Los desafíos del museo Maxxi

01 de Septiembre de 2013
  • En su interior reposa arte contemporáneo.
  • El museo espera primero que los romanos lo visiten.
  • El Maxxi se inauguró en el 2009.
  • “Maxxi todavía no tiene influencia internacional...”, dice un especialista.
Elisabetta Polevedo - The New York Times

Ubicado en Roma, el museo nacional de arte quiere atraer a los romanos para que visiten sus instalaciones y convertirse en una renombrada institución de cultura.

Ya es bastante difícil ser la nueva atracción del pueblo, cuando uno  enfrenta a algunos de los monumentos antiguos más famosos del mundo, romanos, renacentistas y barrocos. Sin embargo, el museo nacional de arte del siglo XXI de Italia, conocido como Maxxi, encara retos aún mayores: atraer a un público romano, hasta ahora indiferente, en su mayor parte, y consolidar una reputación en la escena internacional, mientras el gobierno recorta drásticamente el financiamiento a las artes.

Los directivos del museo, el cual tiene tres años de antigüedad en esta ciudad, establecieron una estrategia nueva: dirigirse a la población, mientras lucha para ampliar su objetivo y convertirse en la principal institución de cultura contemporánea de Italia. “Necesitamos al público para animar este espacio”, señaló Giovanna Melandri, la presidenta de la fundación que administra al Maxxi, cuyo nombre es un juego con los números romanos para 21.

Por tanto, un lunes reciente, en este verano húmedo, el día que el museo está cerrado para el público, había mucha actividad por los preparativos de último minuto para una inauguración; por un seminario para una docena de jóvenes estudiantes de arquitectura, y niños con patinetas que corrían por todo el patio de concreto del museo.

Las actividades en el corto plazo incluyen conferencias sobre diseño de yates, moda italiana y el mercado del arte, así como la relación entre seguridad alimentaria y arquitectura; jazz y conciertos de música india; una serie cinematográfica sobre arquitectos contemporáneos, y una clase de yoga. Eso es además de lo que Melandri llama “la actividad central” del museo: seis exposiciones actuales, incluida una retrospectiva de Francesco Vezzoli, uno de los artistas contemporáneos más conocidos de Italia.

Falta de dinero

En el mundo formal de los museos estatales de Italia, tal hiperactividad no es nada menos que revolucionaria. Y demarca la función que los administradores creen que debería tener el museo. “Nuestra tarea es convertirnos en centro de una red de instituciones italianas con ideas parecidas, así como en el centro nacional de arte y arquitectura contemporáneos”, explicó Melandri.

Funcionarios esperan que los objetivos del museo se pulan aún más cuando se nombre a su primer director, algo que se espera en septiembre. Hasta ahora, los directores de las diversas secciones –arte, arquitectura y así sucesivamente– han definido la programación.

Inaugurado en mayo del 2010, el Maxxi ha pasado por crecientes y considerables dificultades, principalmente por escasez de financiamiento. En un país donde el Estado paga la mayor parte de los presupuestos culturales, las medidas de austeridad han provocado que la mayoría tengan dificultades y busquen nuevas formas de asistencia.

Sin embargo, la filantropía en las artes ha batallado para encontrar una fórmula legislativa factible de cara al celoso control que tiene el Ministerio de la Cultura sobre el patrimonio de Italia, así como por la posibilidad de que se redujeran los ingresos tributarios, si el gobierno instituyera muy diversos créditos fiscales por donaciones. “Nuestro objetivo estratégico es forjar una institución cultural en Italia, sostenida igualmente con fondos públicos y privados”, notó Melandri.

Tan solo los costos de mantenimiento del museo, una gigantesca estructura de espacios que fluyen en capas, diseñado por Zaha Hadid, han oscilado entre los 6,6 millones y los 7,9 millones de dólares al año.

En su búsqueda de ingresos, el museo ha negociado contratos con agencias de turismo y organizadores de actividades para rentar espacios para cenas de gala y reuniones corporativas. Se reestructuró un programa de membresía del museo, y patrocinadores corporativos, como el fabricante de ropa Ermenegildo Zegna y la compañía italiana de luz ENI, son parte de proyectos conjuntos relacionados con sus marcas.

El año pasado, por ejemplo, Zegna contrató para un espectáculo a los artistas Lucy y Jorge Orta, quienes utilizaron sus telas en las instalaciones, y ENI proporcionó material de archivo, como bosquejos de antiguas estaciones de servicio para una exposición actual sobre la arquitectura “petróleo y pospetróleo”. El museo también ha agregado soportes para bicicletas, algo raro en Roma.

En mayo, el Maxxi organizó una cena para recaudar fondos, relacionada con la exposición de Vezzoli, en la que se obtuvieron 525.000 dólares. Los donadores incluyeron a casas de modas italianas, así como galeristas y coleccionistas nacionales e internacionales.

Estrategias

Giancarlo Politi, el editor de la revista Flash Art, expresó que se requiere del poder de atracción de estrella que tiene Vezzoli para conseguir donadores, algo que describió como un modelo “inteligente” para que sigan otras instituciones en apuros. “Maxxi todavía no tiene influencia internacional; no es el MoMA ni el Tate”, comentó, refiriéndose a los principales museos de arte moderno en Nueva York y Londres.

Michele Trimarchi, un catedrático de economía cultural en la Universidad de Boloña, sugiere que el Maxxi todavía tiene que identificar una estrategia que permita establecer una presencia mundial. “Crear cosas, así es como te vuelves internacional”, dijo. De otra forma, “quedas relegado a esfuerzos para recaudar fondos que apenas cubren los costos de mantenimiento”.

El Maxxi ha tratado de reforzar su perfil colaborando con instituciones de otros países en exposiciones donde se presentan artistas tanto italianos como extranjeros.

Por ejemplo, la Galería Vezzoli es el primer segmento de una exhibición internacional en tres partes, titulada Trinidad. También incluye La iglesia de Vezzoli, una exposición en el MoMA PS1 en Nueva York, en la que el artista reconstruirá una iglesia desconsagrada, cuyas partes se transportarán desde Italia. Se espera que el tercero, Cine Vezzoli se inaugure a principios del 2014, en el Museo de Arte Contemporáneo en Los Ángeles.

No obstante, la precaria situación financiera del Maxxi dificulta la planeación a largo plazo, un problema común a muchas instituciones culturales en Italia. “Sin continuidad, carecemos de credibilidad ante los partidarios y hasta los donadores privados que pudieran querer legar obras de arte a un museo y tener garantías de que sus donaciones estarán protegidas”, comentó Gianfranco Maraniello, el director del Museo de Arte Moderno de Boloña. “No puedes conseguir público de esa forma”.

No obstante, en el corto plazo, la estrategia del Maxxi ha producido dividendos. Los visitantes en los primeros seis meses del año superaron los 130.000, en comparación con 101.200 en la primera mitad del 2012. “Seré feliz cuando los turistas vengan a Roma a ver el Coliseo, la Ciudad del Vaticano y el Maxxi, porque es un museo tan especial”, expresó Melandri.

 

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