El Quijote de la mitad del mundo
La historia de vida de Gastón Thoret Jäger, un personaje que no hay que olvidar, es escrita por la historiadora Antonieta Palacios.
Esa tarde gris amenazaba lluvia. Sobre ella, como una gota ácida, cayó la frase: “Las páginas de nuestra historia tienen escondidos muchos hombres como Gastón Thoret y se quedan en el olvido”. La dijo Antonieta Palacios en relación al personaje de su obra más reciente: Gastón Thoret Jäger (1859-1944): Ingeniero, constructor y visionario, libro que revive a un hombre injustamente olvidado. Una omisión más que nos retrata a los ecuatorianos.
La guayaquileña Antonieta Palacios Jara es arquitecta e historiadora, navega entre esas dos aguas. “No me desvinculé de la arquitectura, porque la Guía Histórica de Guayaquil es la parte urbana y arquitectónica de la ciudad”, aclara.
Ella trabajó con los desaparecidos historiadores: Olaf Holm y Julio Estrada Ycaza. Su primera publicación como coautora fue Imágenes de Guayaquil, 1900-1930. Como coeditora e investigadora, junto a Cecilia Estrada Solá, desde 1995 han publicado cinco tomos de la Guía Histórica de Guayaquil, de Julio Estrada. Sus restantes libros son: Antonio Bellolio, Hospital Luis Vernaza y Legado de Italia en la arquitectura de Guayaquil 1910-1940.
Cuenta Palacios que se involucró a investigar y escribir sobre Thoret impulsada por el amor filial de Lucía Estarellas Thoret, nieta del personaje, quien luchó para que la vida y obra de su abuelo sean reconocidas, no queden en el olvido.
En una emotiva dedicatoria del libro, Lucía Estarellas expresa que son escasos los recuerdos personales de su abuelo porque él murió cuando ella tenía tan solo 7 años, pero su madre siempre se refería a las obras y proyectos de su padre en beneficio del Ecuador. Uno de sus mayores sueños fue la construcción del ferrocarril que desde la Costa llegaría al Amazonas, proyecto que contaba con financiamiento y que durante 20 años, él en varias oportunidades presentó al Congreso y no se hizo realidad. Ella se pregunta por qué y responde: “Cada vez que iba al Congreso le pedían incluir un sobreprecio en el presupuesto de la obra, lo cual nunca aceptó. Y así pasaron los años. Mas en la presidencia del Dr. José Luis Tamayo fue llamado para ejecutar su proyecto, sin embargo él contestó: “Ya es tarde. Estoy viejo, ya tengo 60 años”.
¿Será que los hombres honestos están condenados a la extinción y al olvido?
Quijote en la mitad del mundo
A breves rasgos, su historia es así. Gastón Thoret Jäger nació el 17 de enero de 1859 en Francia. Recién graduado de ingeniero, junto a su hermano, Lucienne, se traslada a Panamá para trabajar en la compañía encargada de construir el Canal del istmo. En dicha ciudad inicia su amistad con el exiliado general Eloy Alfaro, con quien se encontrarían después. Cuando la compañía quiebra, su hermano regresa a Francia y Gastón tras unos proyectos a realizar en la provincia de El Oro, llega a Ecuador en 1890. En Machala contraería matrimonio con Rosalina Crow Rugel en 1897. En Guayaquil se radicó permanentemente en 1914.
En su libro, Antonieta Palacios, a través de documentos de Thoret, testimonios de sus familiares e investigaciones bibliográficas, arma la historia personal y familiar del personaje, como también la gestión profesional de este francés que amó, construyó, soñó y murió en Ecuador.
De manera exhaustiva y documentada, Antonieta Palacios aborda su faceta de ingeniero y constructor. Donde destaca la creación del plano para la reconstrucción de Guayaquil luego del incendio grande del 5 y 6 de octubre de 1896 que destruyó a nuestra ciudad; el diseño del sistema de agua para los bomberos de Guayaquil; la construcción del muelle de Puerto Bolívar; el muro de protección para evitar que el mar destruya a Bahía de Caráquez; el ferrocarril a la Costa, la reconstrucción de la vía Flores, entre otras.
Entre los proyectos visionarios de Thoret, la historiadora da cuenta de dos sueños no alcanzados: el proyecto para la construcción del ferrocarril Pacífico-Amazónico que partiendo de Puerto Bolívar llegaría al río Amazonas que presentó al Congreso Nacional por primera vez en 1912. “Porque este ferrocarril constituiría la comunicación interoceánica más económica, más rápida y más productiva de la América del Sur”, señala Thoret. El otro proyecto de 1910 era la edificación del Muelle-Aduana para Guayaquil, ubicado en Isla Verde, frente a Puná.
La introducción de su libro de 364 páginas, Antonieta Palacios reflexiona: “¿Qué sería de nuestro país de haberse realizado estos proyectos? (…). Estos proyectos evidencian la perspectiva del hombre europeo del siglo XIX. La falta de decisión y visión de quienes nos gobernaron e impidieron su realización”.
Thoret en nuestro país, con el grado de comandante, fue primer jefe del Cuerpo de Ingenieros del Ejército del general Eloy Alfaro y en 1896 participó en la batalla de Cuenca, una de las violentas. Indago sobre dicha relación y la historiadora explica: “Ideológicamente se identificó con el general Eloy Alfaro. El europeo ilustrado de mediados del siglo XIX tiene todos estos ideales”.
Asimismo, cree que la obra más importante que realizó Thoret para Guayaquil fue el plano para la reconstrucción de Guayaquil, que presentó después del incendio de 1896, pero no lo tomaron en cuenta, tuvo que ocurrir otro incendio que destruyó el sur de la ciudad para que en 1902 sea reconsiderada su propuesta. “Él era un hombre que tenía otra visión y nuestros políticos no tuvieron el acierto para haber realizado todo ello”.
Me imagino a ese hombre brillante y honrado, que nunca aceptó que a sus proyectos les pusieran sobreprecio, luchando por más de 20 años para convertir en realidad sus sueños para que su país de adopción progrese.
Averiguo por los últimos años de Gastón Thoret y aunque la historiadora no se anima, al final dice: “La nieta decía que murió triste, él probablemente habrá dicho: por qué me desgasto por estos que no me prestan atención. La tristeza lo embargó al final de sus años”.
El ingeniero Gastón Thoret murió en Guayaquil el 3 de febrero de 1944, tenía 84 años de ser honrado, de construir y soñar. Cansado de luchar como un ‘Quijote en la mitad del mundo’.
Es grato cuando su nieta Lucía lo recuerda cantándole a la vida y la libertad: “Todos los días mi abuelo se despertaba a las 6 de la mañana y entonaba la Marsellesa. Lo oíamos porque vivíamos en el piso de abajo. Años más tarde la historia se repite con mi madre, en sus últimos años, muy temprano al despertarse igualmente cantaba la Marsellesa”.
Esa tarde gris no llovió sobre Guayaquil y Antonieta Palacios revivió a Gastón Thoret.
El libro sobre Gastón Thoret Jäger puede ser adquirido en la Biblioteca Municipal de Guayaquil. (I)