Guayaquil, núcleo de una pieza teatral en Buenos Aires: ‘Una historia de amor’
El texto del argentino Mario Diament, claramente una ficción histórica, refleja a los libertadores Simón Bolívar y José de San Martín antes de su encuentro en el Puerto Principal. Además de sus ideales libertarios, los une el amor a una mujer: Manuela Sáenz.
El título es sinónimo de identidad para cualquier guayaquileño, más aún si está lejos de su ciudad. Y, en vísperas de las fiestas octubrinas, seduce sobremanera leer que en Buenos Aires se monta una obra denominada Guayaquil, una historia de amor.
Son las 20:00 del domingo 28 de septiembre y decenas de personas se forman en las afueras del teatro La Comedia, en el sector de Recoleta. Mucha gente pregunta por Guayaquil e integra la fila correspondiente.
Adentro, pilares de madera que dan un toque de antigüedad ambientan lo que se verá en pocos minutos: un pasaje histórico suscitado en el siglo XIX, con los libertadores Simón Bolívar y José de San Martín a la cabeza. Corre el año 1843 y Gustavo Lafond, un joven historiador francés, llega a Guayaquil para buscar información detallada sobre ese encuentro secreto que mantuvieron los libertadores el 26 de julio de 1822, en el Puerto Principal. No existen registros y nadie atestiguó la conversación. “Pero busque en otra puerta”, le dice al francés el personaje que interpreta al propietario de la vivienda donde se reunieron Bolívar y San Martín. “Tal vez el asunto es más con Manuela Sáenz”, agrega. Así lo invita a empezar una investigación que se volcará en lo sentimental.
La obra, escrita por el dramaturgo argentino Mario Diament y dirigida por Manuel Iedvabni, es una ficción histórica que expone los antecedentes a ese mítico encuentro, pero en la puesta en escena nunca los libertadores llegan a estrechar sus manos como se observa en el monumento del Hemiciclo de la Rotonda, en el malecón Simón Bolívar. La pieza teatral, más bien, funciona como un partido de ajedrez, en el que cada contrincante hace su jugada y espera la del otro.
Son diálogos en los que los próceres manifiestan su interés por Guayaquil, para hacerla parte de la Gran Colombia de Bolívar o del Perú que libertó San Martín. Pero la disputa entre los dos, más que territorial, es por el amor de una mujer, la quiteña Manuela Sáenz.
Todo empieza cuando San Martín se entera por boca de su amante, la guayaquileña Rosa Campusano, que Bolívar “duerme en la misma cama” con Manuela. Y desde entonces San Martín se muestra angustiado, porque aunque tuvo una efímera relación con Manuela, años atrás, en Lima, no la puede olvidar. Todo lo contrario, la desea cada día más.
Una ficción
“Los personajes protagonizan cosas que no aparecen normalmente en la historia real. Es una ficción y el teatro da esa libertad de hacer cambios. El propósito es entretener y reflexionar”, dice Iedvabni, con 60 años de experiencia en la dirección teatral y quien ha puesto en escena cerca de 90 obras, como Hamlet, El cartero de Neruda, En el aire y Canciones maliciosas.
Desde su estreno, el 1 de marzo pasado, Guayaquil, una historia de amor ha estado en cartelera siempre con sala llena. Los primeros cinco meses, la obra estuvo en el Teatro del Pueblo, ubicado en el microcentro porteño, y ahora está en La Comedia, en Recoleta.
“Creo que (el éxito) es porque se muestra a dos libertadores más en su lado humano, con sus pasiones, con sus instintos bajos tratándolos de superar. Están atravesados por la humanidad y haciendo grandes causas, no se los ve como figuras de bronce, perfectas e intocables, sino como hombres sensibles”, sostiene Georgina Rey, productora y quien interpreta a Rosa Campusano.
En las últimas semanas, el elenco recibió una propuesta para que la obra sea montada en Guayaquil, pero Iedvabni prefiere reservarse detalles para que todo se concrete. Eso sí, el director afirma que estará encantado de llevar la pieza escénica al Puerto Principal con el mismo grupo. “Dirigir esta obra ha sido para mí una experiencia muy estimulante desde el punto de vista artístico, muy conmovedora; nosotros estuvimos siempre muy calientes, como decimos nosotros, para seguir poniéndola en escena durante tanto tiempo”, relata.
El final de la obra se acerca y, 20 años después del encuentro, Gustavo Lafond viaja hasta Francia, donde se exilió San Martín, justamente para entrevistarlo. “Fue una tediosa reunión de dos hombres con armas. Hablamos de muchas cosas y de ninguna. Creo que (Bolívar) fue un gran general que hizo todo por la emancipación”, le cuenta un veterano San Martín, hasta que el escritor le pregunta de Manuela Sáenz. “Me gustaba cómo estaba escrito el papel de Manuela porque aborda muchas capas desde lo femenino; una mujer que es guerrillera, que lucha por la revolución y que rompe con los cánones de la época. Y también por esa libertad de llevarlo al plano erótico, del romance, de la amistad. Me interesó abordar esa mujer libre y fuerte”, dice Ana Yovino sobre el personaje.
“La peor derrota”
San Martín se entera por Lafond que Manuela vive en Paita, un pueblo humilde del norte de Perú. Pero lo que sorprende al libertador es un detalle que le envió Manuela a través del escritor: una rosa seca que en ese encuentro fugaz San Martín le obsequió a la quiteña. “La peor derrota es la memoria de la mujer que no se tuvo”, manifiesta finalmente el libertador. Y termina el show. “A mí me interesó mostrar a un perdedor, no a un ganador; me interesó mostrar a una persona muy sensible, atravesada por el amor, y creo que en la escena final eso queda claro. No me interesó mostrar a un hombre heroico y militar, doy por sentado que eso está sobreentendido”, refiere Edgardo Moreira.
Los asistentes salen del teatro comentando la obra, entusiasmados. A José Calatrong, de 72 años, la propuesta le encantó porque, entre varios motivos, “está bien representado el servicio secreto de la época, las mujeres”. Según Graciela Sormani, de 54, el humor fino le da un plus a Guayaquil. “Además, porque se presenta a dos libertadores con defectos, destacando a la vez sus virtudes. El tema de las amantes de San Martín es un chisme histórico conocido, pero se solapa”.
El público se retira con una sensación de satisfacción. Tal vez algunos no saben con certeza dónde queda Guayaquil, pero con la obra, esta ciudad, que ahora vive sus fiestas, fue reconocida un poco más en un rincón de Buenos Aires, gracias a ese encuentro que sostuvieron los líderes de la independencia de Sudamérica en el Puerto Principal.
Es una excusa para hablar de la historia desde otro lugar, y de mujeres que estaban tapadas, que eran militantes políticas, que conseguían información que ningún espía podía. Que Bolívar sea un poco seductor le da más sentido a la presencia de las mujeres y este juego de poderes, todo era un paquetito que a mí me seducía”, Pablo Razuk, actor.