Richard Trevithick: Con vapor movió al mundo

03 de Agosto de 2014
  • Los primeros días del vapor, óleo de 1954. Es una escena ficticia de las locomotoras diseñadas por Richard Trevithick y su hijo Francis.
  • Richard Trevithick
  • Réplica de la locomotora de 1804, en el Museo Marítimo de Swansea (Gales).
  • Una copia del Puffing Devil, para los festejos en honor a Trevithick.

La invención del motor de vapor de agua estimuló al inglés Richard Trevithick a desarrollar una máquina que reemplazó al caballo y otras fuerzas para impulsar vagones. Así nació, en 1804, la primera locomotora de la historia.

Antes de que los automóviles repletaran calles y que los aviones trasladaran pasajeros a distancias intercontinentales en horas (y no días ni semanas), los barcos y los trenes abrieron el paso al hombre para conocer el mundo.

Y el tren nunca habría sido uno de los medios de transporte más exitosos sin la invención de la locomotora, el vehículo motor que proporciona la fuerza para moverlo. La palabra viene del latín locus, de lugar; y motor, el que mueve. El primer prototipo funcional fue construido en Inglaterra por el inglés Richard Trevithick, en 1804.

Previo a ese tiempo, los trenes eran halados por el poder humano, caballos, la gravedad o motores estacionarios impulsados por sistemas de cables; principalmente eran usados en las minas de carbón. La Revolución Industrial (siglos XVIII y XIX) dejó como legado la maquinaria necesaria para suprimir la tracción animal.

Ya para esa época existían los rieles metálicos, construidos en 1800, que habían reemplazado a los de madera (durmientes), porque los primeros reducían el desgaste de la rueda por el rozamiento.

El vapor, el motor de todo

La locomotora no habría surgido sin la aparición de otro invento: el motor de vapor de agua. El dispositivo fue desarrollado por los ingleses Thomas Newcomen y Thomas Savery, y luego fue mejorado por James Watt. Este aprovecha la energía térmica de la combustión de agua y la transforma en energía mecánica.

El aparato incentivó al ingeniero Trevithick, quien trabajaba en una mina desde los 19 años, a crear un mecanismo de manera que pudiera arrastrar vagones. La idea era que, mediante la combustión de carbón o madera, en una caldera se calentara agua y el vapor resultante generara presión para mover los pistones que impulsan las ruedas. Así nació la locomotora de vapor.

Como los motores de la máquina de Watt se consideraban pesados y que no generaban suficiente presión para usarlos en locomotoras, Trevithick se dispuso a reducir el tamaño y crear calderas más potentes para producir más presión.

Y se hizo el tren...

En el primer experimento de Trevithick (1797), la caldera con agua se calentaba con una barra de hierro al rojo vivo y el vapor generado escapaba por una chimenea. Gracias a esta innovación, el ferrocarril tomó la forma que se conoce actualmente como una serie de vagones con un motor (locomotora), el cual lleva un gran cilindro por donde bota humo.

Más adelante, en 1801, construyó una locomotora de vapor de tamaño completo para carretera. Trevithick la nombró Puffing Devil (El diablo que sopla); con ella trasladó solamente a seis pasajeros.

Finalmente en 1804, el inventor depuró su modelo y creó uno a mayor escala. Así que un 21 de febrero tuvo lugar el primer viaje en tren impulsado por una locomotora. La nueva máquina transportó 10 toneladas de hierro y 70 hombres, a una velocidad de 8 km/h. Recorrió 14,5 km del carril de tranvía hacia una ciudad en el sur de Gales. Por eso el aparato fue conocido como Gales del Sur, aunque el inventor no le puso un nombre propio.

Lamentablemente, esta locomotora como tal no originó el sistema de ferrocarriles todavía, dado a que en los viajes de prueba los raíles de hierro fundido no soportaron el peso de la máquina y se rompieron.

Pero al parecer, darse por vencido no estaba aún en los planes de Trevithick. En 1908 diseñó una nueva locomotora de tren, bautizada como Catch Me Who Can (Atrápame si Puedes). Corrió en una pista circular en el sur de Londres, en un recinto denominado el Circo de Vapor.

Con este artefacto, el inventor quería demostrar que los viajes en tren eran más rápidos que en caballo. Pero la debilidad de la pista ahuyentó el interés del público. Con la decepción a cuestas, Trevithick no volvió a diseñar locomotoras de tren.

No obstante, en 1812 logró perfeccionar el motor de vapor, siendo el más eficiente que los demás de su especie y con mayor precisión. Este aparato, usado durante 70 años, resultó incluso ser más barato y por fin reemplazó al uso de caballos en la locomoción.

Aunque no haya conseguido los merecidos reconocimientos en vida (Trevithick murió solo y en la miseria el 22 de abril de 1833, aquejado de pulmonía), es innegable su aporte a la humanidad con el desarrollo de la primera máquina de vapor de alta presión y la locomotora. Este último invento estimuló a otros personajes a mejorar el diseño y así iniciar la ejecución de las primeras líneas férreas del mundo (G.Q.).

Fuente: www.museumwales.ac.uk; www.news.bbc.co.uk; www.wikimedia.com; www.spartacus-educational.com

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