Buscando a Augusto

Por Hernán Pérez Loose
12 de Octubre de 2014

La vida de Augusto, el primer emperador de Roma, parece un material ideal para una novela. Por un lado, su vida y obra son conocidas. Pero, por otro lado, muy poco se conoce sobre él como individuo. ¿Quién fue realmente Augusto? Ya en los años que sucedieron a su muerte, había más dudas que certezas. Tácito, el célebre historiador romano, recuerda en sus Anales la discusión que se tuvo en la época en que Augusto murió.

“Algunos decían ‘que él fue forzado a una guerra civil por el deber de lealtad que guardaba hacia su padre [Julio César] y por las necesidades impuestas por el estado, en una época en que no había cabida para la ley… y no había otro remedio para un país en guerra consigo mismo que ser gobernado por un solo hombre…”. Y, sin embargo, según Tácito, también se decía en aquella época “...que el deber hacia su padre y las exigencias de estado fueron una simple máscara...”, una máscara que escondía un deseo de dominación. Augusto “…usó en contra de la misma República, las armas que se le habían confiado para enfrentar a Antonio… Los ciudadanos fueron exilados, y las tierras divididas… Después de todo esto es indudable que hubo paz, pero fue una paz bañada en sangre…”

La novela de John Williams, que ha sido traducida al español bajo el nombre de El hijo de César (Editorial Pamies, Madrid), es un brillante intento por remover las máscaras que ocultaban a Augusto y llegar a conocerlo. Sabemos claro está que Augusto no nació con ese nombre sino con el de Cayo Octavio Turino, y que fue adoptado como hijo por su tío abuelo Julio César poco antes de que este muriese asesinado, y que se vio acechado por fuertes personalidades que luchaban por el poder, tales como Bruto, Cicerón, Antonio, Casio y Lépido. Pero, quién fue realmente Augusto sigue siendo un enigma.

En su novela Williams recurre a una técnica interesante. Nos acercamos a Augusto mediante supuestas cartas, diarios y crónicas hechas por algunos contemporáneos suyos, y que de una forma u otra tuvieron contacto con él. Mucho del misterio que rodea a su figura y carácter se debe a la propia manera suya de ser, siempre envuelto en un aire de misterio, poniendo distancias, ocultando sentimientos.

Para quienes leyeron Yo, Claudio de Robert Graves, la novela de Williams es un estupendo complemento. El autor ganó en su momento el prestigioso National Book Award en los Estados Unidos. Otra novela suya que igualmente recomendamos es Stoner.

hernanperezloose@gmail.com

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