Librerías: Un espacio viviente
Aunque la tecnología proporciona recursos no tradicionales para leer, algunas librerías en Guayaquil continúan recibiendo a lectores que dan valor a los textos en papel, esos que les asaltan las neuronas y el corazón.
Fue en busca de ese ‘baño espiritual’ que necesita cada mes. Aún no sabía exactamente qué iba a comprar, pero sus pies lo conducían a las secciones de Arte y Diseño. De repente, después de pasar su dedo índice por varios textos, tomarlos y hojear su contenido, encontró su libro deseado.
Desde ese preciso instante, todo lo que lo rodeaba desapareció. Agarró con fuerza el texto y buscó con sus ojos la mesa y silla más cercana para deleitarse como es debido, cuenta Daniel Dávila, ilustrador de 25 años, quien desde los 14 visita librerías de la ciudad.
Para él, la lectura es esa abuelita desesperada que reza para que vuelvan sus hijos y nietos a visitarla.
La experiencia que vive Daniel cada mes es compartida por otros guayaquileños, que forman parte de una época en la que los hábitos de lectura no están tan afianzados.
El pasado 23 de abril del presente año –a propósito del Día del Libro y el Derecho de Autor–, el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc-Unesco) publicó un análisis comparativo sobre el comportamiento del lector en América Latina. Ecuador no está incluido en este debido a que no existen cifras oficiales sobre el tema.
Dicho informe comunica que: “… cerca de la mitad de la población de América Latina, cobijada por las encuestas, se declara ‘no lectora’ de libros”, dijo el director de Cerlalc-Unesco, Fernando Zapata López, el cual agrega que “la falta de tiempo y el desinterés por la lectura son las razones más frecuentes para justificar este comportamiento”.
En Ecuador, en ese mismo mes, al considerar a los adolescentes como un grupo decisivo dentro de la sociedad, Ipsa Group (investigadora de mercado que fue comprada por Nielsen) realizó un estudio denominado El adolescente ecuatoriano: características y preferencias, enfocándose al target de quiteños y guayaquileños de 12 a 17 años, los cuales fueron entrevistados cubriendo 300 casos.
Este estudio arrojó, entre otros datos, lo siguiente: el 58% de los entrevistados dijo que no leen en sus tiempos libres; mientras que el 42% sí lo hace. En cuanto a lo que leen, se inclinan más por los libros (42%), revistas (37%), diarios (17%) o no mencionan (4%). Otra información importante es que el 95% de su tiempo libre lo destinan a estar en internet.
Sobre esta conexión a la tecnología, y volviendo al tema de las librerías, en la actualidad existen diferentes opciones para acercarse a la lectura de formas no tradicionales; por ejemplo libros en formato electrónico y sus tabletas (Kindle, Nook, etcétera.), el iPad, los teléfonos móviles, entre otras herramientas de esta nueva era.
Paúl es un tecnólogo empedernido, de 34 años, que acude poco a las librerías y solo va por algún libro que sabe que se verá mejor en papel. Dice: “no creo que estos lugares vayan a desaparecer, pero con el tiempo deberán cambiar su sistema de venta porque el futuro será virtual y lo sensorial irá ligado a lo que nos pueda ofrecer una pantalla. Amazon, Apple, Barnes and Noble y otras empresas están demostrando que el camino a seguir es ese”.
Variedad de visitantes
Ante el panorama anterior expuesto, surge la pregunta ¿quiénes son, a grandes rasgos, las personas en Guayaquil que como Daniel, siguen acudiendo con regularidad a las librerías?
Según Marcos González, coordinador de las librerías Mr. Books en Quito y Guayaquil, en nuestra urbe los visitantes son asiduos lectores, estudiantes y académicos. Además personas que provienen de ciudades cercanas y extranjeros, en su mayoría estadounidenses. Son clientes que leen por placer, aprendizaje y amor propio.
