Marcelo y Marcela Noriega
A los 13 años usted comenzó a escribir poesía y a los 19 ganó el segundo lugar en la V Bienal de Poesía Ecuatoriana, en Cuenca. En el día de la premiación, adolescente aún, ¿qué pensó?
Esa noche pensaba en lo mal que me veía con ese peinado ridículo que una peluquera de barrio me hizo. También pensaba en la corrección que Luis Carlos Mussó me había hecho horas antes: atravesar se escribe con s. Yo lo había escrito con z. Por algo a él le dieron el primer lugar.
En su novela Pedro Máximo y el círculo de tiza, escrita con base en hechos reales y ficción, usted cuenta que su papá, por celoso, hizo en la casa una muralla de tres metros para espantar a sus pretendientes. ¿Esto es real o ficción?
La ficción siempre se queda corta. Mi padre no solo levantó las paredes, sino que colocó vidrios en punta en todo en rededor. También existió el valiente o cachondo, da igual, que escaló la pared y saltó por encima de los vidrios para darme un beso.
Volviendo a la referida novela, yo pienso que usted cree que hay que recordar no con la memoria sino con el cuerpo.
Así es. La memoria es un despojo, el cuerpo es el que siente.
Como periodista ha sido reportera de las áreas política y policial. ¿Qué diferencia hay, en su opinión, entre un político corrupto y un delincuente común?
Por fuera: el político va de terno. Pero por dentro, funcionan igual. Se parecen tanto que incluso cuando los agarran con las manos en la masa, tienen una mentira lista para contar.
¿Cuáles son las cinco palabras más destructivas del idioma castellano?
Dictadura, fanatismo, narcotráfico, silicona y Arjona.
Los triunfos de la palabra han sido muchos, pero los del silencio han sido más. Pregunto: ¿no sería mejor meditar y callar a escribir maravillas que muy pocos leen?
Sí, sería mejor, pero hay un duende que me tortura todas las noches para que escriba. Si no le doy lo que quiere, me muerde el corazón y los dedos de los pies.
¿Por qué el silencio ya no se da por sentado como algo tan natural como el cielo que nos cubre o el aire que respiramos?
Porque nuestra mente está llena de voces de extraños. Escuchamos al resto y no nos oímos a nosotros. Esto lo han potenciado muchísimo el internet y las redes sociales. Nos sabemos la historia del vecino, del cantante, del político, del delincuente, pero no nos contamos nuestra propia historia. Hay que buscar, con urgencia, el silencio.
¿Qué es un puente?, le preguntaron una vez a Ernesto Sábato, y él respondió: “Che, un puente es un hombre cruzando un puente”. Marcela, la desafío a que ensaye una definición más original sobre qué es un puente.
Sábato fue primero científico y después escritor. Yo soy más poeta que otra cosa. Veamos: “Un puente es el paso que damos para convertirnos en memoria”.
Recientes estudios aseguran que las ovejas sensuales no dan lana virgen. ¿Leyó este informe?
No lo leí. Pero me pregunto: ¿para qué quisiera alguien lana virgen de una oveja común y corriente pudiendo tener lana mancillada de una oveja sensual?
Aquí entre nos, ¿podría usted explicarme la razón por la cual ciertas mujeres en vez de buscar al príncipe azul van detrás del viejo verde?
El príncipe azul es gay hace rato. Y ya no se dice viejo verde, ahora se dice: novio vintage. Y lo vintage está de moda.
¿Qué significaría para usted poder volar hacia lo intrépidamente desconocido?
Significaría tomar ahora mismo un avión a Beirut, que es la ciudad donde vive mi novio vintage.
¿Qué quisiera que escriban en su epitafio?
Nada. No quiero tumbas ni epitafios, ojalá me cremen o muera en altamar, así nadie pensará en entierros. No me gustan los entierros.
¿Cuál será su alegato en el día del juicio final?
Yo para Dios no tengo alegatos, solo tengo críticas a su gestión. Y me niego a hablar con subalternos.
¿Qué piensa hacer después de muerta?
Convertirme en hija de Lilith y visitar a muchos jóvenes vírgenes cada noche.
Hágase una pregunta y contéstela
¿Qué foto tienes de fondo de pantalla? La de una mujer desnuda bailando con unas panderetas.