más bien, que todo sea diferente, pero con un acento en preguntas sobre las formas de producción y la relación con el público”.
Programar lo que se necesita
Desde su apertura, el espacio ha albergado ya dos propuestas culturales que enfatizaron su apertura hacia otras líneas artísticas: danza y cine documental.
El espacio se inauguró con la proyección del Festival Encuentros de Otro Cine (EDOC) y algunas presentaciones del Festival Fragmentos de Junio, organizado por Jorge Parra (Zona Escena), con una asistencia importante de la ciudadanía.
“Nos asombró que el grupo Malayerba sea un gran desconocido y que haya una clase media que viene a descubrirlo. Eso me parece sintomático de la falta de espacios democráticos. No solo la democracia del mercado, sino aquello que trasciende las lógicas del mercado y tiene mucho más que ver con lo que los espectadores y espectadoras realmente necesitan. Bretch tenía una ecuación: el público quiere lo que no necesita y necesita lo que no quiere, eso ya en 1927”, subraya.
Sin embargo, no se limitará a ser una sala de programación. Roldós enfatiza otras fortalezas del lugar: “Comenzamos explotando uno de sus componentes que es la sala, pero es principalmente la sede de un grupo independiente latinoamericano y que próximamente reabrirá una escuela laboratorio de teatro (que ya iniciamos en el ITAE en 2005) y que completa un circuito de experimentación a muchos niveles: del propio grupo Muégano, de la escuela que proponemos para multiplicar e incidir la escena en la ciudad, y de las diversas teatralidades, musicalidades, danza, fotografía y más que se pueda desarrollar. Siempre con la demanda de que sea un arte que interrogue, que interpele en lugar de complacer”.
El trabajo de construcción continúa con un segundo acceso al espacio por la calle Tomás Martínez, específicamente un ingreso vehicular para descargar escenografía cerca de la sala.
Se tiene previsto también el levantamiento de un segundo salón de usos múltiples (para la escuela, galería de exposiciones fotográficas y actividades diversas), dos bodegas de vestuario y utilería, y una habitación con capacidad para 4 literas. “Para recibir residencias internacionales, visitas de grupos, hospedar gente durante un periodo de un mes o dos meses y desarrollar proyectos juntos”, adelanta su director.
Producción propia
En los próximos meses, Muégano espera presentar su primera producción en este nuevo escenario: Asalto al centro comercial, ensayo sobre la misantropía, un texto de autoría de Santiago Roldós. “Nace de una mirada sobre cómo el centro comercial al mismo tiempo metaforiza y articula o vertebra la vida de las mayorías en nuestra ciudad y creo que en todas las ciudades del mundo”.
Así continúa la programación de este espacio rescatado para la cultura que, de acuerdo con Roldós, sirve como un caso que debe ser multiplicado a favor del arte en Guayaquil. “Es cierto, la ciudad nos da algo a los grupos, pero nosotros devolvemos muchísimo a la ciudad”. (D. J. L.)
Este espacio nace de una idea con Florencio Compte y una pregunta: ¿Cómo hace un grupo independiente guayaquileño para acceder a una sede? Sin dinero y cuando lo que hace no es necesariamente rentable, pero sí puede llegar a ser autosustentable”.
Santiago Roldós