En cambio, a la librería Vida Nueva con más de 45 años de funcionamiento en la ciudad, acuden en su mayoría mujeres preparadas, de clase media que bordean los 50 años.
Irene Baquerizo, gerente de marketing de esta librería, indica que a este grupo se suman otras personas que revisan y compran textos por índole personal y educativa. Algunas de estas llevan a los niños a leer y a que asistan a las distintas actividades que organizan.
Alfonso Reece, gerente de librerías y coordinador cultural de Libri Mundi, sostiene que a sus diferentes tiendas llega, de manera frecuente, “un núcleo de lectores muy informados que exigen buen trato, novedades y variedad”.
También asegura que el grupo de personas que va a leer exclusivamente, sin comprar, es reducido. “Casi en su totalidad personas de edad, aparentemente jubilados”.
Así mismo en la Librería Científica, dice el administrador Christian Chérrez del local ubicado en la calle Luque, los clientes fieles son también personas mayores que compran los textos para leer.
Los jóvenes (estudiantes y universitarios), en cambio, adquieren libros específicos solicitados por sus maestros; y son pocos los que se quedan hojeando los textos.
Esta realidad también se repite en la Librería Cervantes de la calle Aguirre y Boyacá. Jazmín Muñoz, del departamento de ventas, dice que a esta asisten personas que no solo compran libros para ellos, sino para obsequiar.
Otro giro en el mercado de las librerías, es el café-libro y un ejemplo es Tinta Café, situado en Samborondón y que recibe también la visita de guayaquileños, sobre todo cuando realizan eventos culturales.
Su administradora, Verónica Coello Game, y la coordinadora de Comunicación, Ileana Inca, cuentan que entre semana tienen visitantes de todas las edades. Por ejemplo, señoras que leen las sinopsis de los libros para saber qué comprar, jóvenes que se sientan en la sala de lectura con un café de acompañante, ejecutivos, amas de casa, etcétera. Los fines de semana los niños son sus principales clientes.
En cambio, el público que compra, en su mayoría, son madres de familia, aficionados a la literatura, arquitectos y decoradores.
También existen las ‘librerías populares’, que son locales que en ocasiones no tienen nombre, y en los que se venden libros, revistas, publicaciones antiguas, etcétera. Que pueden ser nuevas o en su mayoría usadas, a bajo precio. Aquí las personas que las visitan buscan esa opción “bonita y económica”, sostiene una de sus clientes frecuentes, Ángela Cárdenas, de 45 años.
Adaptándose al futuro
Las librerías consultadas están conscientes de las consecuencias de los avances tecnológicos, pero saben que visitar una librería bien surtida y leer un libro en papel son experiencias deleitosas que enriquecen la vida.
Algunas sostienen que esta nueva tendencia de leer y comprar libros en la web es un complemento al libro de papel, por lo que los lectores deberían convivir con los dos formatos.
Finalmente concuerdan con que hay que seguir incentivando la lectura de todas las formas posibles, por ejemplo, realizando actividades que sean difundidas, ofrecer libros de calidad, promover descuentos, entre otras sugerencias.; ya que es importante que las librerías no se olviden y estén presentes en las mentes de las personas que siguen y quieran adentrarse en diferentes conocimientos y mundos.
datos de interés
Haciendo un recuento de la información proporcionada por las librerías consultadas en esta nota, los libros más comprados son los de literatura, novela, gastronomía, pedagogía, psicología, espiritualidad, autoayuda, coyuntura política, infantiles, narrativa, best seller, entre otros.
Estiman que sus visitantes se quedan entre 20 a 30 minutos en sus locales.
Mientras que los que deciden tomarse su tiempo o quedarse leyendo en las áreas adecuadas para este fin, lo hacen entre 2 a 3 horas.
Asimismo, comentan que las inquietudes más frecuentes que comparten a los libreros es la llegada de novedades editoriales, si es bueno el libro, qué tal es el autor, sobre las actividades culturales programadas en las que por general tienen una considerable cantidad de visitantes, entre otras.