El Monóloco
Estudiantes de la Universidad Casa Grande de Guayaquil presentaron esta obra a beneficio de los pacientes del Instituto de Neurociencias.
Un grupo de tesistas, alumnos de la Universidad Casa Grande de Guayaquil, presentó el pasado 21 de noviembre, a las 20:30 en el lobby del Centro Cultural Simón Bolívar, el monólogo Monóloco.
Esta obra tenía como objetivo promover el voluntariado y romper los paradigmas que tienen las personas hacia los pacientes del Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.
Actualmente esta institución no cuenta con suficientes voluntarios en relación con la cantidad de albergados.
Este evento fue protagonizado por el actor, improvisador y titiritero Fabricio Mantilla, quien gracias a su experiencia logró interpretar, desde la perspectiva de un paciente, una mirada distinta a la que muchos conocían o habían escuchado u olvidado de los internos en el Instituto de Neurociencias.
Este artista ha realizado talleres con diversos maestros del Teatro e Impro como Ricardo Beherens (AR), Hugo Avilés (ECU) Gustavo Miranda (COL), Pablo Pucnik (ES), entre otros, y también ha compartido montajes con Fantoche Teatro y otras compañías.
Desde el primer minuto, Fabricio captó el interés de las más de 300 personas que asistieron al evento.
Él comenta: “Cuando me propusieron la idea pensé ‘esto es una locura’, por lo que me interesé inmediatamente, pero no fue sino hasta visitar el Instituto de Neurociencias, como parte de mi trabajo de campo, que me convencí de lo importante que era exponer esta realidad, tan distinta a la que imaginamos”.
“Al poco tiempo me vi gratamente involucrado debido a la fascinación que tengo por la psicología y el psicoanálisis heredada de textos de Freud, Palvov, Lacan y mucho más”, agrega. “Esa teatralidad invisible que envuelve a los internos del Instituto fue factor determinante a la hora de escribir la situación, historia, circunstancias dadas, la creación del mismo personaje que cuenta lo que vive, siente, sueña y espera, a manera de soliloquio, que es el estado más sincero del hombre consigo mismo; sin el otro como espectador, la interpretación se vuelve innecesaria y hasta absurda”, subraya.
La obra propone un objetivo necesario: transmitir que al igual que cada uno de los asistentes que estuvieron en el teatro, los pacientes necesitan divertirse, hacer ejercicio y salir a pasear, y conseguirlo depende precisamente del incremento de las voluntarias de Asvolh u demás personas interesadas, para así aportar en la mejora de la calidad de vida de cada uno de los internos.
El Monóloco duró una hora aproximadamente y terminó con los aplausos y agradecimientos de parte de las instituciones relacionadas con esta interesante y destacada obra social.