Zapatillas ecuatorianas en Francia
Tras años de sacrificio y entrenamiento, la guayaquileña Valeria Quintana cumplió su sueño de convertirse en bailarina profesional. Ella integra el cuerpo de baile del Ballet de la Ópera Nacional Du Rhin.
Lo que empezó como una actividad extracurricular se convirtió en el eje de su vida.
La guayaquileña Valeria Quintana Velázquez, de 20 años, inició su entrenamiento como bailarina de ballet a los 4 años de edad. Sus padres decidieron inscribirla en la academia Pam Danza Teatro y desde entonces las zapatillas y el tutú rosa pálido se convirtieron en sus compañeros inseparables.
“Cuando tenía 6 años tuve mi primera presentación de Navidad en el Teatro Centro de Arte y quedé encantada con las luces, el público, los aplausos, la música y supe que quería volver a sentir eso en el escenario”, recuerda. “Con el tiempo el ballet empezó a gustarme más que el colegio, prefería estar en la academia ensayando y no aburrida en mi casa”, comenta.
Pronto, Valeria destacó por su técnica entre las otras estudiantes y sus maestras de la academia, las cubanas Silvia Rico e Isis Schery, la animaron a competir a nivel internacional. “Ellas veían algo especial en mí y me impulsaron a no tomar el ballet solo como un hobby, sino a un nivel profesional”.
A los 13 años viajó junto a su academia a Cuba, al Gran Teatro de La Habana, en donde presentaron el ballet Giselle. Aparte de esta visita, Valeria fue invitada también por su maestra para una estadía de un mes y medio en este país.
Las ofertas comenzaron a llegar. El Washington Ballet, el Houston Ballet School, el American Ballet Theather y otras prestigiosas academias querían a Valeria y le ofrecieron importantes becas para que comenzara sus estudios como bailarina. Sin embargo, aunque muchos veían en ella una futura estrella del ballet, sus padres tenían como prioridad que se enfocara en sus estudios secundarios y se graduara del colegio.
Proyección internacional
Una vez que se convirtió en bachiller, participó en el World Ballet Competition 2012 en Orlando, Florida (Estados Unidos) y recibió nuevos ofrecimientos. Esta vez del Orlando Ballet School y de la Academia Internationale Coreutica. “Tuve una química inmediata con la directora, Elisabetta Hertel, y un mes después viajé a Florencia (Italia) para estudiar con ella”.
Esta estadía representó muchos sacrificios para la joven guayaquileña pues no hablaba el idioma y era la primera vez que vivía sola, lejos de su familia. “Me tocó aprender a lavar mi ropa, a cocinar, a cuidarme sola”, recuerda. “Las personas eran amables conmigo pero también es un medio muy competitivo por lo que era difícil encontrar amigos y extrañaba mucho a mis padres”.
Además el entrenamiento fue mucho más intenso a lo que estaba acostumbrada en Ecuador. “El primer año allá sufrí mucho, lloraba bastante, y muchas veces llamé a mi familia diciéndoles que quería regresar”, admite. “Mi profesora era excelente pero su método es ser dura con los estudiantes. Me gritaba y ensayábamos todos los días, a veces incluyendo fines de semana, desde la 1 de la tarde hasta las 10 de la noche”, recuerda. “En todo ese tiempo no pude venir a pasar fin de año con mi familia porque siempre tenía alguna competencia o simplemente ella me decía que tenía que ensayar”.
Valeria afirma que fueron sus padres quienes la animaron a no abandonar la academia y continuar su entrenamiento. “El segundo año creo que entendí lo que mi maestra quería enseñarme y el ballet se convirtió en una verdadera pasión. En Guayaquil me había enamorado del ballet muy superficialmente, en Italia decidí que esto era lo que quería hacer el resto de mi vida”. “Me enamoré de mi propio cuerpo, de la música, de la belleza de los movimientos en el escenario, empecé a verme como una verdadera bailarina”, afirma.
Durante su estadía en Italia, Valeria compitió en el Tanzolymp 2013 en Berlín (Alemania), en donde obtuvo el segundo lugar con medalla de plata.
Poco antes de graduarse como bailarina profesional, empezó otra de las etapas más duras del ballet: Las audiciones.
El sueño: un contrato
Durante seis meses, Valeria viajó por varias ciudades de Europa y audicionó para algunas compañías de danza, en grupo de cientos de bailarines.
En muchos casos los aspirantes no pasaban de la fila en la puerta de entrada. “Las compañías son muy exigentes. Algunas solo te miran y te dicen que te vayas porque no eres rubia, porque mides un centímetro de más o porque no tienes el peso requerido”, relata.
Su primera audición fue para el Ballet de Hamburgo en un grupo de 450 bailarines. Valeria logró avanzar hasta la última selección, pero al final les notificaron que no tenían ninguna vacante. Animada por su maestra continuó presentándose a nuevas audiciones, viajando en tren por las noches de ciudad en ciudad hasta que finalmente consiguió no un contrato, sino dos.
El primero llegó del Ballet Estatal de Georgia y su directora artística Nina Ananiashvili, quien había conocido a Valeria en Berlín.
La segunda oferta fue del Ballet de la Ópera Nacional Du Rhin de Francia. Para ser elegida, Valeria debió audicionar en un grupo de 300 bailarines.
El ballet es una profesión en la que tus profesores nunca te van a decir que tus movimientos están bien. Siempre te van a exigir más y más. Pero si lo hacen es porque saben que eres buena”, Valeria Quintana
Su director Iván Cavallari, cautivado por el trabajo de Valeria, le ofreció un contrato completo pese a la juventud de la guayaquileña. “Acepté porque era la mejor oportunidad y desde el mes de septiembre estoy viviendo en Mulhouse, Francia, y trabajando con ellos. Mis profesoras lloraron y están muy emocionadas por irme a ver bailar”, señala.
La compañía está próxima a presentar Pinocho, en donde Valeria obtuvo un rol de solista y también estrenarán en las próximas semanas La creación.
Tal como lo hizo cuando llegó a Italia, Valeria también toma ahora clases de francés. “Me gustaría quedarme en esta compañía algunos años y luego cambiarme para continuar creciendo profesionalmente y adquirir más experiencia”.
Admite que es difícil forjarse una carrera como bailarina profesional en Ecuador, sin embargo anima a las jóvenes que también tengan este sueño a no rendirse.
“El ballet es una carrera en la que tus profesores nunca te van a decir que tus movimientos están bien”. “Siempre te van a exigir más y más, pero si lo hacen es porque saben que eres buena. Y hay que escuchar solo los consejos y hacer a un lado el maltrato, al final terminan forjando tu carácter y haciéndote más fuerte”.
Ópera Nacional Du Rhin
Fundado en 1972, el ballet de la Ópera Nacional Du Rhin es una de las escasas compañías francesas cuyas presentaciones varían constantemente desde lo barroco hasta lo moderno y desde lo clásico hasta los estilos contemporáneos. Su repertorio incluye también clásicos como Giselle, El Quijote, El Cascanueces y Romeo y Julieta.
Está compuesto por 33 bailarines permanentes de todas partes del mundo, quienes además de su formación técnica deben ser capaces de explorar una variedad de estilos. Su actual director artístico es el italiano Iván Cavallari, quien se formó en La Scala Ballet School de Milán y luego en el Ballet Bolshoi de Moscú. Integró el Stuttgart Ballet y dirigió el West Australian Ballet.
Maquillaje: Escuela de Maquillaje Paola Morales, 098-640-8308, (04) 053-7699. Locación: Pam Danza Teatro.