La musa de Charles Dickens
Fue la brumosa y monumental ciudad de Londres. Una gran exposición celebra los dos siglos del nacimiento del creador de Oliver Twist y David Copperfield.
Charles Dickens nació hace casi 200 años, el 7 de febrero de 1812. Su bicentenario será inmensamente celebrado en diarios, en pantallas, en teatros, en festivales en las calles y en exhibiciones. El Museo de Londres abrió las puertas para descubrir la mayor exposición del escritor en Inglaterra.
Cuando una recesión económica azota a Europa y escenas turbulentas como las manifestaciones afuera de la catedral de San Paul sacuden la ciudad, resulta curioso indagar las respuestas que el escritor Charles Dickens quería encontrar en la Inglaterra victoriana del siglo XIX. La exhibición de Dickens en el Museo de Londres muestra la faceta de un escritor visionario y sobre todo humanista. “Un corresponsal de Londres a la posteridad”, lo llamó el escritor inglés Walter Bagehot.
“Niebla por todas partes. Niebla río arriba donde mana entre verdes islotes y praderas; niebla río abajo donde ondula viciada entre las hileras de embarcaciones y por la contaminada ciudad, grande y sucia que se extiende al borde del agua”. Frente a nuestros ojos tenemos la primera página de la Casa desolada (Bleak House) escrita a puño y letra, con tachones y borrones, por el mismo autor en 1851. “La niebla en Londres creada por Dickens está allí y este es el primer borrador del libro más leído de literatura inglesa del siglo XIX”, explica Antony Robbins, director de Comunicaciones del Museo de Londres.
Londres, su musa
La exhibición muestra la estrecha relación entre el escritor y Londres, su musa. “Charles Dickens solía caminar en las noches, se perdía en los callejones, visitaba prostitutas, dialogaba con mendigos. Esa atmósfera de las calles victorianas de Londres, el río Támesis y los personajes fueron su fuente de inspiración”, continúa Robbins.
Londres era la primera ciudad moderna del mundo y Dickens la desmiembra en su máxima complejidad y rebosante energía. Escuchamos el alegre cotorreo. Vemos la miseria y la oscuridad; la extrema pobreza y riqueza. Dickens describe las grandes interrogantes sociales de su tiempo en una era de revolución industrial de barcos a vapor, trenes, telégrafo.
El director de colecciones históricas del Museo de Londres, Alex Werner, manifiesta que “Dickens es el primer autor que describe una ciudad moderna del siglo XIX y su profundo impacto en la sociedad, en particular, en la gente común. Sus escritos tienen relevancia hoy en día, especialmente por el veloz desarrollo de las megaciudades alrededor del mundo que enfrentan los problemas y desafíos que afectaron al Londres victoriano hace 150 años”.
Arte y relación literaria
Con la pintura del mercado de Covent Garden (1864), del artista Phoebus Levin, se puede narrar una escena deSusana Cárdenas Overstall Fotos Museo de Londres sus historietas llamadas The Streets-Morning Sketches de Boz (Las calles-dibujos mañaneros). “El mercado de Covent Garden y sus avenidas están llenos de carretas de todo tamaño, con robustos caballos y burros. En el pavimento se esparcen hojas de coliflor e indescifrable cantidad de basura de hortalizas. Los hombres gritan, las carretas tropiezan, los caballos relinchan, los niños pelean, las mujeres con sus canastas conversan”, relata el escritor.
Un imponente cuadro York Water Gate and the Adelphi from the River, de Henry Pether (1845-1860), guarda el paralelismo entre la imagen y la obra de Dickens. “Me intriga el Adelphi porque es un misterioso lugar con esos arcos oscuros. Una noche me veo emergiendo entre ellos, en esa casa al pie del río, con ese grande jardín enfrente, y observo desde mi banca bailar a esos cargadores de carbón”, lo narró en la novela David Copperfield. En 1834, Dickens vivió en el número 15 Buckingham Street, cerca del Adelphi, y se sabe que el personaje principal es el propio escritor
Los cuestionamientos sociales
El cuadro llamado Elección de huérfanos en la Taverna de Londres, de George Elgar Hicks (1865), recrea uno de los recurrentes temas en las obras de Dickens. En sus novelas se enumeran 149 huérfanos, 87 niños sin padre y 82 sin madre. Sus obras Oliver Twist y Grandes esperanzas son sus más representativas.
Otra pintura, Postulantes para admisión de protección casual, de Luke Fildes (1874), también refleja otro de sus temas. Cuando este cuadro fue exhibido en el Royal Academy of London lo acompañó una carta con un testimonio de Dickens que describía un suceso que él presenció en el asilo de Whitechapel en 1855. “¡Mudos, empapados, horrores silenciosos! Son como esfinges sobre las paredes muertas y nadie parece resolver sus dolores”.
La intención de Dickens era también entretener a sus lectores. Plasmó su pasión por el teatro y en su momento expresó que de no haberse convertido en escritor, hubiese sido actor. El cuadro Baile en los jardines de Cremorne, de Phoebus Levin (1864), es otra bella pintura por resaltar. Ubicado entre el puente de Batersea y King’s Road Dickens narra en uno de sus reportajes escritos en 1863 cómo se divertía la sociedad victoriana de la época. En el jardín yacían un circo, un teatro, una orquesta. Las damas bien eran cortejadas y tras bastidores la prostitución, el alcohol y otros affairs ganaban terreno.
Dickens abrazó la tecnología de la revolución industrial. Cruzó el Atlántico hasta América en un barco a vapor y describió el impacto de los trenes en la sociedad inglesa. La pintura de George Elgar Hicks, El correo general: un minuto antes de las seis (1860), refleja el efecto de la comunicación, el correo y el telégrafo en la sociedad victoriana. “Una pila de periódicos cayeron sobre la gente. De pronto apareció una niña, de repente una mujer, después un débil anciano; pero al último momento, antes de que el reloj marcara las seis, un torrente de niños con cartas y periódicos esperaban llegar a tiempo a su destinatario”, escribió Dickens en la revista Household Words.
Dickens nocturno
Dicen que Dickens se desvelaba, que cuando no conciliaba el sueño salía a caminar hasta perderse en la ciudad. Como parte de la exhibición el cineasta William Raban expone un documental basado en los textos de Dickens al amanecer. Raban muestra la cara Londres de madrugada, yuxtapone el pasado y el presente, expone las relaciones entre la arquitectura, el poder y la fuerza del capitalismo.
“El último propósito de Dickens era mejorar la sociedad. Dickens atacó los fraudes financieros, al gobierno incompetente y la mala educación. Tristemente las desigualdades y pobrezas aún persisten en Londres y las palabras del escritor aún las desafía hoy en día”, explica un mural de la exhibición.
Mucho y poco ha cambiado el Londres victoriano de Dickens. Lo que fascina de vivir aquí es que se puede doblar la esquina y estar en otro siglo. Pero las noticias de los diarios de verdad pintan un clima de incertidumbre en las calles; la crisis ha ahondado las diferencias entre ricos y pobres; la avaricia de los banqueros del ‘City’ resulta despreciable. Las protestas afuera de la catedral de Saint Paul, que no se endulzan con los coros navideños, siguen en pie. ¿Estamos viviendo tiempos dickensianos? Quizá, pero al final de su clásica obra Un cuento de Navidad hasta el mezquino Scrooge se redime, tal vez eso nos da esperanza.