Invitación a Kassel
Una llamada telefónica. Nunca uno sabe lo que es capaz de cambiar ese timbre insistente que sale del teléfono. Eso fue precisamente lo que le sucedió a un escritor. Un buen día, su monótona y casi monacal rutina se vio interrumpida por una llamada telefónica. La joven, de voz agradable y tono dulce, dijo llamarse María Boston y se presentó como la secretaria de los McGuffin, una pareja de irlandeses, quienes deseaban invitarlo a cenar para hacerle una propuesta irresistible, querían enseñarle la solución al misterio del universo.
Pronto el escritor descubrirá que se trataba de una invitación para asistir a la exposición de arte contemporáneo denominada “Documenta,” que se celebra cada cinco años en la ciudad de Kassel, ubicada en el centro de Alemania.
Lo curioso del caso es que la invitación implicaba que el escritor se convierta en una instalación viviente, para lo cual debía sentarse a escribir sobre una mesa de un restaurante chino ubicado a las afueras de la ciudad a la luz del público, y por los días que dure la feria.
Una vez que llega a Kassel, y comienza a cumplir con su cometido, el escritor empieza a comprobar que su característico estado de ánimo de aburrimiento va disipándose, y en su lugar se apodera de él un optimismo y una energía que le eran desconocidos. Es la fuerza y electricidad que emanan de la feria de arte las que han hecho mella en su espíritu escéptico y pesimista. De alguna manera, son los efectos de las artes plásticas, y en particular de las vanguardias de este siglo, los que han inyectado esa aura de vitalidad tan desconocida para nuestro personaje.
El escritor en mientes es nada menos que Enrique Vila-Matas (1948), el mismo que en la realidad recibió una invitación como la antes descrita y él se prestó para el experimento de sentarse a escribir como una suerte de instalación viviente. El resultado de esa experiencia es un interesante libro mitad novela, mitad ensayo, titulado Kassel no invita a la lógica (Seix Barral, Madrid. 2014), en el cual el autor, con humor y mucha imaginación, hace varias reflexiones sobre el arte contemporáneo. De cómo, por ejemplo, el escritor una vez en Kassel se sumergió en el embrujo de las nuevas expresiones de las plásticas contemporáneas donde el observador y el artista se unen en una inquietante simbiosis, para descubrir y disfrutar de nuevas fronteras de la imaginación.
Es un libro que no va a defraudar a sus lectores. (O)