Contra La Tiranía: ‘El cliente’

Por Groucho
16 de Abril de 2017

“Hay una total desconfianza hacia la ley, pues en un régimen opresor no hay resquicio para la justicia. Solo queda resolver las cosas por mano propia”.

The salesman, distribuida en nuestro país como El cliente, obtuvo hace poco el Óscar al mejor filme extranjero en un contexto político turbulento. Su director, el iraní Asghar Farhadi, no asistió a la ceremonia como señal de protesta por el veto de Trump al libre ingreso a los Estados Unidos de migrantes de siete países musulmanes.

El comienzo de El cliente es una metáfora de la nación que se cae a pedazos. El condominio donde vive la pareja protagonista está a punto de colapsar. Las paredes están cuarteadas. Tienen que mudarse. Ellos son actores y están a punto de estrenar Muerte de un viajante, de Arthur Miller. Todo el elenco está nervioso porque el comité de censura del Gobierno va a asistir a la premier y decidirá sobre tres escenas que podrían ser eliminadas.

No hay que olvidar que Irán es un régimen que lo controla todo, inclusive los medios de comunicación. Es una dictadura que gusta de hacer ruido mediático por las pruebas de misiles nucleares y no por este segundo Óscar que gana Farhadi (el primero fue en 2012 por Una separación).

Un compañero del reparto ayuda a la pareja a mudarse a otro edificio. Se arrepentirán de la decisión. La actriz es ultrajada (aunque nunca se verá la escena) en el nuevo departamento. Pese a todo, el show debe seguir. La mujer intentará sobreponerse y volver al escenario.

Aquí el filme maneja de manera brillante la tensión. El fantasma de la violación sobrevolará cada fotograma. La pareja no acudirá a la Policía. Hay una total desconfianza hacia la ley pues en un régimen opresor no hay resquicio para la justicia. Solo queda resolver las cosas por mano propia.

Lo fascinante de la película constituye el diálogo intertextual entre la obra de teatro y el filme. Si el honor, la confianza, el rol patriarcal de las mujeres, los votos matrimoniales son los temas de Arthur Miller, también están igual de vigentes en el trabajo de Farhadi.

Debe señalarse, además, la perfecta recreación de lo que es el hecho teatral: desde los ensayos propiamente, pasando por el maquillaje hasta el momento mismo de la representación actoral frente a las luces y el público.

En un mundo donde el totalitarismo no deja de ser agobiante, cintas como El cliente se vuelven necesarias. El director no pudo recoger su Óscar de manera personal, pero envió a dos iraníes que trabajan en la NASA. El discurso de aceptación señalaba que la ley que impide ingresar al migrante musulmán es inhumana: “Dividir al mundo en dos categorías (nosotros y nuestros enemigos) solo crea miedo”.

La moraleja es muy clara: la política opresora, separa; el cine, une. Al ser inquiridos los iraníes sobre por qué fueron escogidos para recoger el Óscar, uno de ellos respondió: “Porque los astronautas vemos a la Tierra como un espacio vasto, sin líneas de separación o fronteras”. Que ese lazo que el cine crea no lo destruyan nunca los tiranos. (O)

ojosecosec@gmail.com

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