Volver a la sangre

Por Hernán Pérez Loose
19 de Enero de 2014

Nuestro héroe, Néstor Camacho, es un policía cubano-estadounidense que se apresta a realizar un acto de grandeza, pero que al mismo tiempo se convertirá en una terrible pesadilla. Sus superiores lo han enviado a la Bahía de Biscayne para rescatar a un inmigrante cubano que está por ahogarse en su intento de llegar a la costa de la Florida. Con la televisión filmándolo, y periodistas y curiosos de testigos, Néstor logra rescatar al inmigrante en una acción llena de heroísmo. Lamentablemente, el inmigrante cubano es poco después arrestado y deportado a La Habana.

Mientras que algunos alaban a Camacho por su coraje, muchos otros, especialmente su familia y la comunidad hispana, le reprochan su conducta en vista de las consecuencias no deseadas de ella. Al poco tiempo, su esposa Magdalena lo abandonará para irse con su psiquiatra, en un afán de escalar socialmente. Acusado de excederse en la fuerza al arrestar a un africano, Camacho opta por involucrarse en una compleja investigación para mejorar su imagen. Para hacerlo, deberá aclarar las relaciones entre un ruso realista, un oligarca y una hermosa vedette.

En el proceso Camacho irá descubriendo la cara de una sociedad llena de tensiones raciales y culturales, agobiada por falsas pretensiones, vulgaridades y violencia, hasta que terminará vilipendiado y rechazado por casi todos. Y todo ello narrado con un estilo genial, que se nutre tanto del periodismo como de la literatura.

Se trata de la última novela de Tom Wolfe, traducida bajo el título Bloody Miami (editorial Anagrama, Madrid, 2013), aunque el original es Back to blood (Regreso a la sangre). Los personajes que transitan por la obra, las situaciones que ellos y Camacho se enfrentan, así como la agudeza e ironía de las observaciones que se hacen sobre el tejido social estadounidense, son llevados a extremos bizarros.

Lo que Wolfe hizo con Nueva York en La hoguera de las vanidades, otra de sus grandes novelas, lo hace ahora con Miami. Camacho en realidad es un buen policía que se esmera por cumplir con su deber, pero que terminará por convertirse, como en el drama de Ibsen, en el enemigo del pueblo.

En una entrevista concedida poco después de la publicación de su novela, Wolfe a propósito de ella recordaba la afirmación de Nietzsche sobre la muerte de Dios y de cómo la posteridad se ha encargado de tergiversarla. Bloody Miami, en su manera, busca aclarar esa muerte. Que si Wolfe logra hacerlo lo deberá juzgar el lector.

hernanperezloose@gmail.com

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