La Casa de Oro de Nerón en Roma
El complejo Domus Aurea exhibe, bajo tierra, los restos del esplendor de Roma hace casi 2.000 años.
El Gran Incendio de Roma, ocurrido del 18 al 19 de julio del año 64 d. C., quemó dos tercios de la ciudad. Los escritores Suetonio y Dión Casio narraron que, mientras Roma ardía, Nerón estaba cantando el poema Iliupersis. ¿Sería que él mismo provocó el siniestro? Sin embargo, el historiador Tácito escribió que el emperador estaba en la ciudad de Antium, a 50 kilómetros de la urbe en llamas, lo cual representaba una coartada.
La historia no ha determinado si Nerón fue responsable de ese flagelo, pero sí le brinda el crédito de haber mandado a construir, inmediatamente después de ese desastre, el palacio más ostentoso que jamás ningún emperador de Roma habría osado imaginar hasta el momento. Tal era el grado de extravagancia que Suetonio dijo que Nerón, al entrar por primera vez en su denominada Domus Aurea (Casa de Oro, en latín), exclamó: ¡Bien! ¡Ahora por fin puedo empezar a vivir como un ser humano!
La Domus Aurea formaba parte del mítico proyecto de Nerón por transformar Roma en una nueva ciudad: Nerópolis, con una residencia-palacio realmente digna del amo del mayor imperio.
¡Magnífico!
Se desconocen las dimensiones exactas de la Domus Aurea, ya que los expertos hablan que pudo haber medido desde 50 hasta 250 hectáreas, mayormente cubiertas de jardines. Fue construida entre las colinas Palatino y Esquilino, con una gran cúpula dorada que afianzaba su apelativo de Casa de Oro de Nerón.
“Tenía un vestíbulo en el que se alzaba una estatua suya colosal, de 120 pies de altura (36,58 metros); era tan espaciosa, que albergaba pórticos de tres filas de columnas y mil pasos de largo, un estanque tan grande como un mar, rodeado de edificios que parecían ciudades, y, además, grandes extensiones de terreno, que incluían campos, viñedos, pastos y bosques, con una multitud de animales domésticos y salvajes de todo tipo”. Así lo describía Cayo Suetonio en Vida de Nerón.
“Todas sus habitaciones estaban forradas de oro y adornadas con piedras preciosas y conchas de perlas; sus comedores estaban cubiertos por unos paneles de marfil movibles y perforados por tubos, para que se pudieran esparcir desde el techo flores o perfumes; el comedor principal era redondo, y giraba continuamente sobre sí mismo, de día y de noche, como el mundo; sus baños tenían agua corriente del mar”, agregó en ese texto.
El abandono
Pero Nerón poco pudo disfrutar de tanta ostentosidad, ya que se suicidó en el 68 d. C., solo cuatro años después de haber comenzado su construcción. Tras su muerte, los sucesores de las dinastías Flavia y Antonina consideraron a la Casa de Oro como ejemplo de los abusos de los últimos emperadores. Por ello, sería desmantelada y enterrada, convirtiendo tales terrenos en espacios públicos. Sobre el lago artificial, Vespasiano construyó el Anfiteatro Flaviano (coliseo), y en los alrededores se levantaron las Termas de Trajano y el Templo de Venus y Roma.
En un plazo de 40 años, la Domus Aurea había sido sepultada bajo otros monumentos, pero paradójicamente esto hizo que varios de sus salones subterráneos y frescos sobrevivieran el paso de muchos siglos, ya que la ausencia de humedad permitió su conservación.
El descubrimiento de tal tesoro tuvo lugar en 1480, recién iniciado el Renacimiento italiano, cuando un paseante cayó por una grieta en el monte Oppio (estribación de la colina Esquilina), bajo las ruinas de las Termas de Trajano, y, además de romperse una pierna, descubrió grutas fascinantes llenas de pinturas que posteriormente despertaron la pasión de artistas renacentistas como Rafael y Miguel Ángel, y que dieron lugar al estilo denominado grutesco (de gruta), que busca imitar lo antiguo.
Restauración interminable
La apertura de esos espacios también permitió el ingreso del aire y de la humedad, los cuales provocaron el deterioro de los frescos durante siglos. Al percatarse de ello, las autoridades cerraron el palacio de Nerón durante casi 20 años hasta 1999, cuando fue reabierto, pero seis años más tarde se tuvo que volver a cerrar, debido a desprendimientos de la estructura.
Los trabajos de restauración permitieron que en febrero de 2007 se reabriera de nuevo a los turistas, restringiendo el número de visitantes y obligando al uso de casco en su interior. Solo se abrieron unas pocas salas de las 150 que habían sido descubiertas.
La Domus Aurea volvió a cerrarse un año después para reducir el impacto de las visitas, y reabrió en el 2014 para que los visitantes recorran de manera controlada 15 secciones del ala occidental del pabellón, inaccesible hasta la fecha.
“Como los trabajos se dilatarán bastante en el tiempo, es justo que los turistas, los visitantes y los ciudadanos puedan contemplar el esplendor de este monumento y ver las labores de recuperación”, señaló entonces el ministro de Bienes, Actividad Cultural y Turismo de Italia, Dario Franceschini, sobre ese complejo que lleva siglos esperando nuevos años de esplendor. (M.P.) (I)
Fuentes: elmundo.es, ticketsrome.com, unaderomanos.wordpress.com. National Geographic.