De la inspiración a la escritura
La publicación de La galaxia de Gutenberg en 1963 por Marshall McLuhan abrió un capítulo importante en los estudios de la comunicación en las sociedades modernas. El célebre investigador canadiense reflexiona en esta obra sobre las transformaciones culturales que ocurrieron a raíz de la invención de la impresión con letras móviles.
Según él, este acontecimiento habría dividido la historia de la humanidad entre la escritura (anterior a Gutenberg) y el texto (luego de su invento) imponiendo sobre la mentalidad europea un modo de conciencia marcado por la imprenta.
Aunque no lo dice de forma explícita, McLuhan ve con pesimismo ese nuevo modo de conciencia marcado por los textos impresos, el cual vino a oscurecer la forma oral de comunicarse. Una limitación que luego se vería neutralizada con el advenimiento de una tecnología –la de la radio– que vino a resucitar una forma de comunicación más rica, y menos “lineal”, que aquella dominada por los caracteres petrificados de los textos. (Un pesimismo que luego reaparecerá en el filósofo Jacques Derrida en su Gramatología, y que de alguna manera lo había anunciado Rousseau en su poco conocido Ensayo sobre los orígenes de las lenguas).
Pero probablemente habrá que recorrer muchos siglos hacia atrás para asistir a una revolución de dimensiones más profundas que la producida por la imprenta como fue el paso de la oralidad a la escritura alfabética. Este paso significó un momento clave en la transición de una sociedad regida por lo sagrado y la tradición hacia una sociedad que concibe el orden de las relaciones sociales como resultado del debate ente individuos.
En su libro La musa aprende a escribir (editorial Paidós, Barcelona, 202 páginas), Eric Havelock propone precisamente una profunda reflexión sobre esa transición. Esta transición de la oralidad a la literalidad tuvo particulares características en la sociedad griega que encuentra en Homero y Platón los dos extremos de esta evolución. Fue en el contexto de este pasaje donde nacieron los conceptos de razón, individualidad, moral y donde en definitiva la política fue descubierta.
Como el subtítulo lo anuncia, el autor se propone hacernos reflexionar “sobre la oralidad y la escritura desde la Antigüedad hasta el presente”. Ya Hegel había advertido que probablemente jamás se apreciará lo suficiente “el aprender a leer y escribir una escritura alfabética” a lo que calificaba como un “medio de aprendizaje infinito”.
Havelock viene al encuentro de esta preocupación hegeliana y nos ofrece un estudio muy interesante y completo sobre las relaciones del lenguaje y la cultura que arranca en el mundo clásico y termina en la
antropología moderna. Otro libro de Havelock que también ha sido traducido al español
y cuya lectura recomendamos igualmente
es Prefacio a Platón (Madrid, Visor Distribuciones).